Un movimiento que no satisface a nadie y deja a Robles tocada

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La ministra de defensa Margarita Robles hoy en rueda de prensa después del consejo de ministros.

MadridMargarita Robles no ha hablado este martes para los ciudadanos, ni siquiera para sus compañeros de gabinete o los periodistas presentes en la sala de prensa de La Moncloa. Todo su discurso estaba dirigido al CNI, a los 3.000 funcionarios que trabajan en él y que consideran que han sido traicionados con la destitución de una de los suyos, Paz Esteban. Toda la operación del relevo estaba diseñada para minimizar daños internos. Una vez Robles cedió y aceptó que había que cortar la cabeza de Esteban para salvar la legislatura, la ministra puso sus condiciones: ella pilotaría el relevo, no se hablaría de "destitución", pondría a una persona de su confianza y, sobre todo, en ningún caso admitiría ninguna responsabilidad en el escándalo del espionaje a los independentistas catalanes.

Pero pese a sus esfuerzos para hacer ver que aquello no era una "destitución" sino una "sustitución", su argumentación no convenció a nadie: ni a los socios ni, por supuesto, a la oposición. Toda la no explicación sobre el cambio al frente del CNI fue acompañada de múltiples referencias elogiosas a los servicios secretos ("que se dejan la vida en países lejanos para que todo el mundo pueda vivir en libertad") y de un discurso de carácter nacionalista más propio de la derecha que de un gobierno que depende de grupos independentistas. "Yo siempre digo que tenemos que estar orgullosos de España y de los españoles", "A mí me provoca un gran orgullo y satisfacción personal trabajar para España", etc., etc.

La derecha abandona a Robles

Pero este ejercicio fue en vano. El PP y Vox han dejado de considerar a Robles como la única miembro del ejecutivo defendible y ya consideran, igual que los socios de Sánchez, que su posición es "insostenible" y que lo único digno que puede hacer en esta situación es dimitir. Su idilio con la prensa conservadora llega a su fin y el tiempo le juega en contra.

La conclusión es que el movimiento de Sánchez puede no ser suficiente para solucionar la crisis con los socios y a la vez tener un coste muy elevado en términos de opinión pública. Para empezar, la ministra que le cubre el flanco más derechista y jacobino, y también la relación con el deep state, queda tocada, sobre todo internamente. Al CNI no le gusta nada aparecer en las noticias. Pero ser moneda de cambio política todavía menos. Y esto es lo que denotaba el rostro nervioso y tenso de Robles en la rueda de prensa.

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