Memoria Histórica

El franquismo deja huella sobre el apoyo a la independencia

Las generaciones socializadas durante los años de mayor represión tienen menos simpatía por el estado propio

Fiesta del 2018 en Barcelona
Toni Rodon
19/08/2022
4 min

BarcelonaSiguiendo uno de sus puntos doctrinales más importantes, una de las primeras decisiones que el general (y futuro dictador) Francisco Franco tomó al pisar territorio catalán fue la eliminación del Estatuto de Autonomía del 1932. "El Estatuto de Cataluña ha muerto", clamaba el Diario de Burgos el 9 de abril del 1938, un día después de que se aprobara el decreto ley de derogación. Poco a poco, la batería de medidas contra la lengua y la cultura se fueron desplegando. "Si eras patriota, habla en español", decían unos letreros colgados en Lleida justo después de la entrada de las tropas franquistas. Centenares de profesores y funcionarios fueron depurados o sancionados y el catalán se replegó esencialmente al ámbito privado. Incluso en las postrimerías del franquismo, y como explicaba Antoni Batista recientemente, la frase "hablan en catalán" solía romper toda presunción de inocencia. Como bien nos han documentado los historiadores, el anticatalanismo institucional, asociado a un elevado grado de represión, constituyó una de las piedras angulares de la dictadura franquista.

Si miramos los datos del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS), los catalanes que se socializaron políticamente entre 1917 y 1959 y que, por lo tanto, estuvieron más expuestos a los hechos de la Guerra Civil y la dictadura posterior, son menos independentistas que el resto de cohortes. Se trata de un grupo de personas, como mínimo las que todavía viven, entre las cuales aumentó el apoyo en la independencia a partir del 2008-2010, tal como lo hizo en el resto de grupos de edad. Así, cerca de un 20% de personas pertenecientes a la cohorte socializada durante la Guerra Civil y los años más duros de la dictadura apoyaban la independencia en 1991, un porcentaje que llegó a subir a más del 40% en 2011.

En la prensa internacional, cuando se habla de Catalunya se suele mencionar el pasado represivo para explicar el movimiento independentista. ¿Pero hasta qué punto es así? Décadas después, ya con la llegada de la democracia, se podría argumentar que muchos catalanes decidieron pasar página y que la losa represiva del pasado era una cuestión que había que perdonar. Un hilo argumental que apuntaría al hecho, por ejemplo, de que buena parte de las elecciones post-Transición las ganaron partidos de ámbito estatal o que durante los años ochenta y noventa el apoyo a la independencia era más bien bajo. Incluso algunos historiadores, buena parte de los cuales encapsulados en la derecha mediática, han insistido que la represión cultural franquista también se produjo en otros lugares y que la guerra y la posguerra no fueron un caso de "España contra Cataluña".

El argumento opuesto, sin embargo, apuntaría que el legado cultural, de actitudes y de comportamiento derivado del franquismo va mucho más allá del voto y se manifiesta en un poso anticatalanista que todavía hoy existe entre una parte importante de la población española. Como detallaba el ARA hace unas semanas, los catalanes son los ciudadanos menos queridos del Estado, una tendencia que ya se observaba en una encuesta del CIS del año 1994. Así mismo, una corriente importante del nacionalismo español ha tenido históricamente una relación poco crítica con los asuntos de la Guerra Civil y la dictadura franquista, lo cual habría podido ayudar a hacer que la memoria de la represión no se desvaneciera.

Los efectos de la represión

Los estudios empíricos llevados a cabo hasta ahora indican que la represión franquista llevó a una parte importante de ciudadanos a generar lo que se denomina un “sesgo antirrégimen” ideológico. Es decir, aquellas zonas con más represión tienen ciudadanos que son más de izquierdas de lo que lo habrían sido si la represión no hubiera existido. ¿Pero qué sabemos del efecto de la represión franquista sobre el apoyo a la independencia? ¿La generación que sufrió más represión es hoy en día más independentista? ¿Es la que ha hecho aumentar el apoyo a la independencia?

En un artículo que hemos publicado recientemente con el investigador Raül Tormos, mostramos que la generación que sufrió más la represión franquista (los que entraban en edad política en el periodo de la Guerra Civil) era menos partidaria de la independencia de Catalunya. Parece que la represión franquista, por lo tanto, ha provocado, entre otros efectos, que un buen puñado de ciudadanos no vea clara la independencia de Catalunya. Todo apunta a que uno de los motivos principales sería la desafección creada por el conflicto y que persistió una vez la gente crecía. Así, la violencia y la represión parece que, directamente o indirectamente, hicieron que una generación concreta percibiera potenciales riesgos en el proyecto independentista. Se trata de una generación más de izquierdas que la media y no precisamente entusiasta del modelo territorial actual, pero que ve la independencia como un paso demasiado arriesgado. El análisis también muestra que este sesgo no independentista se circunscribe a una generación concreta y no se ha transmitido a sus hijos, es decir, a las generaciones siguientes. 

Con todo, estos resultados muestran que el crecimiento del apoyo a la independencia de los últimos años no solo se podría explicar por algunos factores ya apuntados, como la sentencia del Tribunal Constitucional del año 2010, sino también por una cuestión generacional. La cohorte más afectada por las consecuencias de la Guerra Civil cada vez es más reducida y, por lo tanto, el peso del legado represivo, a pesar de persistir, lo hace de otro modo. De hecho, mirando al pasado y salvando las distancias, una de las grandes preguntas actuales es si la generación partidaria de la independencia que ha crecido políticamente a raíz de los hechos del 2017 seguirá siendo favorable al proyecto independentista en el futuro o, por el contrario, percibirá que su coste es demasiado elevado a raíz de los hechos que hemos vivido en los últimos años. Solo el tiempo nos lo dirá.

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