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El hemiciclo aplaudiendo Pere Aragonés

BarcelonaHacer crónica parlamentaria escrita, ahora mismo, es un género propio: se combina la información de pasillos (ahora llega este, ahora esta se va a tomar un cortado) con la descripción de cosas que el cronista ve, elevadas todas ellas a categoría metafórica o parabólica: un papel que recoge una mujer de la limpieza, la mancha que lleva un político en la ropa, los animales del zoo, que se oyen... Frases cortas. Puntos y aparte. Un estar por encima de aquello. ¿Podré? No podré. Punto y aparte.

Me enseña la puerta de entrada un mosso d’esquadra, que lleva pulseras en la mano derecha, el vestigio de una vida aparte del uniforme. Me voy hacia la sala de prensa a “ver la tele”. En el hemiciclo, por la pandemia, no puede entrar todo el mundo. Le toca hablar al de Vox y algunos periodistas van comentando la jugada, con una gracia que me hace pensar en un programa para Tv3 (esta tele que el hombre quiere cerrar, para ahorrar, de forma que quizás no piensa ni pagar indemnizaciones a los trabajadores). Suelta las expresiones esperadas: “Palmeros”, “voceros”, “los problemas reales de los catalanes” (copyright de Arrimadas) y que los marroquíes que fueron a Ceuta se creían que había un partido de Cristiano Ronaldo (lo juro) y que tienen que volver “con su padre y con su madre”. Que quede claro que no provienen de familias monoparentales o, Dios no lo quiera, no heterosexuales. No sé si sabiéndolo o sin saberlo, cita a Dante (en castellano): “Abandonen toda esperanza”. Si lo sabe, tenemos que pensar que considera que su partido es el infierno.

Salgo de la sala, porque me avisan que ahora entrará Oriol Junqueras en el Parlament y me gustaría verlo. Todos los periodistas se amontonan en el pasillo, para hacerle fotos y cogerle declaraciones. Hay aplausos. “Ahora atenderé a los medios y después hablaré con vosotros”, dice. Después podremos intercambiar unas palabras. “No nos podemos abrazar –dice él–, si nos abrazamos quizás me cerrarán en la prisión”.

Allá, al fondo, está Janina Juli, pareja de Pere Aragonès (Txell Ortiz, periodista de Tv3, me dice quién es; una servidora no es capaz de reconocer las caras). Me acerco. ¿Cómo se le tiene que llamar a la pareja del president? “Janina. Janina y basta”, dice sonriendo, porque no le debe de gustar nada la idea de “primera dama”. En el vestido que lleva puesto veo la mano de Marta Pontnou, que es la asesora de vestuario de Pere Aragonès. “¿Marta Pontnou?”, le pregunto. “Sí”, me responde. Ya me fijé que hace unos días llevaba un mono que tengo medio visto de la marca Uterqüe (tienen oficinas en Tordera). Me hace feliz la gente que tiene en cuenta la ropa, que la valora. La ropa, como el vino, como el teatro, como la música, a veces, por desconocimiento, se considera frivolidad y es, aparte de industria, arte.

El vino del Montsant y del Penedès

“¿Iréis a comer juntos?”, le pregunto, porque siempre me gusta saber dónde va la gente a comer. “Sí, por aquí”, dice. Le pregunto si les gusta el vino, porque sé que él, el futuro president, cocina. Me dice que sí, que le gusta pasear por el Montsant y por el Penedès. Pienso en algunas bodegas admiradas de estas dos denominaciones de origen, pues, que podrían recibir un pedido presidencial. Alemany i Corrio, Can Ràfols dels Caus, Albet i Noya, Família Torres, Can Credo, Avgvstvs, Mas Candí, Pardas, Finca Viladellops, Heretat Montrubí... Y las cooperativas de Capçanes i Masroig, Acústic Celler, Josep Grau, Orto Vins, Venus La Universal, Espectacle, Vinyes Domènech, Cairats...

Vuelvo hacia dentro. Han hablado Dolors Sabater y Jéssica Albiach. Ahora sale al atril Carrizosa, que no tiene aquel tono de regaño de su antecesora, a pesar de que diga las mismas cosas (pero Garriga le ha robado la mayoría de frases). Pienso que cuando diga la palabra esperada, me iré al bar. Y no tarda mucho en decirla. Los “chiringuitos” salen a las 11 h 35 minutos. Todavía estoy a tiempo de oírle decir “Cero pelotero”. Vaya, de “patatero” a “pelotero”. Que difícil, que difícil que es no ahogarse en la parábola. Me levanto. Es hora de tomar algo. Y me encuentro a la diputada Núria Picas, con su patinete, que sale del despacho de Esquerra. En el Catalunya Migdia han explicado que habían visto pasar a unos camareros con Fanta y Coca-cola hacia dentro. “¿No hay cava?”, le pregunto. “¡Sí!”, me responde ella. “Y cerveza”. Sonrío aliviada. “¿Me podrías decir de qué marca?” Ella, que casi no bebe, porque es deportista, y está siempre pendiente de los controles y de todo, me dice que no se acuerda. “Te lo miro, espera”. Me deja el patinete, entra hacia dentro y sale con la información. Cervesa Segarreta y cava Terra Terrae. Así pues, han decidido comprar una cerveza artesana, hecha en Santa Coloma de Queralt, y un cava hecho en una cooperativa, la Covides, en el Penedès. Es la primera cooperativa vinícola de primer grado de Catalunya, si hablamos de volumen. La cosecha anual es de unos 24.000.000 kilos de uva.

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