La profecía de Iceta con los indultos
La medida, que le costó una campaña, le sirve ahora a Sánchez para el diálogo
Barcelona13 de diciembre de 2017. Faltan ocho días para las elecciones del 21-D, convocadas por el gobierno de Mariano Rajoy a golpe de 155. Miquel Iceta lleva poco más de una semana de campaña convencido que, en un contexto de máxima polarización por los hechos de octubre, se puede convertir en una figura de consenso para liderar el Govern. A pesar de que sus expectativas son buenas, después de dos décadas de caída de los socialistas en las urnas una entrevista a RAC1 lo cambia todo. “Yo pediría el indulto de los encarcelados si hay sentencia condenatoria”, dice Iceta sobre los presos políticos. Un responsable de redes del PSC, que va publicando tuits de sus respuestas, se para en seco. Mira hacia el equipo de prensa y se interrogan con sorpresa, pero acaban difundiendo el mensaje de Iceta. Once palabras que condenarán la campaña del partido, darán alas al unionismo más fuerte y forzarán a PSC y PSOE a justificarse durante los cuatro años siguientes; hasta ahora, cuando Iceta, que se autoproclama irónicamente como “padre de los indultos”, forma parte del gobierno español que está decidido a conceder la medida de gracia para canalizar el diálogo.
“El tiempo me dará la razón”
¿Qué pasó, sin embargo, después de que pronunciara la palabra maldita? Nervios, incomodidad y malestar son términos que repiten al ARA una docena de personas implicadas en aquella campaña del PSC. Si bien todo el mundo creía que las declaraciones del candidato tendrían un efecto bumerán, la mayoría no se imaginaba que la polémica se haría tan grande. Hubo dos, sin embargo, que lo vieron desde el primer momento. Cuando Iceta volvió de la entrevista, en la sede del partido -entonces en la calle Nicaragua- se le acercaron dos de sus asesores para el 21-D: el consultor político y publicista Xavier Domínguez e Isaías Pancho Táboas, número dos de Presidencia durante el Govern de José Montilla, amigo de Iceta y ahora presidente de Renfe. “¿Sabes que esto que has dicho tendrá un coste electoral?”, le dijeron. “Quizás sí, pero prefiero pagar un precio electoral que uno de político, y el tiempo me dará la razón”, respondió Iceta.
Fuentes próximas al ahora ministro aseguran que él siempre había defendido que habría que encontrar un mecanismo para “cerrar heridas”; de hecho, incluso públicamente: pocos días antes de pasar por RAC1 ya había puesto sobre la mesa el escenario de los indultos al ARA y a eldiario.es. Pero sus palabras no tuvieron tanto eco como en el programa de Jordi Basté. A pesar de que en el PSC muchos conocían -o compartían- su planteamiento, hubo unanimidad en la idea de que fue un error hacer aquellas declaraciones en plena campaña, tan solo dos meses después del choque entre Catalunya y el Estado y con Ciudadanos capitalizando los ánimos de venganza contra el Procés de una parte del electorado.
“La sensación fue muy parecida a cuando Pere Navarro dijo que el rey tendría que abdicar”, añade un antiguo colaborador de Iceta. Y la reacción del PSOE fue en la misma línea. En Ferraz no se esperaban esta salida del candidato: “Hubo llamadas de preocupación desde la secretaría de organización diciendo que esto se tendría que haber hablado o coordinado antes”, recuerda una fuente. Quien tuvo que gestionar aquella crisis fue, precisamente, Salvador Illa, responsable de organización del partido catalán y director de aquella campaña. La “tensión” con Madrid era evidente, apunta uno de los consultados. “Es su opinión, que respetamos, pero en todo caso es la suya”, dijo la número dos del PSOE, Adriana Lastra, sobre el posicionamiento de Iceta.
Contexto electoral a lado, Iceta habló de los indultos cuando ni siquiera había fecha para el juicio del Procés. Y por eso un día después admitió que su idea era “prematura”, un término que repetiría en cada ocasión desde entonces. “Esto tiene que quedar aquí”, dijo. Pero el mal ya estaba hecho. A pesar de intentar reducir la exposición pública del candidato e intentar centrar la campaña en otros temas, Cs orquestó una ofensiva contra PSC para ganar ventaja. “Las encuestas nos daban hasta 25 diputados y en tres días caímos en picado”, recuerda uno de los cargos que seguía los sondeos en Nicaragua. “Se perdieron al menos seis diputados por el tema de los indultos, y todos fueron a parar a Cs”, añade uno de los asesores del partido.
El PSC consiguió solo 17 diputados -uno más que en 2015- y, desde entonces, el tabú de los indultos se guardó en la recámara hasta que el contexto permitió volverlo a explotar. En septiembre de 2019, poco antes de que el Supremo dictara sentencia, Iceta volvió a afirmar que los presos podrían pedir el indulto, en respuesta a los llamamientos de amnistía del independentismo. Y justo un año después el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero avalaba las “vías de generosidad” con los encarcelados. “Hay que superar tiempo nefastos”, se sumaba el mismo Pedro Sánchez al cabo de dos meses.
Un contexto más favorable
Había llegado el momento. Y ahora, una vez pasadas las elecciones del 14-F, con ERC agitando la vía pragmática desde la Generalitat y con dos años de cuello de legislatura, el PSOE está convencido que tiene margen para contrarrestar el precio que supondrá la más que probable concesión de la medida de gracia. E incluso ha conseguido el apoyo de la vieja guardia más jacobina.
“Una vez más, queda acreditada aquella expresión de Iceta, profeta ”, apuntan fuentes próximas al ministro, que no se arrepiente de las once palabras que probablemente contribuyeron a acabar con sus aspiraciones de presidir la Generalitat. “Se ha demostrado que tenía razón, y no es la primera vez”, remarca una de las fuentes consultadas. ¿Será la última? En marzo de 2019 también encendió la polémica cuando afirmó que “si el 65% de los catalanes quieren la independencia, la democracia tiene que encontrar un mecanismo para habilitarla”. Parece más difícil, eso sí, que también se acabe convirtiendo en padre del referéndum.