Ultimátum de la ANC a partidos y Govern: "O independencia o elecciones"
La manifestación reúne a 700.000 personas según la Asamblea y 150.000 según la Guardia Urbana
BarcelonaSi alguien pensaba que la escalada de reproches entre la ANC y los partidos –básicamente ERC– se moderaría durante la Diada se habrá equivocado por completo. El Once de Septiembre más tenso dentro del independentismo ha acabado con una amenaza directa de la Asamblea al Govern : "O independencia o elecciones", le ha exigido su presidenta, Dolors Feliu, delante de miles de personas que gritaban a coro "¡Govern dimisión!". La ruptura entre partidos e instituciones y una parte de la sociedad civil independentista ha llegado a la máxima expresión este domingo, pero ya hace días que se podía presagiar un resultado como este. Sin el president de la Generalitat, Pere Aragonès, presente ni ningún otro representante de la dirección de ERC a la manifestación de la ANC –Carme Forcadell ha estado en la cabecera como expresidenta de la entidad–, Feliu ha reprochado que haya quien intente parar las movilizaciones. "Intentan que seamos pocos, que no se nos escuche", ha criticado antes de exclamar: "¡No nos callarán!".
Ni la ANC ha citado directamente a ERC ni los republicanos lo han hecho con la Asamblea, pero ha habido diálogo -infructuoso- desde la distancia entre las dos organizaciones. En el acto organizado al mediodía por los republicanos, Oriol Junqueras, ha elevado el tono para defender la estrategia de negociación con el Estado por la cual apuesta su partido: "¡Nadie nos callará y no le tenemos miedo a nadie!". Feliu ha parecido responderlo cuando ha sostenido horas después de que "este año la manifestación ha dado más miedo que nunca". En el baile habitual de cifras, 700.000 personas según la organización y 150.000 según la Guardia Urbana han secundado la movilización de la Asamblea.
En una manifestación suelen confluir diversidad de opiniones e ideologías, pero siempre hay un nexo común. En 2012, la entonces presidenta de la ANC, Carme Forcadell, advertía que todo el mundo sería bienvenido a la movilización en el paseo de Gràcia de Barcelona (1,5 millones de personas según la Guardia Urbana), pero que quien fuera sería contado como independentista. A aquella manifestación la han seguido diez más con la misma premisa, hasta que este año se ha añadido ya de manera clara una segunda: el llamamiento de la Asamblea iba enfocada nítidamente contra los partidos políticos y las instituciones. Y el independentismo ha vuelto a responder al llamamiento. Es cierto que quedan lejos las ediciones con más de un millón de personas (la última, la de 2018, con presos políticos y exiliados), pero a pesar de la falta de adelantos nacionales el formato no parece agotado.
La lectura de la Diada
¿Cómo se leerá, pues, la Diada de este año? De momento, Feliu ha aprovechado para situar sobre la mesa la candidatura cívica que la ANC está dispuesta a promover en las próximas elecciones: "Contamos con la gente de base para hacer la independencia. Que no se piensen que nos distraemos ni desmovilizamos con la esperanza poco disimulada que aceptamos conformándonos con el autonomismo". El vicepresidente de la Asamblea, Jordi Pesarrodona, ha sido todavía más contundente cuando ha señalado los dos caminos que la entidad abre a los políticos: "O retirarse u obedecer el mandato del pueblo". Se refiere evidentemente al mandato del 1-O que partidos y entidades reivindicaban en 2017, pero que cinco años después es uno de los motivos de división. Con los partidos, pero también entre las entidades.
El ejemplo evidente de que no hay una estrategia compartida lo ha dado Òmnium Cultural. Su presidente, Xavier Antich, ha sido el penúltimo a hablar en la manifestación de la tarde, donde ha defendido el camino compartido que tienen que seguir haciendo partidos y entidades. "Esto no va de buscar culpables, sino de conseguir cómplices para la independencia", ha señalado en uno de los pocos momentos donde se han escuchado silbatos desde el público (también aplausos). Por la mañana, en el acto político de Òmnium, el único de la jornada donde se ha visto a todo el soberanismo junto, Antich ha reclamado la apertura de un nuevo ciclo en el que hay que sumar nuevos actores para que el independentismo pueda recomenzar después de años sin estrategia.
Silbado y abucheos
La jornada ha empezado con silbatos y abucheos a todos los partidos en el monumento de Rafael Casanova y, de hecho, el sábado por la noche ya fue la tónica en el Fossar de les Moreres. Esquerra ha sido el principal señalado de la jornada y los republicanos no han rehuido este papel en ningún momento. "Chillad más" decía una desafiante Marta Vilalta en el Fossar más allá de las proclamas de Junqueras y Aragonés en el acto del mediodía. El president del Govern ha garantizado que seguirá saliendo a la calle "cada Once de Septiembre" para defender la independencia y se ha comprometido a trabajar para que los catalanes decidan su futuro en referéndum. Por la tarde, en el acto de la izquierda independentista, se han quemado fotografías de la reunión entre Aragonès y el presidente español, Pedro Sánchez.
ERC ha mantenido el pulso con la ANC mientras la CUP y Junts se han sumado a la manifestación y han evitado confrontarse con la Asamblea. La presidenta de Junts, Laura Borràs, había hecho ya por la mañana un llamamiento a ver "a todo el mundo en la calle" porque hace falta "una resistencia activa ante la represión". Y con más distancia se lo han tomado los comunes y el PSC, que han relacionado directamente las peleas entre independentistas con la inacción del Govern. "Catalunya necesita un Govern que, en lugar de pelearse, gobierne", ha concluido el líder socialista, Salvador Illa.
Partidos y entidades independentistas habían descontado que la de 2022 no sería una Diada para rehacer puentes entre ellos. Todos pronostican el riesgo de autodestrucción del movimiento, pero todos consideran que hay margen para reconstruirlo. El examen empieza a partir de ahora.