El rumbo del Procés, en manos del 14-F

JxCat, Esquerra, la CUP y el PDECat discrepan en la diagnosis y la hoja de ruta a seguir después de octubre de 2017

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Núria Orriols i Quim Bertomeu
3 min
Más de medio millón de personas participaron en el acto de la Fiesta en Barcelona.

BarcelonaDesde la proclamación de la independencia en 2017 el independentismo no comparte un rumbo definido. Las elecciones del 21 de diciembre de ahora hace tres años, convocadas por el gobierno español en virtud del artículo 155, sirvieron para recuperar la mayoría absoluta en el Parlament de JxCat, Esquerra y la CUP, pero no llevaron a la unión estratégica de las formaciones políticas. Al contrario: desde el 30 de enero, con la investidura fallida de Carles Puigdemont, la distancia entre los tres partidos no ha parado de aumentar. En estos comicios del 14 de febrero se hace patente que la división estratégica persiste y que, en función de la correlación de fuerzas de la próxima legislatura, el Procés puede coger un carácter muy diferente (más acelerado o más pausado) e incluso acabar si la presidencia acaba siendo para Salvador Illa (PSC).

Si se analizan los programas electorales de los partidos que se reivindican independentistas se pone de manifiesto que en estas elecciones también se juega qué estrategia tiene que seguir el soberanismo. Solo están de acuerdo en el hecho de que la amnistía es la solución idónea para presos y exiliados, puesto que en el resto divergen: no tienen una diagnosis compartida de lo que pasó en octubre de 2017 y ven caminos diferentes a partir de ahora.

Junts per Catalunya presentó al inicio de la campaña un documento que marcaba su rumbo. Según su programa electoral, si hay más de un 50% de los votos independentistas, se compromete a "ratificar" las declaraciones de soberanía del Parlament del 2013, el 2015 y la proclamación de la República del 2017 para constatar que este es el camino a seguir. Una vez hecho esto, se instaría al Estado a negociar un referéndum acordado, además de apelar a organismos europeos y, si el gobierno español se mantiene en "el inmovilismo", el gobierno de la Generalitat tendría que estar dispuesto a tomar "decisiones unilaterales". El partido de Carles Puigdemont promete mantener la tensión con el Estado y hacer "los preparativos" para activar la declaración de independencia cuando se pueda "defender", en palabras de la candidata, Laura Borràs.

La propuesta de ERC difiere sustancialmente. Los republicanos defienden la vía del diálogo con el Estado para conseguir un referéndum pactado y dejan en un segundo plano –o tercero– la unilateralidad. Precisamente este lunes han hablado los dos máximos dirigentes del partido, Oriol Junqueras y Marta Rovira. Consolidando a las puertas del 14-F el giro pragmático que ha dado el partido en los últimos años, han defendido que si los independentistas quieren avanzar tienen que ser "más y más fuertes" y han criticado los "atajos temerarios" otros partidos. En términos similares, el PDECat también propone el referéndum acordado como la única vía para lograr la independencia y aparca la unilateralidad. A diferencia de los republicanos, sin embargo, la candidata, Àngels Chacón, propone que haya un mientras tanto en el que se explore la reforma de la financiación autonómica y no descarta tampoco un cambio en el Estatut si es para reducir la dependencia estatal.

La CUP plantea una alternativa muy diferente a la de Junts, Esquerra y el PDECat. Descarta la declaración de independencia que propone Borràs y apuesta por hacer otro referéndum unilateral antes del 2025, es decir, en la próxima legislatura. Su idea es situar la desobediencia civil en el centro de la acción política y la autotutela de derechos para promover una insurrección democrática con una movilización sostenida. Es decir, admiten que sin un conflicto abierto con el Estado no habrá posibilidad del ejercicio de autodeterminación.

En cuanto a los partidos que ahora conforman el ejecutivo del Estado, socialistas y comunes, tampoco tienen el mismo planteamiento. Como Esquerra, los de Jéssica Albiach proponen la mesa de diálogo para resolver el conflicto y que la ciudadanía vote el acuerdo al que se llegue. Defienden un referéndum acordado, pero durante la campaña ya han dicho que no quieren generar expectativas a corto plazo: se decantan por una mejora del autogobierno hasta que cambie la correlación de fuerzas del Estado. El PSC no habla de consultas ni de referéndums y se limita a proponer una mejora de la financiación y avanzar hacia una reforma constitucional en sentido federal una vez superada la situación de polarización.

Mano dura contra el independentismo

El tercer bloque en discordia en cuanto al Procés lo conforman Cs y el PP. Los naranjas mantienen la retórica dura contra el independentismo y no quieren oír hablar ni de diálogo ni de distensión. Una de las pruebas más evidentes es el programa electoral, que propone impedir que los presos y los exiliados se puedan presentar a las elecciones. "Queremos que [el Procés] solo quede como una pesadilla", dijo el domingo la líder del partido, Inés Arrimadas. En cuanto a los populares, no incluyen ninguna propuesta sobre autogobierno en su programa. La batalla que plantean es básicamente dialéctica con su candidato, Alejandro Fernández, recetando "firmeza constitucional" para que la "concordia" vuelva a Catalunya.

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