La recuperación de la Casa de la Prensa se hace esperar
El edificio, vestigio de la Exposición Universal de 1929, acogerá la nueva Biblioteca de Poble-sec
BarcelonaTras más de 30 años prácticamente abandonado, hace meses que el edificio de la Casa de la Prensa en Montjuïc inició su cuenta atrás para volver a abrir sus puertas. No es precisamente una cuenta atrás corta. Pese al compromiso municipal de recuperar este edificio emblemático de la Exposición Universal de 1929, la fecha definitiva para empezar las obras sigue siendo un misterio. Al menos ya se sabe lo que se hará: la antigua Casa de la Prensa acogerá la renovada Biblioteca Francesc Boix del Poble-sec y un espacio vecinal.
La recuperación del inmueble es una larga reivindicación de los vecinos, que han denunciado reiteradamente la falta de equipamientos y que veían con incredulidad cómo este edificio propiedad del Ayuntamiento acumulaba polvo. Antes de las elecciones de hace un año, la Asociación Casa de la Prensa logró incluso un compromiso unánime de los grupos municipales que establecía el año 2027 como fecha límite para concluir su rehabilitación. Ahora, sin embargo, fuentes municipales enfrían la promesa.
Según explican las mismas fuentes, el gobierno Collboni no contempla incluir el proyecto en el plan de inversiones municipales (PIM) 2024-2027. El objetivo, anotan, es terminar todos los trabajos ejecutivos previos antes de las elecciones del 2027 e incluir la inversión para empezar las obras en el PIM del próximo mandato. Admiten, incluso, que es muy posible que la obra no esté terminada en el 2029, cuando se celebre el centenario de la Exposición Universal. Este retraso ha causado "desencanto" en la asociación. "Es una asignatura pendiente desde hace décadas y una necesidad del barrio para fortalecer la vida social", apuntan en conversación con el ARA.
Un edificio que recuerda al Hospital de Sant Pau
Mientras espera el largo proceso de la burocracia municipal, el edificio sigue cerrado y vallado. Sólo la Guardia Urbana y la Asociación Casa de la Prensa hacen un uso residual de dos espacios en los bajos. El resto del inmueble, que el ARA ha podido visitar, presenta un estado de abandono. Hay partes de los techos que se han caído, zonas protegidas por los desprendimientos y las palomas campan por las estancias. Sin embargo, ya se pueden observar algunos de los primeros trabajos realizados en el estudio ONL Arquitectura, liderado por Txema Onzain, que ganó el concurso para la rehabilitación. En algunas paredes y columnas hay sondajes que han hecho aflorar los colores originales, que van del blanco cálido a un ocre amarillento.
El proyecto de nueva biblioteca –que convivirá con parte de la biblioteca actual del Poble-sec, en la calle Blai– diseñado por Onzain busca mantener el espíritu original de aire modernista, que visto desde fuera recuerda al Hospital de Sant Pau. De hecho, lo hizo Pere Domènech i Roura, hijo de Lluís Domènech i Montaner. A pesar de la completa rehabilitación del espacio, se intentará que las intervenciones sean mínimas, manteniendo el protagonismo de la escalera noble, los espacios diáfanos y los techos altos.
Pese a los retrasos con el calendario, parece inamovible el compromiso para una nueva gran biblioteca. Su apertura dará aire a la actual biblioteca del Poble-sec, que ha quedado pequeña. Y permitirá ofrecer un equipamiento de primer nivel a los vecinos de la Font de la Guatlla ya los del nuevo barrio que se construirá en la zona a raíz de la compactación de los espacios que ahora ocupa la Fira.
Si nada se tuerce, la biblioteca será el futuro definitivo de la Casa de la Prensa, aunque antes ha habido tentativas fallidas de hacer el Food Culture Museum, del artista Antoni Miralda. Incluso en 2011, durante el último año de Jordi Hereu como alcalde, Ayuntamiento y Diputación de Barcelona llegaron a firmar un convenio para realizar el Museo de las Artes Escénicas. Ambos proyectos quedaron enterrados.
Trece dormitorios
Proyectado para atender a los periodistas internacionales durante la Exposición Universal, Xavier Theros rememoraba en un artículo en el ARA en 2016 que el edificio disponía de despachos, salas de conversación y de lectura, salón de actos, biblioteca, un restaurante, enfermería y trece dormitorios para visitantes ilustres. En su momento, la organización enfatizaba sobre todo sus servicios técnicos, pensados para facilitar el trabajo a los informadores extranjeros. El espacio ofrecía una central telefónica, diez cabinas para conferencias internacionales, una estafeta de correos con servicio telegráfico y un laboratorio fotográfico. Desde el primer instante, proyectó la imagen de modernidad que Barcelona deseaba transmitir al mundo.