Política y religión

De Jordi Pujol a Salvador Illa: ¿qué relación tienen política y religión?

El actual presidente de la Generalitat ha reivindicado la inspiración en el "humanismo cristiano" de su presidencia

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El expresidente Jordi Pujolla su llegada a la toma de posesión del presidente electo de la Generalitat, Salvador Illa.

BarcelonaNo pasó desapercibido que el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, hiciera bandera del "humanismo cristiano" como un elemento importante de su gobierno en el debate de investidura y en la toma de posesión. Conectaba con su fe y con "las raíces cristianas de Catalunya", que también ha mencionado a la portavoz del Gobierno, Silvia Paneque, sobre el milenario del monasterio de Montserrat. Ahora bien, ¿qué vínculo ha habido históricamente entre la religión (católica) y la política en Cataluña? ¿Y en particular, con la Generalitat?

De entrada, de los 133 presidentes de la Generalitat, 121 provienen de la institución medieval (de 1359 a 1714), que eran mayoritariamente eclesiásticos. Pero la tradición religiosa se ha mantenido hasta hoy con elementos simbólicos como la existencia de una capilla como la de Sant Jordi que depende de la Generalitat, tal y como recuerda el historiador Sergi Rodríguez López-Ros, vicerrector de la Universidad Abad Oliba. "Es el único gobierno autonómico con un cura nombrado como prior", explica. De hecho, el expresidente Quim Torra, católico reconocido y que había formado parte de las juventudes de la democristiana Unió, nombró como prior de la capilla a Josep Maria Turull, primo del secretario general de Junts, Jordi Turull –también reconocido creyente.

El expresidente Artur Mas también se había reconocido como cristiano, aunque esto no marcara su discurso político, mientras que Pasqual Maragall nunca manifestó adhesión religiosa, José Montilla ha dicho que es cristiano no practicante sin ninguna implicación política y, más recientemente, Pere Aragonès ha expresado que es agnóstico. Durante la Segunda República, Francesc Macià no hizo gala de la religiosidad, como tampoco Lluís Companys –aunque él salvó a decenas de religiosos perseguidos por los anarquistas– y Josep Tarradellas se había definido creyendo no muy practicante. Entre los presidentes, el que estuvo claramente impregnado por sus convicciones religiosas católicas fue Jordi Pujol.

De Pujol a movimientos de base

¿Cómo debe entenderse el guiño de Isla al "humanismo cristiano"? La profesora de ciencias políticas en la Universidad de Lleida Mariona Lladonosa recalca que "la trayectoria de vínculo con espacios eclesiales y religiosos en Cataluña va decayendo en el mismo proceso de secularización y diversificación religiosa", que lo hace pasar más a "la esfera privada ". Ahora bien, comenta que Pujol no ha sido el único presidente con fuerte influencia católica, aunque en su caso existía un "carácter canónico" y un vínculo con movimientos cristianos separados del franquismo. También recuerda los vínculos con el cristianismo de base del PSUC cuando incorporó a Cristianos por el Socialismo, la tradición de Alfonso Comín, padre de Toni Comín, o el universo de ICV como Joan Saura e Imma Mayol.

Lladonosa añade que Isla lo liga "con la idea de construcción del concepto de justicia social o de pensamiento vinculado al humanismo en cuanto al diálogo" con la "idea de abrir la concepción del PSC para construir espacios comunes" . En cualquier caso, es cierto que el catalanismo católico conservador también tiene mucha historia, desde el obispo Josep Torras i Bages hasta Enric Prat de la Riba, y con partidos democristianos como la Unión de Manuel Carrasco y Formiguera.

En paralelo, Rodríguez López-Ros apunta que en un momento clave, Illa ha querido subrayar tradición cristiana dentro del socialismo, lo que casa con su talante humanista. De la presidencia de Pujol también defiende que "fue una etapa muy católica" con un talante propio de un "escuchismo católico presente", pero que no fue el único. También hace hincapié en que el acomplejamiento causado por la etapa del nacionalcatolicismo va a la baja y añade que "muchos elementos del pensamiento social cristiano están presentes" en la política.

Quien ha recibido muy bien la aproximación de Isla es la Iglesia. El portavoz del arzobispado de Tarragona, Òscar Bardají –su arzobispo, Joan Planellas, comanda la conferencia de obispos catalanes–, recalca que "son gestos para reconocer una realidad y la historia del país", y que "ha sido acogido con muy buenos ojos". También suscribe que la evolución de la relación con las autoridades políticas depende de cada persona en su cargo, pero que siempre optan por la "colaboración".

Junqueras y Puigdemont

Oriol Junqueras es un caso singular, ya que de joven ha explicado que incluso intentaba combatir la religión aportando argumentos a amigos y familiares para que renegaran. Sin embargo, con el tiempo se empezó a aproximar a partir de personas que eran referentes para él y hoy se declara un "humanista cristiano" que practica "menos de lo que muchos creyentes practican, pero muchísimo más que la mayoría de la gente". Y en cuanto a Carles Puigdemont, Rodríguez apunta la "tradición carlista" de la que también bebía parte del espacio histórico convergente, muy "diferente del laicismo de ERC". Señala que el expresident "hizo visitas religiosas" y apoyó la escuela concertada" –con una consejera de Enseñanza, Meritxell Ruiz, hoy secretaria general de la Fundación Escuela Cristiana de Cataluña.

La influencia en España

En el Estado el expresidente Felipe González no es creyente, mientras que Adolfo Suárez sí estaba marcado por el catolicismo derechista, como Leopoldo Calvo-Sotelo y José María Aznar –muy cercano al papa Juan Pablo II–. Pedro Sánchez, por su parte, se ha reconocido ateo y José Luis Rodríguez Zapatero, agnóstico –y tuvo una pugna con la Iglesia por las asignaturas de religión en las aulas, el matrimonio homosexual o la ley del aborto– . Asimismo, Alberto Núñez Feijóo se ha declarado católico, al igual que Santiago Abascal, pese a sus constantes rencillas con el papa Francisco, mientras que Yolanda Díaz tampoco es creyente e Isabel Díaz Ayuso se convirtió durante la pandemia.

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