Los países de la UE ya están "cansados" sobre cómo España gestiona la oficialidad del catalán

La mayoría de Estados miembros critican que España "fuerce" plantear la cuestión a los encuentros ministeriales por "cuestiones políticas internas"

Albares entrando en un Consejo de la UE en una imagen de archivo.
23/07/2025
3 min

BruselasEspaña ha hecho que se discuta siete veces en poco más de año y medio sobre la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en el Consejo de Asuntos Generales la UE. La Moncloa insiste y la lleva muy a menudo a la mesa de los ministros de Exteriores, incluso ha logrado que en dos ocasiones se inscriba en la agenda como votación sabiendo que no tenía el apoyo necesario y que, por tanto, no se tomaría una decisión definitiva. La presión, de cara a la galería y especialmente a Junts, puede parecer efectiva, pero está provocando que la mayoría de los estados miembros de la Unión Europea —incluidos algunos de los que a priori son favorables— empiecen a estar "cansados" de que España "fuerce" este tipo de discusiones por "cuestiones políticas internas" y "sin nuevos argumentos" que puedan convencer a los diplomáticas de varios países de la UE en el ARA.

Un diplomático presente en la sala del Consejo de la UE en la que se discutió sobre la oficialidad del catalán el pasado viernes asegura que "la sensación era de fatiga". "Se vio que la mayoría empezamos a estar cansados", indica otra fuente. "Si se vuelve a llevar a un Consejo de Asuntos Generales, puede que la gente pase de estar molesta a irritada", avisa otro diplomático.

En primer lugar, las fuentes consultadas reprochan a la Moncloa que lleve a la mesa de los ministros de Exteriores o de asuntos de la UE una propuesta que ya se ha discutido tantas veces y sobre la que no hay ningún avance. Así, piden que si España considera que debe volver a llevarse al Consejo de Asuntos Generales, al menos debe presentarse con nuevos argumentos. Por ejemplo, critican sobre todo que el secretario de estado para la UE de España, Fernando Sampedro, insistiera en el último encuentro en que no es necesario reformar los tratados de la UE para incluir estas tres lenguas en la lista de idiomas oficiales a pesar de que los servicios jurídicos del Consejo de la UE lo desmientan, tal y como informó el ARA en la víspera.

Las mismas fuentes apuntan a que "la mayoría de países" están "molestos" por la forma en que España lleva la propuesta al Consejo de la UE y que la eleve a los encuentros ministeriales cuando le conviene por "cuestiones políticas internas". "Eso no funciona así", avisa uno de los diplomáticos consultados. En cambio, esta misma fuente asegura que no encuentra ningún inconveniente en que se vaya trabajando sobre la iniciativa a "escala técnica". Es decir, entre los embajadores de los Estados miembros y no de los ministros.

Otros temas más importantes

Cada vez son más numerosos los países que consideran que hay cuestiones más importantes a discutir tan a menudo en plena guerra de Ucrania y Gaza que la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera. Y, además, según fuentes diplomáticas no es sólo una opinión que crece entre los países contrarios a la iniciativa, sino también entre los pocos estados favorables a ellos. "Realmente, no es el momento", dijo en declaraciones a los medios Xavier Bettel, el ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, quien antes se había mostrado a favor de reconocer y defender la pluralidad lingüística de la UE.

Sin embargo, fuentes de la presidencia del Consejo de la UE, que es temporal y el segundo semestre de este año ostenta Dinamarca, no descartan volver a llevar el tema en un encuentro ministerial después del verano cuando se le pregunta por la cuestión. "Sabemos que es una cuestión delicada y estamos dispuestos a facilitar una solución", dicen al ARA fuentes de la presidencia. En este sentido, todo apunta a que es clave que el gobierno danés sea uno de los pocos del bloque europeo que todavía está liderado por la familia socialdemócrata, como la Moncloa. Ahora bien, en el último Consejo de la UE sólo lo incluyó en la agenda como punto de discusión y no de votación, tal y como sí habían accedido en el primer encuentro ministerial de su presidencia, en el que España solicitó poner sobre la mesa la oficialidad del catalán.

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