El 14-F brinda la presidencia a Aragonès a pesar de la victoria del PSC

El triple empate se deshace con JxCat en la tercera posición y el independentismo supera el 50% de los votos

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BarcelonaEl PSC ha ganado las elecciones al Parlament de Catalunya con más de 625.000 votos, pero ha empatado a 33 escaños con ERC, que recauda más de 580.000 votos. El resultado de los socialistas está muy por encima de los 17 escaños que tenía en 2017. La operación Salvador Illa ha funcionado y ha capitalizado bajo el paraguas del PSC al voto no independentista, porque los socialistas han recuperado 16 escaños, en especial en el área metropolitana, ciudades en las que en las últimas elecciones había ganado Ciudadanos. Los naranjas, que fueron vencedores en las elecciones del 2017, quedan encogidos en el mapa: consiguen solo 6 escaños, 30 menos que en 2017. El batacazo no tiene precedentes: Cs ha pasado de primera a séptima fuerza en el hemiciclo.

A pesar de que Illa se comprometió a presentarse a la investidura en caso de que ganara las elecciones, no lo tendrá fácil para ser president del Parlament. Las dos fuerzas que se disputaban el liderazgo del bloque independentista se han intercambiado y ERC ha superado a Junts por 34.000 papeletas: obtienen 33 escaños versus 32. Habrá que ver qué alianzas se llevan a cabo después del desgaste de la última legislatura pero está claro que si se mira por bloques y se suman las fuerzas independentistas, estas revalidan el liderazgo y podrían gobernar cómodamente en caso de pacto tripartito, puesto que la CUP consigue hasta 9 escaños. Los amarillos se recuperan de la bajada del 2017 gracias al liderazgo de Dolors Sabater.

Las elecciones dejan un récord de 74 escaños independentistas en el Parlament (en 2015 eran 72, y en 2017 eran 70), cuando la mayoría absoluta del hemiciclo es de 68 escaños. El independentismo incluso supera el 50% de votos. El PDECat queda fuera del hemiciclo, pero consigue más de 70.000 votos que, si hubieran recaído en Junts, habrían servido para convertir a la formación de Puigdemont en segunda fuerza, muy por delante de ERC.

Vox irrumpe en el Parlament

En el bloque no independentista, además de la victoria del PSC y la caída de Cs, la noticia es la irrupción de Vox en el Parlament, que lograría unos resultados extraordinarios, con 11 escaños y situándose en la cuarta fuerza. El PP de Alejandro Fernández se hunde a 3 diputados: con el peor resultado de la historia, el PP se queda sin grupo parlamentario. El PP ya ha tendido la mano a un pacto constitucionalista. Ahora bien, si miramos el bloque no independentista, sumaría solo 53 diputados, lejos de los 69 necesarios.

Fuera de la lógica de bloques (anti-)independentistas, En Común Podem se queda con 8 escaños, los mismos que en los anteriores comicios. Pero incluso si se suman todas las fuerzas constitucionalistas, salen 61 escaños, también por debajo de la mayoría absoluta, de manera que las opciones de Illa son complicadas si no quiere mirar hacia los independentistas.

Así pues, queda la opción de abordar los pactos en función del eje derecha-izquierda, teniendo en cuenta que ERC es un apoyo del gobierno español. Si se retiran los vetos mutuos, sería posible un tripartito de izquierdas con PSC, ERC y comunes, que sumarían también 74 escaños, pero esto implicaría que ERC diera la presidencia al PSC. Los comunes ya han pedido sentarse los tres en una mesa el día después de las elecciones.

La participación más baja de la historia

A pesar de la excepcionalidad de estas elecciones debido a la tercera oleada del covid, la jornada ha transcurrido sin más incidentes que las colas registradas en muchos colegios electorales. Todas las mesas han quedado constituidas con normalidad a las 10 de la mañana y la mayoría de ciudadanos han afirmado que el dispositivo garantizaba la seguridad de los electores. Aun así, a lo largo del día la participación se ha mantenido más baja que en los comicios del 2017, que llegaron al récord histórico del 79,09%. La participación está por debajo del 54%, la peor de la historia. Otros procesos electorales recientes en el Estado también han registrado sus peores cifras de participación de las últimas dos décadas, el 49% en Galicia y el 50,8% en el País Vasco.

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