Las tres guerras de Lambán: contra Catalunya, contra Huesca y contra Sánchez
El presidente aragonés ha boicoteado los Juegos por motivos de política interna y externa que vienen de lejos
Madrid"En Aragón todo el mundo sabía que Lambán no quería los Juegos". Esta frase se repite una y otra vez cuando se habla con diferentes estamentos políticos y sociales aragoneses, pero parece que ni el COE ni la Generalitat fueron conscientes de ello hasta última hora, cuando se estrellaron contra la cruda realidad. Para entender, sin embargo, la posición del presidente aragonés, Javier Lambán, hay que señalar tres factores clave, uno más conocido, y dos que no lo son tanto.
El factor que todo el mundo reconoce, sobre todo el mismo COE y también la Generalitat, es que para un anticatalanista furibundo como Lambán era muy difícil de aceptar una candidatura compartida con Catalunya, y más todavía en una posición de cierta subordinación, puesto que la marca fuerte que servía para vender el proyecto era la de Barcelona. El anticatalanismo es un sentimiento transversal en toda España, pero hay lugares donde ha desarrollado formas concretas, como por ejemplo en Aragón, y en especial en el área de Zaragoza. Lambán es de Ejea de los Caballeros, un pueblo de esta Zaragoza profunda, tocando a Navarra, donde el sentimiento anticatalán todavía es más potente. Solo al presidente aragonés se le acudiría atacar a una figura tan icónica del deporte español como Pau Gasol tildándolo de "catalán", como ha hecho a raíz de las críticas del jugador de baloncesto en la posición de Aragón.
Los otros dos factores son de carácter interno del PSOE aragonés. Hay uno especialmente poco conocido, que es la tensión que tradicionalmente Lambán ha tenido con el PSOE de Huesca, que durante la época de Marcelino Iglesias había sido especialmente poderoso. Para entenderlo hay que remontarse a los 90, cuando el PSOE aragonés era conocido en Ferraz como Beirut, debido a las continuas guerras entre facciones. La pax se logró mediante un pacto entre Huesca y Teruel que arrinconó Zaragoza. Lambán, que antes de presidente de Aragón lo fue de la Diputación de Zaragoza, siempre ha visto con malos ojos el poder de la periferia aragonesa, y no mantiene una especial buena relación con los alcaldes de la zona, como el de Jaca o Canfranc.
Mala relación con Sánchez
El tercer factor es la mala relación de Lambán con Sánchez y como el presidente aragonés ha hecho de los enfrentamientos con el gobierno español una de sus señas de identidad. En realidad se trata de una política que ya practicaron barones del PSOE como el extremeño Rodríguez Ibarra o el castellano José Bono en su día y que les permitía marcar perfil. Lambán, que apoyó a Susana Díaz, es especialmente crítico con el apoyo de ERC y Bildu a Sánchez. El presidente español lo tuvo que llamar al orden cuando Lambán le pidió públicamente que destituyera al ministro Alberto Garzón cuando este criticó la calidad de cierta carne española. Sánchez le llamó para reprocharle que él no era nadie para decirle qué tenía que hacer en su gobierno, igual que él no se metía con el suyo.
En la ecuación del enfrentamiento Sánchez-Lambán se tiene que incluir el factor Pilar Alegría. La actual ministra de Educación es una enemiga íntima de Lambán porque todo el mundo la ve como la sucesora natural, que además tiene la confianza de Sánchez. Ante esta amenaza, Lambán la ha intentado desgastar de forma preventiva. ¿Cómo? Pues pidiéndole que defendiera su postura en el consejo de ministros. El pasado día de San Jorge, día de Aragón, Lambán lanzó este mensaje desde las páginas del Heraldo de Aragón: "Alegría tiene una oportunidad de oro en el consejo de ministros para imponer la sensibilidad aragonesa". Alegría, sin embargo, se ha mantenido impertérrita en todo este debate.
Esta ha sido una guerra de Lambán contra todo el mundo, contra sus enemigos internos y externos, contra el COE y contra Catalunya. Nunca quiso el acuerdo, y Alejandro Blanco es ahora bien consciente de que lo han engatusado con unas negociaciones inacabables que no llevaban a ninguna parte. Ante el peligro de que Blanco explotara contra Lambán en la rueda de prensa del COE, tanto el ministro de Deportes, Miquel Iceta, como el presidente del Consejo Superior de Deportes, José Manuel Franco, le pidieron que se mordiera la lengua. Pero tuvieron un éxito solo relativo porque al máximo dirigente del olimpismo español se le entendió todo.