Barcelona

El primer aceite de oliva producido en Barcelona no tiene precio

La Fundació Els Tres Turons lo hace con los olivos que ha rescatado en la Masia de Can Soler

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Los olivos recuperados en la Masía de Cal Soler, en la falda de Collserola

BarcelonaEl primer aceite de oliva virgen extra realizado en la ciudad de Barcelona no se puede comprar. Lo regala la Fundació Els Tres Turons, que la ha producido como parte de su labor dedicada a la promoción y apoyo de la salud mental comunitaria. Cada una de las latas de 10 centilitros de esta pequeña producción que ahora se ha estrenado esconde una historia de compromiso social, recuperación de espacios naturales y dinamización vecinal. El primer aceite de oliva hecho en Barcelona, pues, no tiene precio, pero sí mucho valor.

Para entender de dónde sale este proyecto hay que remontarse al año 2020, cuando esta fundación hace casi 40 años en el barrio del Carmel se hizo con la gestión de la masía de Can Soler, un equipamiento situado en la falda del parque natural de la Sierra de Collserola, en el barrio de Sant Genís dels Agudells. Vieron la oportunidad de desarrollar un proyecto en el que las personas atendidas por la fundación –todas con un diagnóstico en salud mental– pudieran participar en una tarea de servicio comunitario al tiempo que adquirían aprendizajes para su inserción laboral. "Es muy importante para ellos sentir que contribuyen a la comunidad", explica Marta Garcia, responsable de Acción Social de la fundación.

En ese momento los entornos de esta masía de principios del siglo XIX expropiada en 1980 por el Ayuntamiento estaban muy deteriorados y en situación de abandono. Cerca de la casa crecía descontroladamente el bosque, buena parte del cual se había convertido en una especie de vertedero de la zona donde incluso se había encontrado alguna moto abandonada. "Tuvimos que abrirnos camino con sierras eléctricas", rememora Joan Blas, tallerista del servicio de Inserción Laboral de la fundación y coordinador técnico del proyecto, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y del Consorcio del parque natural de la Sierra de Collserola.

Trabajadores de la Fundación Els Tres Turons paseando entre los olivos.

Para implicar también a la comunidad e intentar que el barrio deje de vivir de espaldas a esta masía escondida bajo la carretera de la Rabassada, se organizaron también jornadas de trabajo cooperativo en las que, de la mano de las personas atendidas por la fundación , vecinos, escuelas y entidades de la zona colaboraron en la recuperación de este paisaje agrario. Así, poco a poco se fue limpiando el bosque, eliminando plantas invasoras, reconstruyendo muros de piedra seca y restaurando los bancales de cultivo. También aparecieron enterrados por el bosque unos olivos centenarios y nació la idea de llevar el proyecto de recuperación agrícola del espacio más allá, haciendo su propio aceite de oliva virgen.

"Hicimos otra jornada de trabajo cooperativo para hacer la cosecha", explica Joan Gubern, responsable de vinculación al territorio de la fundación. La jornada se hizo en otoño de 2022 y el balance fueron 60 kilogramos de aceituna becaruda, una variedad que prácticamente había desaparecido y que, mezclada después con aceituna arbequina por la Cooperativa l'Olivera, ha dado los 35 litros de aceite que ahora la fundación ha envasado en pequeñas latas de 10 centilitros con el objetivo de hacer difusión de su proyecto.

Las latas de 10cl en las que se encuentra el primer aceite de oliva extra realizado en Barcelona.

Un antídoto contra los incendios

Más allá de su trabajo contra la estigmatización de las enfermedades mentales, el proyecto de la Fundació Els Tres Turons tiene otra doble dimensión comunitaria. Por un lado, con la recuperación de espacios de cultivo da pasos en la línea de la ciudad de buscar cada vez más cuotas de soberanía alimentaria y de alimentación sostenible. Por otro lado, la rehabilitación de estos espacios agrícolas contribuyen a la limpieza del parque natural de la Sierra de Collserola ya la lucha contra los incendios, ya que forman un cortafuegos natural en terrenos donde hasta ahora crecían el bosque y las malas hierbas descontroladamente . Un último objetivo, admite Marta Garcia, es también que la ciudad deje de dar la espalda a la montaña y sea consciente de que a cinco minutos a pie desde la parada de metro de Vall d'Hebron hay un bosque donde pasear.

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