MadridCinco años después de que el Parlament aprobara una supuesta declaración unilateral de independencia, y una vez ha quedado suficientemente documentado lo que pasó esos días y los posteriores, es necesario hacer algunas consideraciones al respecto.
¿Qué se votó en el Parlament el 27-O?
Lo que realmente se votó en el Parlament el 27-O fue una propuesta de resolución de JxSí y la CUP que tenía en su parte declarativa, que no se vota como tal, el texto que daba luz a la República Catalana. En la parte dispositiva se instaba al Govern a aplicar la ley de transitoriedad jurídica y promulgar los decretos necesarios. Pero nada de todo esto pasó. Para acabarlo de redondear, el texto no fue publicado por el BOPC, el Boletín Oficial del Parlament de Catalunya, y por lo tanto no entró nunca en vigor. Ese día, además, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, declinó ser él el que leyera el texto de la DUI y le pasó la pelota a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. La sentencia del Tribunal Supremo sobre el Procés concluyó que se trató de una declaración simbólica que lo que pretendía era forzar una negociación con el Estado (la famosa teoría del farol), y que nunca hubo ni voluntad ni, sobre todo, capacidad para hacer una independencia unilateral.
¿Cómo se llegó hasta ahí?
A la votación se llega después de que el president Puigdemont, que había decidido convocar elecciones para intentar evitar el 155, rectifique ante la presión de ERC, que lo amenazó con salir del Govern, y la de miembros de su partido (CDC), como Jordi Turull y Josep Rull. Puigdemont llega a la conclusión de que para dar este paso necesita la complicidad de ERC, cosa que no obtuvo.
¿Qué pasó exactamente después?
Puigdemont pretende reunir al consejo ejecutivo en palacio, pero ni el vicepresidente Junqueras ni algunos consellers de ERC acuden. En ese contexto, el president tomó una decisión trascendental: no retirar la bandera española del Palau de la Generalitat. Lo hizo con el argumento de que no quería provocar malestar a la mitad de la población catalana que estaba en contra de la independencia. Este punto demuestra que Puigdemont era consciente en ese momento de que la tensión política estaba provocando una fractura en la sociedad catalana (auspiciada también por los medios de comunicación con sede en Madrid). Desde ese momento, el independentismo se dividió en dos. Por un lado, los que fueron conscientes de los riesgos de esta fractura y actuaron en consecuencia, y por el otro los que la ignoraron.
¿En qué momento se acabó el Govern Puigdemont?
La aplicación del 155 provocó la destitución legal de todo el Govern el día 27 al atardecer, pero se podía pensar que el ejecutivo se mantendría unido bajo el liderazgo de Puigdemont frente a la agresión del Estado. Pero no fue así. El president comunica que la mejor opción es que todo el ejecutivo se exilie para plantear la batalla legal desde el exterior, pero pronto ve que ni siquiera todos los consellers de Junts lo seguirían. En el momento en el que se rompió la unidad de acción, el Govern Puigdemont dejó de existir como tal. Y el independentismo se dividió también entre legitimistas y pragmáticos.
¿Por qué se suspendió la DUI del 10-O?
Ese día el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reclamó públicamente al president que frenara: "Le hablo no solo como presidente del Consejo Europeo, sino también como firme creyente en el lema de la UE Unidos en la diversidad, como miembro de una minoría étnica y un regionalista, como un hombre que sabe qué se siente al ser golpeado por una porra de la policía". Cuando se esperaba en el Parlament la intervención del president, la Agència Catalana de Notícies publicó que Tusk había llamado a Puigdemont citando fuentes de la Generalitat. Pero la llamada no se produjo nunca. Fue una maniobra para justificar la suspensión con el objetivo de iniciar un proceso de negociación con el Estado que era una posibilidad muy remota.
Con posterioridad el president Puigdemont ha declarado que dejar en suspenso la DUI ese día fue un error, pero tampoco se ha explicado qué habría cambiado de sustancial respecto a lo que acabó sucediendo. Si no había nada preparado, como se demostró el 27-O, ¿qué habría ido diferente el día 10?
¿Desde cuándo se hablaba de la opción del exilio?
Aquí las versiones son contradictorias, pero todo el mundo coincide en que el verano anterior al 1-O muchos líderes empezaron a ver que era una posibilidad muy cierta, cosa que demuestra que había poca fe en conseguir la independencia. O al menos que había que tener un plan B. Una de las que hizo consultas a abogados sobre el funcionamiento de la euroorden fue la consellera Clara Ponsatí en el mes de agosto, según explicó ella misma en Vilaweb. De cara afuera, sin embargo, el discurso público no se salía del guion: si el 1-O gana el sí, se implementaría la independencia. Y punto. Por eso cuando el 30 de octubre el president Puigdemont y un grupo de consellers aparecen en Bruselas, la primera reacción en el independentismo es de estupefacción y desorientación. Y cinco años después todavía hay una parte del independentismo (cada vez más pequeña, eso sí) que continúa tan desorientada que de vez en cuando reclama a Puigdemont que levante la suspensión de una DUI que nunca estuvo, y menos ahora, en condiciones de hacer efectiva ante un Estado dispuesto a usar todo su poder coercitivo en contra.