Abusos sexuales

"De pequeños te dicen que no cojas caramelos de desconocidos, pero no te lo dicen conocidos"

Supervivientes de abusos sexuales en la infancia y la Fundación Vicki Bernadet avisan de que la mayoría de agresores son del entorno cercano

Ester Pujol y Lídia Pujol.

BarcelonaEn un 80% de los casos, el abusador sexual infantil es una persona cercana al círculo más íntimo de la criatura. Padres, familiares, amigos de la familia, profesores, monitores de ocio, curas... Se aprovechan de esta confianza y con "la falsedad de dar amor" engañan al niño, cuando "todavía no tiene capacidad de discernir". La cantante y compositora Lídia Pujol fue una de estas criaturas, que al mirar el documental Infancias rotas a TVE le revuelve todos los recuerdos. Por eso apoya iniciativas como la de la Fundación Vicki Bernadet, que en vísperas del Día Internacional contra el Abuso Sexual Infantil, apela a la sociedad a estar “atenta” para detectar los casos. "Siempre te alertan de que no cojas caramelos de desconocidos, pero nunca te lo dicen de conocidos", señala el artista.

Pero no siempre es fácil que una criatura ponga palabras a las que le está haciendo un adulto de confianza, bien porque no es consciente de los abusos o porque tampoco sabe cómo expresarlo. Hay cierto temor a que no crean su relato y los abusadores puedan castigarlos. La alerta debe estar encendida para detectar “un cambio repentino inexplicable de actitud de la criatura”, apunta Pilar Polo, psicóloga de la Fundación Vicki Bernadet, una de las grandes referentes en la atención a las supervivientes de abusos en la infancia. El grosor de las 1.500 personas que cada año llaman a la puerta de la entidad son personas adultas abusadas durante la infancia.

También Ester Pujol (sin relación alguna con la cantante) sufrió abusos sexuales de un cura durante unas colonias. Corría 1989 y sus padres enseguida la creyeron y la acompañaron, a pesar de las reticencias de aquella época en que todavía había muchos silencios en torno a los abusos. Este apoyo familiar, dice, le ha permitido tener una vida "sana" con una terapia psicológica para superar el trauma. Admite que las víctimas todavía sienten cierta “vergüenza e incomodidad” al hablar de ello, pero está convencida de su eficacia de hablar y denunciar cuando se está a punto personalmente de dar el paso. “El silencio es el mayor cómplice de los abusadores. Siempre que lo rompamos, estamos ayudando a hacer desaparecer ese abuso de poder, que siempre es lo que prevalece en un abuso”, indica.

Cogiendo este hilo, Lídia Pujol invita a las familias o las escuelas “a tener conversaciones en confianza” con criaturas, explicándoles qué es y cómo se expresa el amor, respetando la libertad del propio cuerpo así como el deseo. “Debemos ver y no sólo mirar; escuchar y no sólo escuchar a los niños”, indica Pujol, miembro de la entidad Tolerancia Zero y una de las pocas mujeres que han denunciado la pederastia de la Iglesia. En su caso, ya de adulta, pudo enfrentarse con su abusador y, aunque se abrió una investigación interna, nunca supo el resultado. El abusador está muerto y penalmente su caso ha prescrito; “un muro” que le gustaría que desapareciera para un mejor cuidado de la herida que provoca este tipo de abuso.

La Fundación ha puesto en marcha una campaña con el lema "Soy yo", que constata la familiaridad de los abusadores con sus víctimas y que también pretende que las familias no miren hacia otro lado. "Hay muchas infancias y no todas son bonitas. Tenemos que estar atentos y dispuestos a ayudar a quienes no la han tenido porque las cifras sobre abusos sexuales infantiles no son exageradas", ha destacado Polo, que también ha reclamado presupuesto y derechos para las políticas de la infancia.

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