A Sánchez ya solo le queda un aliado: el tiempo
BarcelonaCuando las heridas son profundas, solo hay algo que puede ayudar a curarlas: el tiempo. Esta es la única carta que le queda a Pedro Sánchez para intentar superar una crisis que, esta vez sí, tiene toda la pinta de ser definitiva. Pero como el náufrago que se aferra a un tronco en medio de la tormenta y confía en que cuando salga el sol tendrá una playa a la vista, Sánchez piensa que todavía tiene una oportunidad, remota, sí, pero no imposible.
Esta posibilidad de salvación pasa, ante todo, por que no vuelva a haber sustos como el de Paco Salazar y que el caso Cerdán se mantenga dentro del perímetro actual. A partir de ahí, lo único positivo hoy es que pronto empezarán las vacaciones de verano y la política entrará en una suerte de tiempo muerto. Tiempo muerto para la mayoría de la ciudadanía, pero un tiempo muy valioso para él, que puede aprovecharlo para preparar el regreso en mejores condiciones.
En la Moncloa esperan dos cosas: la primera es que en otoño se dé la vuelta a la tortilla y empiecen a aparecer sentencias contra el PP: por el caso Kitchen, por ejemplo, o alguna pieza de la Gürtel que todavía falta. Esto permitirá, confían, empatar el partido. El segundo factor es uno que Sánchez ya ha utilizado en más de una ocasión: jugar con la ansiedad del PP por llegar al gobierno. Cuanto más tiempo de Sánchez, más nervios en el PP y, por lo tanto, más posibilidades de que puedan cometer errores.
La otra arma que tiene Sánchez para jugar la partida, aunque sea a la desesperada, es el control del BOE y la capacidad para introducir temas en la agenda. El presidente español juega a veces a abrir varios frentes a la vez para desconcertar a Feijóo. La financiación autonómica podría ser uno, aunque su favorito es la política internacional. Sánchez sueña con poder ir a las urnas en un momento en el que el debate esté marcado por algún disparate de Donald Trump que deje en evidencia la dependencia de Vox del PP. El miedo del electorado de izquierdas a una revancha de las derechas es, hoy por hoy, la mejor arma de Sánchez. Y el tiempo y la capacidad de jugar con ello para convocar las elecciones, su único aliado.