Urbanismo

¿Cómo tiene que ser el nuevo panot 'eco' de Barcelona?

La futura baldosa mantendrá el dibujo y la medida actuales, pero innovará en los materiales para ser más sostenible

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Un panot clásico de Barcelona

BarcelonaBarcelona busca el panot del siglo XXI. Es el titular de la penúltima polémica ciudadana con D.O. barcelonesa. El anuncio lo hacía el Ayuntamiento, que ha abierto un concurso público para poder escoger los modelos de panot que se probarán en la superisla del Eixample y tuvo que salir rápidamente a aclarar que la convocatoria no se enfocaba a pasar página del panot identitario de la ciudad, el que tiene el dibujo de flor, ni tampoco el de las cuatro pastillas, que también abunda en las calles barcelonesas y se considera el más funcional. La innovación que se busca no tiene que venir tanto del dibujo, que no cambiará, como de los materiales y del proceso de fabricación para hacer que las nuevas piezas sean más sostenibles y que, por ejemplo, permitan que el suelo absorba mejor el agua de la lluvia o que se fabrique con material reciclado.

"No se alterará el dibujo ni tampoco las medidas de 20x20 centímetros del panot de siempre, pero lo que queremos es mejorar el impacto ambiental; es una pieza que funciona bien y lo que hacemos es actualizarla", explica el arquitecto en cabeza de la ciudad, Xavier Matilla, que concreta que la mejora tiene que tener dos caras: la de los materiales que se usan –para dejar atrás el cemento hidráulico y hacer más sostenible el proceso de fabricación– y la de las prestaciones que ofrece el panot, con más durabilidad y capacidad de ser permeable.

El reto que se plantea Barcelona es sacar la losa de hormigón que ahora hay bajo los panots y para eso hace falta que todas las piezas funcionen como una malla y que tengan capacidad de aguantar cargas diferentes dependiendo de si son en un espacio exclusivo de peatones o si tienen que sostener el paso de tráfico. No se tienen que hundir ni romper aunque no tengan el apoyo del hormigón. Y la única medida que se puede cambiar respecto al panot original, el que se estandarizó en 1906 en el Eixample para hacer frente a los problemas de barro en el suelo (aquello de Can Fanga), es el grueso.

La tradicional baldosa de la flor en las calles de Barcelona

Vitoria y Estocolmo

Técnicos del Ayuntamiento ya han contactado con ciudades que han hecho pruebas parecidas, como Vitoria y Estocolmo, para comparar experiencias. El ejemplo vasco es el de la avenida Gasteiz, que se reformó hace ocho años y ahora es mucho más verde porque hay más áreas ajardinadas y porque el nuevo suelo ayuda a mantener la vegetación. La clave son los adoquines más pequeños y, sobre todo, las juntas que las conectan. Estas fisuras hacen que las baldosas se encajen como si fueran un rompecabezas y permiten el filtraje del agua.

"Es un adoquín que se puede poner sobre una superficie que no sea de hormigón. Es porosa, permite que el agua se escurra por los lados y por el propio adoquín; antes ya podía acumular hasta 15 litros de agua por metro cuadrado y ahora se prueba un modelo todavía más permeable que permite doblar el resultado", resume Salvador Rueda, que, como director de la Agencia de Ecología Urbana, siguió de cerca el caso vitoriano. Y el arquitecto en cabeza de la ciudad, Eduardo Rojo, confirma que las pruebas les han dado buenos resultados.

Pero en Barcelona no llueve de manera tan constante y moderada, y a veces, cuando llueve, lo hace con ganas. "Para la captación de agua, confiamos más en los alcorques (los agujeros de los árboles) que en las juntas entre panots", defiende Matilla, que también pone énfasis en la capacidad que tiene que tener el nuevo suelo para retener el agua. Avanza que la idea del Ayuntamiento de Barcelona es extender el uso de los nuevos panots a cualquier pacificación más allá de la superisla del Eixample que, de momento, funcionará como laboratorio de pruebas y donde se ha descartado el uso de adoquines.

El concurso público convocado para el nuevo panot seleccionará un máximo de tres modelos que tendrán una monitorización de un año para ver cómo funcionan en la calle. La idea se empezó a trabajar en octubre, a través de BIT Hábitat (una fundación municipal dedicada a retos urbanos) y, según el consistorio, generó un "gran interés" entre empresas y profesionales, lo que hace prever que la participación será alta a pesar de que el plazo para optar es corto: el concurso se anunció el 1 de abril y los candidatos tienen tiempos hasta el día 21.

Pruebas en la superisla

En una primera fase se escogerán las ocho mejores propuestas, que tendrán que presentar documentación ampliada, y entre estas se seleccionarán un máximo de tres, que se darán a conocer en julio, cuando se prevé que ya hayan empezado las obras de los primeros ejes pacificados del entorno de Consell de Cent, y tendrán que estar a punto para completar la reforma. Se reservan un total de 240.000 euros para el proyecto y cada propuesta podrá recibir un máximo de 80.000. El coste de fabricación no podrá superar los 15 euros por metro cuadrado.

Un símbolo

Danae Esparza, que ha escrito un libro sobre la evolución del pavimento de la ciudad (Barcelona a ras del suelo), celebra que el Ayuntamiento reconozca el carácter simbólico del panot de flor y que se decida a innovar para hacerlo más sostenible. Recuerda que no hay ningún documento que reconozca la autoría del diseño de los cuatro pétalos, que se hizo popular cuando el Ayuntamiento, a principios del siglo XX, convocó un concurso público para empezar a homogeneizar el suelo de la ciudad.

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