PASOS PERDIDOS

El salto hacia atrás de Sánchez al PSOE de antes de 2017

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MARIONA FERRER I FORNELLS
2 min
El presidente español, Pedro Sánchez, con algunos de sus ministros en una foto de archivo.

MadridCuando Yolanda Díaz relevó a Pablo Iglesias hace dos meses no paraba de decir que la legislatura empezaba de cero. Pero el verdadero reset en el gobierno español se produjo ayer con una remodelación profundísima del ejecutivo con la que Pedro Sánchez busca enviar sobre todo tres mensajes: que su poder es omnipotente tanto dentro de la Moncloa como también en el PSOE -prescinde de todos los pesos pesados en el ejecutivo-, que hay que poner ya en marcha el engranaje electoral para las elecciones generales de 2023 porque la amenaza del PP y Vox es real, y que casi un lustro después ha conseguido superar el trauma de la guerra civil que se vivió en Ferraz.

El nuevo gobierno también habría podido ser designado en 2016 si Sánchez hubiera conseguido llegar a la Moncloa en lugar de sufrir el golpe de estado de Susana Díaz que le obligó a renacer de las cenizas en 2017 de la mano de un reducido grupo de viaje que lo ha acompañado hasta ahora. Con el adiós político de la líder socialista andaluza -aunque se esté produciendo en diferido- Sánchez ha decidido, finalmente, emanciparse de aquel pasado. Acaba la etapa así de José Luis Ábalos como ministro y secretario de organización, pero sobre todo de Carmen Calvo como la segunda cara de más peso en el ejecutivo español. Y aterrizan, en cambio, figuras que parecían amortizadas, como Óscar López, amigo personal de Sánchez y exsecretario de organización del PSOE, que en su momento decidió tomar partido por Díaz en la pugna interna en el partido. Igual que la nueva portavoz del ejecutivo, Isabel Rodríguez.

Sánchez se cobra también la factura política de los indultos con el fin del mandato del hasta ahora ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, obligado a dar un paso atrás cuando de puertas hacia dentro siempre había discrepado de la estrategia del presidente español; y sobre todo de Miquel Iceta, que, además de Calvo y Ábalos, ha abanderado la pedagogía socialista con la medida de gracia, y ahora ni siquiera tutelará la próxima reunión de la Comisión Bilateral y de la mesa de diálogo. Sánchez vuelve a usarlo de comodín ni siete meses después de haber llegado al cargo y le deja un ministerio maldecido desde 2018: primero con Màxim Huerta, que lo tuvo que dejar de forma relámpago, y después con José Manuel Rodríguez Uribes, que se convirtió en la cuota obligada del PSOE madrileño, pero que no ha conseguido tener un perfil destacado.

El adiós de Iván Redondo es quizás la decisión que mejor explica el cambio de Sánchez en mitad de la legislatura. Bajo la consigna de un rejuvenecimiento y más peso de mujeres, lo que está haciendo sobre todo el presidente español es engrasar la maquinaria electoral del PSOE y colocar todas las piezas para salir todavía más reforzado, si es posible, del congreso que celebrará el partido en octubre. Pero a la vez la decisión demuestra una debilidad: a pesar de superar las heridas de 2016, Sánchez continúa sufriendo por una traición en cualquier momento y no quiere que nadie le haga sombra.

EL DETALLE
  • La travesía del desierto de Ciudadanos está siendo especialmente dura para Inés Arrimadas, que cuando falta una semana para la convención política para reflotar el partido intenta tener mucha presencia mediática. Lo que no esperaba la líder de Cs es que la empresa polaca PGWear también le diera proyección. En una acción en las redes sociales antes del partido Italia-España, utilizó una fotografía suya para ilustrar la afición de la roja. Cataluña ha perseguido Pedro Sánchez durante la suya gira por los países bálticos esta semana. A las preguntas insistentes de los periodistas sobre el fondo del Tribunal de Cuentas y el reencuentro a Waterloo, se sumó miércoles el despliegue de una estelada durante el homenaje que hizo el presidente español ante el monumento por los caídos por la independencia de Letonia, en Riga.
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