Los municipios: allí donde todas las alianzas son posibles
Cuestiones como el factor personal entre los representantes y el simbolismo que puede suponer el pacto explican la diferencia con el ámbito nacional
BarcelonaSi una tónica se repite en casi todos los municipios –sobre todo los más pequeños– es que el alcalde suele defender tener manga ancha para pactar con quien quiera (otra cosa es que la dirección de su partido lo deje). Aquellos acuerdos, pues, que son impensables en el ámbito nacional, pueden convertirse en posibles después de las elecciones municipales. El municipio es el lugar donde todas las alianzas son posibles. El ejemplo más claro en Catalunya es la relación que mantienen ERC y Junts con el PSC: en la Generalitat descartan pactar, pero comparten gobiernos en el ámbito municipal. ¿Por qué hay alianzas que solo son posibles en pueblos y ciudades? ¿Por qué motivo la geometría variable sí que es viable a escala municipal?
El ARA ha hablado con politólogos, expertos en competencia electoral, que analizan las razones que se esconden tras este comportamiento de los partidos. Toni Rodon, politólogo profesor de la UPF, señala lo que para él es el factor clave: cuanto más pequeño es el municipio, más prevalece la dinámica personal a la hora de llegar a pactos. Un análisis con el que coincide el politólogo Jordi Matas, que afirma que solo la “influencia de las personas con nombres y apellidos” explica que a veces se produzcan alianzas “estrambóticas” en los pueblos. Pero no solo el factor personal es más importante a la hora de hacer alianzas en los municipios pequeños, sino también el papel de los electores a la hora de votar. En el artículo “Elecciones municipales en España. La personalización del voto” de la Revista Internacional de Sociología, elaborado entre otras por Pedro Riera, de la Universidad Carlos III de Madrid, y Pablo Barberá, de la Universidad del Sur de California, se apunta después de analizar los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas que cuanto más pequeño es el municipio más importa la persona candidata que la ideología del partido. Una evidencia que es más “fuerte”, dice el artículo, en los municipios pequeños y en las elecciones más recientes.
Según la politóloga Gemma Ubasart, las alianzas que “desobedecen” las lógicas nacionales son posibles porque a escala local tienen menos peso los “aparatos de los partidos” y el marco discursivo de los medios de comunicación. “Por eso hay menos dificultad en hacer alianzas que a nivel nacional todavía los partidos no se atreven a hacer”, dice.
Rodon también añade que cuando los municipios son pequeños también hay menos gente que esté dispuesta a dedicarse a la política y esto puede generar dos inercias diferenciadas: o forjan una muy buena relación y suelen llegar a acuerdos a pesar del color político o, por el contrario, tienen relaciones difíciles que hacen que las siglas tomen más importancia. Esta dinámica, continua, es más difícil que se imponga a escala nacional, teniendo en cuenta que a medida que aumenta el nivel administrativo sube también el “simbolismo” de la alianza y, por lo tanto, la influencia que tiene en la estrategia y el relato del partido. Lo ejemplifica con Barcelona, apuntando a que las consecuencias de los acuerdos que se produzcan sobrepasan la localidad.
A lo largo de agosto, en las entrevistas que el ARA ha hecho a alcaldes y jefes de la oposición –casi una setentena– se constata que todos ellos defienden la autonomía local en las directivas que puedan llegar de las sedes nacionales o estatales de los partidos. Por ejemplo, en 2019 los partidos independentistas tenían la consigna de priorizar pactos con las otras formaciones soberanistas, pero en varias ciudades acabaron pactando con el PSC. Los republicanos se aliaron con los socialistas y la CUP para apartar a JxCat de Sant Cugat o Figueres, mientras que Junts se alió con el PSC para gobernar la Diputación de Barcelona.
Precisamente sobre esto, Matas señala que desde las direcciones nacionales de los partidos se intenta influir siempre. Más allá del contexto del Procés, explica que cuando se formó el primero tripartito en la Generalitat hubo consignas para que se replicara la misma alianza en todo el territorio, incluso cuando no era la preferencia local o no era necesario para sumar mayoría absoluta.
¿Motor de cambio?
A diferencia de Rodon y Matas, Ubasart concluye que más importantes que las relaciones personales son los proyectos de ciudad. Explica que la multiplicidad de actores –no solo actúan los partidos nacionales, sino también de locales o agrupaciones de electores– hace que haya más combinaciones posibles y que “se priorice el proyecto de ciudad” por delante de “partidismos”. En este sentido, cree que el municipalismo ha actuado en Catalunya como un “pionero” en nuevas alianzas políticas.