La última oportunidad para el catalán en Europa

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Una votación en el pleno del Parlamento. PARLAMENTO EUROPEO

BarcelonaEn tres semanas, Pedro Sánchez dejará de ser el presidente de turno de la Unión Europea. Le relevará Alexander de Croo, el primer ministro belga, que ya se prepara para fijar las prioridades de su mandato, entre las que no habrá daño que pese a los independentistas exiliados en Bélgica la oficialidad del catalán en Europa. Tampoco era uno de los objetivos del semestre de presidencia española, pero las elecciones del 23-J ataron el destino de Sánchez a Junts y ERC, y la promoción de la lengua pasó a ser una de las condiciones para investirlo.

En el Congreso de Diputados la oficialidad se logró con una celeridad insultante, lo que demostró que todo era cuestión de voluntad política. Es decir, de mayorías. La complicación añadida a la UE es que la voluntad política se mide con la capacidad de articular la unanimidad. Y, como se ha ido viendo en los últimos meses, que un estado, aunque sea uno de los más importantes de la UE, pida añadir nuevas lenguas oficiales no garantiza que el resto esté de acuerdo. Durante unas semanas incluso llegó a ser una línea roja, especialmente para Junts, que llegó a verbalizar que no iba a investigar a Sánchez si antes no había conseguido la oficialidad del catalán en Europa. Ahora bien, tanto los junteros como ERC han alabado la labor que en los últimos meses ha venido haciendo el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, uno de los que han repetido en el nuevo gabinete de Sánchez. Sin embargo, el próximo martes con toda probabilidad España dejará escapar la última oportunidad clara para conseguir la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera, cuando el Consejo de Asuntos Europeos se reúna también por última vez bajo presidencia española.

¿Qué cambiará cuando España no tenga la presidencia? Básicamente, que perderá la capacidad de incluir los temas en el orden del día de las reuniones. El próximo martes el catalán volverá a formar parte del debate de los ministros de Exteriores comunitarios porque España así lo ha decidido. Ya se habló de ello en las reuniones de septiembre, octubre y noviembre, aunque en esta última la cuestión no se prolongó más de dos minutos, el tiempo suficiente para que el gobierno español presentara la actualización de la propuesta sin que ningún Estado miembro abriera la boca. Bélgica, que será quien hasta el 30 de junio de 2024 podrá priorizar los debates, es de hecho uno de los países que se han mostrado reacios a la ampliación del número de lenguas oficiales. No está solo: Francia, Finlandia y Suecia son otros países en los que no entusiasma la idea y fuentes comunitarias explican que no son los únicos. El problema principal es el efecto llamada de otras lenguas minorizadas que estos estados quieren evitar, y reclaman garantías para que así sea.

Un informe disuasivo

En junio de 2005, los ministros de Exteriores de la UE aceptaron unánimemente que el irlandés se convirtiera en lengua oficial. Luxemburgo, y no Irlanda, era quien presidía el Consejo Europeo, lo que hace que no se pierdan todas las esperanzas en el caso del catalán. Ahora bien, hasta el 2007 no se acabó reconociendo al gaélico como oficial en una adaptación progresiva que, de hecho, no acabó hasta el 2022. Las dificultades de un idioma con muchos menos hablantes que el catalán quizá no faciliten una comparación perfecta, pero los informes preliminares que la Comisión Europea ha empezado a elaborar toman el caso del irlandés como ejemplo. En el último, que se tratará el próximo martes, se calcula que el coste anual de la oficialidad del catalán serían 44 millones de euros. Los cálculos son aproximados, reconocen los técnicos europeos, pero pueden ser disuasorios para algunos estados a pesar de que España ya se ha comprometido a sufragar ese coste (de 132 millones añadiendo el gallego y el euskera). Esto sería así al menos mientras gobierne el PSOE y dependa de las formaciones independentistas para gobernar.

Los detalles

1.
España empieza a romperse en las sillas del Congreso
Hemicicle del Congrés de Diputats

PP y Vox insisten en que los acuerdos entre el PSOE y el independentismo forman parte de un plan perfectamente estudiado para romper España. Gabriel Rufián ironizaba durante la investidura de Sánchez, cuando recordó todas las veces que la derecha ha alertado del mismo, y esta semana lo volvió a hacer la diputada de ERC Pilar Vallugera, cuando vio que había una silla rota en el Congreso: "Poco a poco se va rompiendo España".

2.
Rueda de prensa por PISA
La consellera d'Educació, Anna Simó.

Los resultados del informe PISA abrieron el martes una crisis educativa por los malos resultados de Catalunya. A la polémica se añadieron las primeras reflexiones de la Generalitat, que apuntaban a una sobrerrepresentación de los alumnos inmigrantes en las pruebas. Aunque al cabo de unas horas el propio Govern rectificó, no será hasta este lunes que la consellera de Educación, Anna Simó, comparecerá en rueda de prensa para explicarse.

3.
La polémica fachada navideña de Palau
Uns operaris col·locant els motius nadalencs a la façana del Palau de la Generalitat

A la habitual polémica por el pesebre del Ayuntamiento de Barcelona, ​​se le ha añadido otra este año por la decoración en la otra parte de la plaza. La Generalitat ha colgado carteles en forma de deseos: "Por una Catalunya con más médicos, maestros y mossos", "Por un futuro en libertad" o "Por la igualdad". El debate en las redes ha sido encendido entre quienes aplauden la iniciativa y quienes consideran que se ha manchado la fachada de un Palau con siglos de historia.

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