Otro año pendientes del cielo: las lluvias del 2024 no terminan con la sequía

Los pantanos están a un tercio de su capacidad y hace falta más agua para compensar un déficit hídrico de tres años

El pantano de Sau fotografiado el 28-12-2024.
28/12/2024
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BarcelonaTras tres años de sequía extrema y sin prácticamente reservas a los embalses, la Generalitat se vio empujada a desplegar restricciones de uso del agua y anunció la aceleración de obras clave para ampliar el catálogo de infraestructuras hídricas –varadas durante años– como desalinizadoras y plantas potabilizadoras. Ahora que dejamos atrás en el 2024, el balance es bastante diferente: el año ha sido lluvioso o muy lluvioso en gran parte de Catalunya, a pesar de algunas excepciones. Las precipitaciones han sido las habituales o superiores a la media anual en varias comarcas, lo que ha marcado un cambio de tendencia impensable hace apenas unos meses.

Ahora bien, venimos de unas cifras tan agónicas que, pese a la clara mejora de la situación hídrica, el agua que ha caído del cielo este año aún no es suficiente para poner fin a la histórica sequía que se ceba con buena parte del país. En estos momentos, los embalses de las cuencas internas –que abastecen a la mayoría de la población y la actividad económica del país, salvo la agrícola– se encuentran ligeramente por debajo del 34%, el doble que hace un año. Unos datos optimistas, pero lejos del más del 70% que deberíamos tener en un diciembre normal después de las lluvias de otoño. De hecho, no ha habido forma de superar el pico del 37% alcanzado a finales de junio.

A principios de marzo pasado se registró el mínimo histórico de reservas de agua en los principales pantanos del país, con una alarmante cifra del 14,41%, y debería haber caído mucha más agua de lo habitual el resto del año para compensar el gran déficit hídrico que arrastra a Catalunya. La prueba es que más del 80% de los municipios abastecidos por las cuencas internas todavía se encuentran en fase de alerta o de excepcionalidad por sequía, principalmente los que pertenecen a las comarcas de Barcelona y Girona. Incluso todavía existen algunas localidades en fase de emergencia, sobre todo del Alt Empordà.

Las dos épocas más lluviosas del año en nuestra casa –la primavera y el otoño– han cumplido bastante, pero no han afectado por igual a todo el país. En algunos de los episodios más importantes se ha caído más agua en zonas de la costa, del Ebro o del Pirineo de Lleida. Un agua que no desemboca en los embalses de las cuencas internas, sino que termina en el mar o en los ríos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), gestionados por el Estado y destinados al uso agrícola.

Este fue el caso de las lluvias más importantes provocadas por la histórica DANA, que dejó cantidades de agua extraordinaria en el País Valenciano y en puntos de las comarcas de Tarragona, con entre 200 y 500 l/m², aunque que localmente en zonas interiores de Valencia se superaron los 600 y 700 l/m², que provocaron los trágicos desbordamientos con más de 220 víctimas mortales. Aunque el agua afectó también al resto del territorio, las cifras fueron claramente más discretas. De hecho, el día más lluvioso de todo el año en el conjunto de Cataluña no tuvo lugar durante la DANA, sino el 29 de abril gracias a un temporal de lluvias que fue un auténtico revulsivo para los embalses en ese momento ( subieron en torno a 10 puntos en pocos días).

Lluvia irregular y embalses a medio gas

Donde más ha llovido este año es en gran parte de las comarcas de Tarragona y zonas cercanas, sobre todo en la costa y en el Parque Natural de Els Ports. Pese a que las lluvias de la primavera pasaron de puntillas en esta zona, los temporales del otoño han llegado de lleno y han dejado mucha más agua de lo normal, también en comarcas muy necesitadas, como por ejemplo el Priorat o Les Garrigues. Cabe destacar los más de 1.300 l/m² acumulados en todo el año en Els Ports, 300 por encima de la media anual; los 779 de Tarragona ciudad, cuando la media es de 500; o los 640 del pantano de Siurana, claramente por encima de los 500 habituales. Esto ha hecho que este embalse y el de Riudecanyes hayan pasado de estar vacíos al 9% y al 23%, respectivamente.

Estado del embalse de Sau en junio de 2024.
El Pantano de Sau en una imagen de hace un año.

La mayoría de los principales ríos de las cuencas internas del norte del país han recibido la lluvia anual normal. Es el caso de la cabecera del río Ter en Ulldeter (Ripollès), con 1.300 l/m², o el nacimiento del río Cardener en la Coma y la Pedra (Solsonès), con unos 1.000 l/m². En cambio, la cabecera del río Llobregat en Castellar de n'Hug (Berguedà) ha registrado unos 840 l/m², por debajo de los 1.000 de media anual.

La lluvia irregular y el hecho de que no ha llovido mucho más de lo normal en zonas clave ha hecho que los embalses se hayan recuperado a medio gas y aún sigan lejos de su estado óptimo después de tanta sequía. Por ejemplo, Sau ha vivido una auténtica montaña rusa, ya que en primavera pasó de estar prácticamente vacío al 45%, y ahora roza el 16% porque se ha tenido que trasvasar bastante agua hacia Susqueda, su hermano mayor que está en el 36% de su capacidad.

El campanario de la iglesia de Sant Romà de Sau es un auténtico termómetro hídrico y desgraciadamente sigue muy lejos de quedar cubierto por el agua. Se ha convertido en un recordatorio de que la sequía sigue. Por su parte, la Baells es el embalse que más ha crecido y ahora roza el 60% de las reservas, mientras que la Llosa del Cavall está al 35% de su capacidad. Y la previsión al conjunto del sistema Ter-Llobregat –lo que abastece a unos 6 millones de habitantes– es que acabe el año al 35%.

Pero sin lugar a dudas, el embalse ampurdanés de Darnius-Boadella es el que menos ha remontado a lo largo de este año. Actualmente, se encuentra por debajo del 18% y no hay forma de que levante la cabeza. De hecho, en diversas zonas del noreste es donde encontramos la excepción, con precipitación anual por debajo de la media. Y esto es lo que ha pasado por ejemplo en el interior del Alt Empordà. En el área de influencia de este pantano se han acumulado cerca de 770 l/m² en todo el año, mientras que la media ronda los 900 l/m² anuales. En el resto del país la lluvia ha sido la habitual o ligeramente superior a la media, como es el caso del área de Barcelona, ​​Ponent o el Pirineo de Lleida. Por su parte, los embalses catalanes de la CHE se encuentran por encima del 60%, claramente mejor que los de las cuencas internas.

Pendientes de 2025

Con todos estos datos, queda claro que, a pesar de las lluvias y el cambio de tendencia del año que estamos a punto de dejar atrás, no ha llovido lo suficiente para revertir la grave sequía. Vamos por el buen camino, pero es necesario que caiga más agua. Planea, pues, una pregunta: ¿sólo atendiendo al cielo, será el 2025 el año del fin de la sequía? Por el momento los modelos meteorológicos a largo plazo auguran un invierno con menos lluvias de lo normal y con temperaturas por encima de la media. Cabe decir que el invierno es una época habitualmente seca en nuestro país. Habrá que esperar a que la primavera y el otoño no fallen y nos vuelvan a llevar las esperadas lluvias. Y sobre todo haría falta que el invierno dejara bastante nieve en el Pirineo para garantizar reservas de agua durante el deshielo.

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