Lo que tapa (y lo que no) el ruido por las declaraciones de Gabriel Rufián

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El portavoz de ERC al Congreso , Gabriel Rufián, en una imagen reciente.

BarcelonaDetrás de cualquier declaración de Gabriel Rufián acostumbra a quedar siempre una amplia polvareda. Y detrás del polvo, ya se sabe, es difícil ver. Por eso, después de la tormenta suscitada esta semana por las mal calculadas palabras del portavoz de ERC en el Congreso sobre los contactos rusos del entorno del expresidente Carles Puigdemont, ERC y Junts se han acusado mutuamente de alimentar la polémica con el objetivo de ocultar el éxito de la huelga a la enseñanza, los primeros, y la presión judicial sobre la presidenta del Parlament, Laura Borràs, los segundos.

Pero lo que no hay cortina de humo que pueda tapar es que la división entre los dos socios lo impregna todo. A pesar de que desde dentro del Govern consellers tanto de Esquerra como de Junts aseguran que el ejecutivo consigue aislarse del “ruido”, la realidad es que cada vez es más difícil mantener las escaramuzas fuera del Palau de la Generalitat. El propio president, Pere Aragonès, lo ha podido comprender esta semana al ver como su viaje oficial a Alemania quedaba eclipsado por el rifirrafe generado por las palabras de Rufián, que enseguida viajaron desde la sala de prensa del Congreso a uno de los chats de coordinación donde conviven dirigentes de los dos partidos del Govern.

El ruido constante por la tensión entre socios pone difícil a Aragonés cultivar el perfil de buen gestor que prometió cuando llegó al cargo. Y el escenario que se espera los próximos meses no hace pensar en una reducción de la conflictividad. El caso de Laura Borràs, a quien los partidos independentistas tendrán que decidir los próximos meses si aplican o no el reglamento del Parlament -si se le abre juicio oral y se considera que es un caso de corrupción, se la tendría que suspender del cargo-, anticipa más turbulencias, puesto que tanto ERC como la CUP viven con incomodidad la posibilidad de tener que avalar a Borràs. A pesar de que hasta ahora los dos partidos han preferido imponerse prudencia y guardar silencio, consideran que el escrito del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya contra ella por el fraccionamiento de contratos en la Institució de les Lletres Catalanes es demoledor y contiene suficientes sospechas de mala praxis.

Y todo ello en un contexto donde el descontento social derivado de un sistema tensionado por la pandemia y de la incertidumbre por los efectos de lo que pasa en Ucrania pondrá a prueba al Govern. La huelga de docentes de esta semana -con el conseller Josep Gonzàlez-Cambray teniendo que salir a hacer concesiones dos días consecutivos- puede ser solo el preludio de lo que vendrá si la inflación y la subida de precios de la energía y los combustibles no dan tregua. Estos días ya hemos visto las primeras protestas de transportistas y sectores como la ganadería o el taxi pueden ser los siguientes. Y si la espiral del descontento crece, la plaza Sant Jaume será el escenario de la protesta. Mal momento para que sus inquilinos estén haciéndose la zancadilla entre ellos.

El detalle
  • El error de cálculo del PP en Catalunya Nadie se esperaba a principios de año el desastre de Pablo Casado. Tampoco los populares catalanes, que en enero estrenaban nueva imagen en su sede de la calle Urgell de Barcelona con una fotografía gigante de Casado en sustitución de la que tenía de Miguel Ángel Blanco. Ahora, ni tres meses después, se tendrán que dar prisa en cambiarla. Un gasto extra para un partido que no pasa precisamente por su mejor momento.
  • La sorpresa de Torra La decisión el jueves del 'expresident' de la Generalitat Quim Torra de plantar el juicio contra él por desobediencia por haber mantenido la pancarta en el balcón del Palau de la Generalitat pilló a parte del independentismo a contrapié. Tanto que más de uno tuvo que dar media vuelta y volver hacia casa cuando ya hacía rato que se dirigía a la Ciudad de la Justicia para apoyar al expresidente.
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