Déjame decirte

El horizonte electoral, en otoño del 2026

Alberto Núñez Feijoo escucha a Pedro Sánchez
13/12/2025
4 min

MadridVista la evolución de los eventos se vuelve a hablar de varias hipótesis para el final de esta legislatura. Al gobierno español se le han ampliado dos frentes que hasta ahora ha sido incapaz de controlar. Por un lado, el de la corrupción, con un constante goteo de noticias sobre actuaciones de cuerpos policiales o de jueces que tratan de llegar al fondo de varias investigaciones en marcha, en especial sobre los negocios de la trama Cerdán-Ábalos-Koldo. Por otra parte, las denuncias de mujeres sobre acoso por parte de dirigentes del PSOE. El problema de los socialistas, tanto en una cuestión como en otra, es que no han sabido reaccionar a tiempo. Nos dicen que detectados los casos concretos se ha actuado con diligencia. Pero lo cierto es que se ha hecho con retraso, y de forma contundente sólo cuando el asunto ya era de conocimiento general, por medio de la aparición de noticias en los medios de comunicación.

Sin embargo, el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos, nos acaba de informar de que el PSOE ganaría las elecciones con nueve puntos de ventaja sobre el PP si las elecciones se celebraran ahora. Es una predicción bien arriesgada, teniendo en cuenta que la recogida de datos se hizo cuando Ábalos ya había ingresado en prisión y después de que el ex director de Análisis y Estudios de Presidencia del gobierno español, Paco Salazar, hubiera sido denunciado por conducta machista por dos mujeres que habían trabajado en su equipo. La encuesta sitúa las expectativas del PSOE en un 31,4 por ciento de los votos, mientras que las del PP se quedan en un 22,4 por ciento. Ya sabemos que los populares tienen un problema grande por la competencia de Vox, que bajaría 1,2 puntos y lograría el 17,6% de los votos. Es natural que Feijóo no lo pueda ni quiera creerlo, pero estos pronósticos deben resultarle muy desalentadores, mientras él y su partido reclaman elecciones constantemente.

Para Pedro Sánchez, en cambio, predicciones de este tipo constituyen un refugio psicológico. Otro ya no habría sido capaz de llegar hasta aquí en una legislatura como la actual. Este lunes tiene una comparecencia informativa de balance que ha generado lógicas expectativas, pero es improbable que salgan anuncios relevantes. Hay voluntad de reponerse sin un cambio de gobierno a fondo, entre otras razones porque una operación de este tipo no es fácil de improvisarla en un fin de semana. En cualquier caso, ha llamado la atención que este año se haya anticipado una convocatoria que tradicionalmente tiene lugar en la Moncloa la última semana de diciembre. ¿Por qué la anticipación? ¿Será que Sánchez quiere tener días libres para Nochevieja para recibir gente y meditar las iniciativas que le hacen falta si quiere intentar un relanzamiento de actividad en enero? Tras la rueda de prensa de la mañana, por la tarde habrá en el mismo palacio la habitual copa de Navidad con los medios de comunicación. Habrá que ver si en este segundo escenario se pueden sacar más datos sobre lo que haya quedado incumplido por la mañana.

En una situación como ésta, con el partido claramente desmoralizado, lo último que puede hacer el PSOE es marcharse de vacaciones sin propósito de enmienda. La mezcla de los hechos de corrupción con los que demuestran pasividad, sino ocultación, ante los casos de acoso, o de trato agresivo y machista a las mujeres que lo han denunciado, es muy grave porque afecta a pilares esenciales de la actividad de cualquier organización. Y más si la conducta observada contradice los postulados, el programa electoral y los compromisos de un partido que proclama la intolerancia en lo que se refiere a las actuaciones de los corruptos y la máxima sensibilidad para garantizar la protección de los derechos fundamentales. Una fuerza política que se define como feminista y rigurosamente defensora del derecho a la igualdad no puede contemporizar con casos como los de Paco Salazar. Para el propio Sánchez debe ser muy decepcionante e inasumible comprobar cómo le han fallado de nuevo algunos de los dirigentes que había situado en posiciones de poder e influencia muy cercanos.

Lógicamente, Feijóo no deja de utilizar esta proximidad para referir todas las críticas a la persona y la actuación del líder socialista. El drama del PP es que ya puede ir diciendo y gritando todo lo que quiera, que mientras no pueda articular una mayoría para plantear una moción de censura, su voz le escucharán los convencidos, pero sin efectos que le acerquen a una nueva cita electoral. La apuesta que ahora podría hacerse consiste en concluir que si el panorama no cambia o, peor aún, si se sigue agravando en los próximos meses, lo lógico sería ir a elecciones en octubre o noviembre del 2026, sin esperar a un final de legislatura que puede ser más agónico. El PSOE tendrá una oportunidad si el PP no obtiene las mayorías que busca en las elecciones autonómicas anunciadas. Primero será Extremadura, el próximo 21 de diciembre; después Aragón, en febrero; Castilla y León, en marzo, y Andalucía, en junio.

La falta de aliados del PP

En el 2023 los pactos territoriales del PP y Vox fueron un regalo para Sánchez, que los utilizó a fondo para movilizar el voto de quienes temen la gestión de un PP condicionado por la extrema derecha. Por eso mismo tendría lógica que el PSOE intente ganar tiempo y hacer buena cara cada vez que le niegan el voto en el Congreso, con el objetivo de esperar a que el PP no consiga salir del laberinto de sus relaciones con Vox. Para Feijóo debe ser un sufrimiento comprobar todos los días cuál es la realidad parlamentaria. Los populares denuncian que el PSOE va perdiendo aliados. Sin embargo, si miramos bien, quien lo tiene peor es precisamente el PP. El gobierno sufrirá por aprobar leyes y decretos. El PP, en cambio, sufre por todo, porque lo único que le serviría es contar con aliados para una moción de censura. Y es obvio que no los tiene.

Los socios del gobierno no ayudan al PSOE a ganar votaciones, pero impiden que se caiga, y eso es ahora lo más importante para los socialistas. La única moción de censura con la que puede consolarse Feijóo es la que presentan indirectamente algunos jueces con sentencias como la que ha inhabilitado al exjefe de la Fiscalía, Álvaro García Ortiz. El problema para el PP es que la caída de un fiscal general puede hacer mucho daño a un gobierno, pero hace menos si los argumentos de la condena muestran la ausencia de pruebas objetivas y una conclusión de culpabilidad basada en suposiciones.

stats