El peligro de los selfis en viaje oficial
Irene Montero ha estado en el centro de la polémica por las imágenes en Nueva York
MadridEn un viaje oficial o de trabajo es casi imposible que no haya algún momento de distensión, un agujero para hacerse una fotografía ante el monumento o el edificio más emblemático de la ciudad de turno. En la era de las redes sociales, en la que exponemos los detalles de nuestra vida en Instagram, Facebook o Twitter, que un dirigente político cuelgue una foto turística mientras está de viaje oficial puede generar simpatía entre sus seguidores, pero también la pueden usar los adversarios políticos como una excusa más para salir al ataque. Es lo que le ha pasado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, con su foto con tres personas de su equipo en Times Square cuando estaba en Nueva York para reunirse con miembros de la administración norteamericana. Las críticas a la ministra –su entorno ha denunciado un ataque machista desde la derecha– vuelven a abrir el debate sobre qué tipo de imágenes tienen que promocionar los cargos públicos cuando van de viaje oficial.
“Si juegas a mostrar los otros yo más allá del político, te puede ir en contra o a favor”, explica el profesor de comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Lluís Pastor, que recuerda que entra en juego “la emocionalidad y la empatía”. “Todos los políticos hace tiempo que buscan la idea de que el político también es persona, más allá de la idea de gestión”, añade el profesor de comunicación política de la Universitat Pompeu Fabra (UPF-BSM) Toni Aira, que también alerta de los riesgos de colgar fotos fuera de su papel más institucional: “Se puede percibir como una frivolización de la imagen política”. Fue el caso, probablemente, de la foto del año 2005 del expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall poniendo una corona de espinas al entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, en un viaje en Jerusalén. Maragall tuvo que pedir disculpas a raíz de las críticas de la oposición y el enojo de la comunidad cristiana, que incluso llevó la fotografía a los tribunales.
¿Una doble vara de medir?
La imagen de la corona de espinas levantó polvareda en un mundo en el que todavía no existían ni Twitter ni Instagram ni Facebook. Veinte años después de aquella fotografía, las redes sociales se han convertido en una herramienta más para la proyección personal de los dirigentes políticos, pero también en un amplificador de las polémicas. Irene Montero no colgó en su perfil de Instagram la fotografía en Times Square, sino que publicitó su viaje oficial en Nueva York con fotografías de las reuniones de trabajo que tuvo. Fueron sus compañeras de viaje las que la hicieron pública en las redes. “Las fotos turísticas en la derecha no son lo mismo que en la izquierda. A la derecha se le permite hacer fotos relacionadas con lugares de poder, porque son ámbitos en los que no desentonan”, apunta la presidenta de la Asociación de Comunicación Policía, Verónica Fumanal, que asegura que hay una “doble vara de medir” las fotos en función de si vienen de líderes de izquierdas o de derechas.
La campaña de desprestigio de la derecha contra Montero se ha hecho evidente en los últimos días: el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, consideró que el viaje era “de una ministra y sus amigas” haciendo “turismo en Nueva York” –el ministerio había hecho pública la agenda de reuniones–. Curiosamente, el líder popular no vio turismo en la foto que la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y su equipo se hicieron en Times Square el septiembre pasado en un viaje también pagado con dinero público. Ni tampoco la que se hizo en el mismo lugar de Nueva York el coordinador general del PP, Elías Bendodo, en 2016 cuando era regidor del Ayuntamiento de Málaga y presidente de la diputación de esta provincia.
Hace poco más de un año, Feijóo colgó un selfi ante el Manneken Pis de Bruselas, donde se había desplazado para hablar del Jacobeo el noviembre del año pasado cuando todavía era presidente de la Xunta; una de las pocas fotografías que se salen de la imagen “sobria” que el dirigente gallego quiere mostrar en las redes, explican desde su equipo en el PP.
“La imagen no tiene que chirriar mucho respecto de lo que eres”, subraya Aira. Es la faceta de presidenciable que también transmiten los presidentes español y catalán, Pedro Sánchez y Pere Aragonès, que se ciñen a publicar el trabajo institucional de sus viajes en las redes. En Moncloa aseguran que no hay una estrategia pensada sobre qué fotos publicar de los viajes, mientras que en la Generalitat admiten que no se cierran a publicar de espacios que no sean estrictamente reuniones institucionales del viaje. La consellera de Exteriores, Victòria Alsina, suele publicar siempre imágenes muy institucionales, con pocas excepciones, como la foto del abrazo con Lluís Llach cuando visitó Senegal. “Dependerá del presidente que quieras ser y de la imagen que quieras proyectar”, concluye Pastor.