Euskadi

El PNV no hace prisioneros, aunque sea el lehendakari

El partido ha elegido a Imanol Pradales para rejuvenecerse, pero insiste en el mismo perfil político y de gestión

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El lendakari Iñigo Urkullu durante un minuto de silencio en el Parlamento vasco.

VitoriaLa dirección del PNV ha tirado por la calle del medio. Sin medias tintas, aunque su decisión arrinconara a la persona que hasta hace poco era su principal activo. Ni relaciones personales, ni nada. El PNV no hace prisioneros. Iñigo Urkullu ha sido la víctima de la dirección de un partido que ve cómo sus pésimos resultados electorales vaticinan el posible sorpasso de EH Bildu, el otro gran referente del país. La decisión podría haber sido dura, pero la filtración a El Correo del viernes deja claro que ha sido traumática. Aquí el fondo es la forma. Urkullu no dijo al Euzkadi Buru Batzar (EBB) que no quería seguir, sino que fue al revés: la dirección del PNV le ha señalado la puerta a Urkullu.

El distanciamiento entre Andoni Ortuzar e Iñigo Urkullu se ha ido fraguando a golpe de derrota electoral. Hasta hace poco eran personas muy cercanas (incluso amigos); ambos se conocen desde que eran jóvenes y militaban en EGI (las juventudes jeltzales); formaban parte del grupo que se conoció como los jobubisjóvenes burukides bizkainos–, al que también pertenecían otros dirigentes como José Luis Bilbao o Aitor Esteban. Este grupo ha dirigido el PNV, si exceptuamos los cuatro años en los que Josu Jon Imaz estuvo a la cabeza (2004-2008) desde que Xabier Arzalluz se marchó. Era la generación post-Arzalluz. Hay que recordar que Urkullu fue presidente del EBB (2008-2012) antes de ser lehendakari. ¿Quién le sustituyó? Por supuesto, Andoni Ortuzar.

Quienes conocen al todavía lehendakari saben que, si le hubiesen planteado no repetir como parte del rejuvenecimiento del partido, seguramente hubiese aceptado irse. Pero lo que no podía consentir es que se cargara contra él y su gobierno, haciéndole responsable directo y único de los malos resultados electorales. Ante la indecisión del EBB, Urkullu continuó postulándose, incluso opinando de cuestiones que corresponden al partido y no al lehendakari y metiéndose, de esta forma, en terreno pantanoso; hasta que la situación se ha hecho insoportable. Porque el tiempo electoral se achica y por el deterioro, más todavía, de la marca.

El PNV sabe desde hace tiempo que debe hacer una reflexión interna que le lleve a una nueva estrategia ganadora. La realidad le está diciendo que cada vez se está alejando más de la sociedad vasca y, sobre todo, de las nuevas generaciones; que debe diseñar un nuevo modelo de gobernanza porque la gestión que está haciendo de materias como la educación o la sanidad le está pasando factura. Por falta de tiempo o por falta de ideas, o por ambas cosas, lo cierto es que no ha sido capaz de dar respuesta a ese cambio de ciclo. La elección de Imanol Pradales como candidato viene a rejuvenecer al partido (tiene 15 años menos que Urkullu), pero insiste en el mismo perfil político y de gestión.

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