BarcelonaNo cabe duda de que la gran cita política del otoño será el congreso de Junts, convocado para finales de octubre, puesto que del resultado de este cónclave depende buena parte de la política catalana y española futura. ERC hará el suyo un mes después, pero en este caso no hay un debate estratégico de fondo, sino sólo sobre qué liderazgo debe haber, el de Oriol Junqueras o el de alguien nuevo del que aún no sabemos nada. Pero Junts sí debe afrontar un debate estratégico y decidir, de una vez por todas, qué quiere ser.
La hipótesis principal, que tiene en la de Agustí Colomines su formulación más refinada, pero que comparten buena parte de los dirigentes actuales (entre ellos Jordi Turull y Albert Batet), es que Junts debe seguir siendo el que ha estado siempre desde su nacimiento: un frente patriótico de amplio espectro pero con el centro gravitacional situado en los planteamientos socialdemócratas, que es donde está también la mayor parte de la sociedad catalana. En palabras exactas de Colomines: "Un frente amplio patriótico que, desde la pluralidad ideológica, guíe el independentismo". Seguramente, el modelo que Colomines tiene en mente es el SNP escocés, pero no el de ahora, que debe hacer frente a competencia en el campo independentista, sino el de la época de Alex Salmond: un partido hegemónico que vinculaba la idea de la independencia al bienestar y la cohesión social y que fue capaz de absorber buena parte del voto laborista y arrinconar a los tories.
Parece que el movimiento de Turull de avanzar el congreso va en la dirección de consolidar esta apuesta estratégica con la guinda del liderazgo de Carles Puigdemont (y así de paso se quitan de encima la molesta figura de Laura Borràs), aunque eso signifique que el expresidente tenga que desdigerirse de su promesa electoral (ya saben, aquel "Si no soy presidente, me retiro de la primera línea política"). Saben que Puigdemont es un maestro a la hora de mantener esa ambigüedad ideológica, y no tienen a nadie mejor que él para representarla.
Hay que decir que hasta ahora Junts nunca ha renegado de esta apuesta estratégica para convertirse en un frente patriótico, pero sí es verdad que ha modulado a conveniencia el discurso ideológico. Así, tras abandonar el gobierno Aragonés, Junts se situó en una oposición claramente de tintes liberales para defender bajadas de impuestos, el Hard Rock y la ampliación del aeropuerto. Este guión se mantuvo durante la campaña electoral, en un giro que fue bendecido por la patronal catalana, el Fomento del Trabajo de Josep Sánchez Llibre, que se desplazó a la Catalunya Nord para fotografiarse con Carles Puigdemont. Ahora pues, después de haber balanceado hacia un lado y hacia el otro, el congreso deberá definir un rumbo más claro en este aspecto.
Los dos obstáculos
La hipótesis Colominas del frente amplio patriótico choca, sin embargo, con dos obstáculos. Lo primero es que por ser realmente exitoso debería pasar por la absorción de ERC y la reducción a la mínima expresión de la CUP. En medios junteros se especula estos días sobre un próximo colapso de Esquerra como partido que le lleve a la desaparición, pero eso no se podrá comprobar hasta unas próximas elecciones que pueden tardar años en llegar.
El otro obstáculo es de orden interno. En Junts el ingrediente principal todavía es el que proviene de la antigua CiU (no en vano Puigdemont entró en CDC antes que Artur Mas) y, por tanto, no todo el mundo se siente cómodo en la ambigüedad ideológica, y más cuando ahora tienen por delante un gobierno con una hoja de ruta marcadamente de izquierdas. Además, existe el peligro de que esta falta de posicionamientos fuertes en el eje izquierda-derecha acabe engordando las filas de Aliança Catalana, un partido desacomplejadamente de derecha dura. O peor aún, que algunos elementos moderados se refugien en un PSC que ha abierto sus puertas a los exconvergentes y ex-Unió.
Por eso no se puede descartar que los moderados de Junts planten cara en el congreso de algún modo y quieran matizar, o incluso modificar, la hipótesis Colomines. En el trasfondo, evidentemente, aparece la gran incógnita política a resolver, que es lo que hará Junts en Madrid. Los moderados creen que sería un error derribar a Pedro Sánchez o hacerle la vida imposible. Los "patrióticos", en cambio, apostarán por tensar al máximo la cuerda o incluso, dado el caso, romperla. Como decíamos, éste será un congreso en el que habrá que leer mucho entre líneas pero que al final tendrá que decidir entre dos rumbos posibles: frente patriótico socialdemócrata (SNP) o gran partido de centro (CiU).