Quien es quien en la pugna por el futuro de ERC
Los partidarios de la renovación de liderazgos se sitúan junto a Rovira y Aragonès, mientras que los que defienden la continuidad se sitúan en torno a Junqueras
BarcelonaDesde que Oriol Junqueras tomó las riendas de ERC, el 1 de octubre del 2011, había logrado imponer una disciplina que había alejado la formación de la lucha cainita en la que había estado inmersa sólo tres años antes. Los republicanos tienen grabado a fuego el congreso que partió por dos (o por tres o por cuatro) el partido, en el que se enfrentaron Joan Puigcercós y los herederos de Josep Lluís Carod-Rovira. Junqueras lleva casi trece años pilotando una Esquerra que ha tocado el cielo con la mano y ha llegado a hitos tan relevantes como la primera presidencia de la Generalitat después de la Segunda República. Pero el ciclo ascendente se ha ido torciendo, precisamente cuando han estado presidiendo el Govern. Y cuando van malos datos es cuando empiezan a aflorar las tensiones internas que hasta ahora se habían mantenido enterradas. Todo ha terminado estallando esta semana, tras el batacazo del 12-M, cuando por primera vez Junqueras ha visto cómo pesos pesados del partido le cuestionaban su papel.
El líder de la formación no ha seguido los pasos de Pere Aragonès ni tampoco de Marta Rovira, sino que ha optado por el camino contrario: quiere convencer a la militancia de que él es el más indicado para seguir liderando el partido en la actual situación de crisis. Las dos facciones hasta ahora enterradas hace tiempo que van definiendo sus estrategias con el convencimiento de que el ciclo electoral les pasaría por encima: unos se han ido preparando para cerrar el ciclo Junqueras y otros para combatir estas pulsiones. En la ejecutiva del miércoles se llegó a la cabeza de la calle. Más de cuatro horas de reunión en las que Junqueras no recibió los apoyos que esperaba, sino que buena parte de los dirigentes se situaron junto a la estrategia que dibujaba Marta Rovira: realizar una transición "tranquila", al estilo de la del 2011, cuando ella y Junqueras llegaron a la dirección. Es decir, llevar a Esquerra a un congreso –no inmediato, sino a finales de año– que sirva para renovar su cúpula y también revisar, si es necesario, la estrategia programática.
Para predicar con el ejemplo, Marta Rovira anunció que ella no optaría a la reelección como secretaria general, una decisión que llevaba tiempo meditando y que puso por escrito en una carta, que se leyó como respuesta a la que un día antes hizo pública a Junqueras. El pulso estaba servido. La decisión de la número dos de los republicanos recibió muestras de apoyo explícitas y de agradecimiento por el trabajo realizado desde las redes, empezando por el todavía presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, pero también de miembros de la dirección del partido como el presidente del Consejo Nacional, Josep Maria Jové; consejeras como Ester Capella o Tania Virgen; la portavoz del partido Raquel Sans, y la diputada en el Congreso Teresa Jordà. La mayoría se han puesto junto a las tesis de Marta Rovira.
Ahora bien, pese a la afinidad con la número dos de Esquerra, personas como Raquel Sans han querido mantener un papel más bien neutral, junto al vicesecretario de comunicación, Oriol Duran, que ha adoptado un rol de bisagra, o también de la candidata a las europeas, Diana Riba, y el todavía consejero de Empresa, Roger Torrent. Tanto Dolors Bassa como Carme Forcadell también tienen afinidad con Marta Rovira, pero muestran respeto por el movimiento de Junqueras. Desde hace tiempo Rovira se ha puesto el partido en la espalda y ha tenido a su lado a personas como la vicesecretaria general de derechos, libertades y lucha antirrepresiva, Marta Vilaret, o la portavoz Marta Vilalta, que también ha estado conectada con equipo de Aragonès.
La pugna Junqueras-Palau
El gesto de Rovira también tenía el aval de miembros del ejecutivo como la vicepresidenta del Govern, Laura Vilagrà; la secretaria general de la Presidencia, Núria Cuenca, o el viceconsejero de Estrategia y Comunicación, Sergi Sabrià. Precisamente Sabrià es una de las personas que han estado moviendo los hilos en Palau en estos últimos tres años y que más discrepancias tienen con Oriol Junqueras. Ya hace meses que hay una pugna enterrada entre el presidente del partido y el equipo de Pere Aragonès en el Govern. Mientras Junqueras considera que se le dejaba de lado en la estrategia que seguía al ejecutivo y que no se le comunicaban las decisiones importantes –él era contrario, por ejemplo, al adelanto electoral–, en Palau entendían que el líder republicano se estaba construyendo un perfil que actuaba de contrapoder.
Todo ello se acaba visualizando esta semana: Aragonès y Rovira dan un paso atrás y dejan a Junqueras solo con su intención de liderar el partido si la militancia lo avala. La decisión del presidente de los republicanos la avaló el vicesecretario de coordinación interna, Oriol López, junto al secretario de movilización y coordinación municipal, Santi Valls, o también la presidenta de la federación de Barcelona, Eva Baró. Junqueras también ha recibido el apoyo incondicional del líder del grupo en el Congreso, Gabriel Rufián, y del ex secretario de organización del partido y actual presidente del Puerto de Barcelona, Lluís Salvadó. Joan Ignasi Elena, consejero de Interior, también se puso junto a Junqueras, además del delegado del Gobierno en Madrid, Joan Capdevila. El secretario de organización, Pau Morales, siempre ha estado cercano a Junqueras, pero, como también ha hecho el secretario general adjunto de estrategia, comunicación y coordinación institucional, Juli Fernàndez, ahora ha adoptado un papel más bien neutral para poner rumbo al congreso.
Junqueras abandonará el cargo a partir del 10 de junio y se centrará en el "proceso de escucha" en el territorio que ya ha comenzado hace meses. El objetivo es ahora saber si la militancia avala su paso adelante. Su intención es presentar batalla a los críticos al estilo de lo que hizo Pedro Sánchez en el PSOE en el 2017. Y, de momento, no tiene una alternativa clara por delante. ¿Los críticos con Junqueras prepararán una? Por ahora, esta pregunta no tiene respuesta, aunque fuentes del partido lo dan por sentado. Lo que está por ver es si las reticencias a la decisión de Junqueras son solo de cuadros dirigentes o ese malestar también ha calado en la militancia. El veredicto, a lo sumo, el 30 de noviembre.