BarcelonaHasta el 25 de agosto hay tiempo para investir a presidente en Catalunya y todo apunta a que la incógnita no se resolverá hasta el final. Esquerra tiene la clave y sus dirigentes, que son plenamente conscientes de ello, han intentado sin demasiado éxito desviar la atención hacia un hipotético pacto de gobierno entre el PSC y Junts. Por eso es tan relevante lo que ocurra en la primera votación de la legislatura: en ningún caso será definitiva, pero si los republicanos se alinean con los socialistas en la mesa del Parlament se entenderá que allanan el camino hacia el tripartito.
Por eso hay tantas dudas internas. El PSC es quien mejor oferta les ha hecho llegar: con sólo 20 diputados podrían llevarse la presidencia de la cámara. Pero, claro, las connotaciones de este acuerdo no gustan en la calle Calàbria, en plena crisis interna que vivirá hoy un nuevo capítulo con la dimisión –para intentar volver al estilo Pedro Sánchez– de Oriol Junqueras. Si se quedan la presidencia saben, además, que tendrán que litigar con la presión de Junts para investir a un Carles Puigdemont que incluso podría pedirlo desde la cárcel si la amnistía no se aplica de forma inmediata. Una presidencia envenenada a la que los republicanos podrían acabar renunciando por no complicarse aún más la vida.