"Es muy bestia. El ruido es mucho peor del que había antes de la pandemia"

Los vecinos del Casc Antic y la Barceloneta se manifiestan contra el incivismo por las noches

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Vecinos del Casco Antiguo y la Barceloneta, esta tarde, durante la manifestación

El Casc Antic y la Barceloneta no han sido nunca barrios tranquilos cuando llega el verano, pero este año, con el fin de las restricciones, la situación supera cualquier tiempo pasado. Las ganas de fiesta, principalmente de la gente joven, complican las noches de los fines de semana, que en esta parte de la ciudad empiezan los jueves. "Es muy bestia. El ruido es mucho peor del que había antes de la pandemia", denuncia Elena Martí, vecina de la Barceloneta. "Como la playa ha sido uno de los primeros lugares en abrir, es como si mucha gente la hubiera descubierto y le ha cogido el gusto al botellón", apunta. Otro lugar que cada día parece tener más público es el Born. En este barrio la fiesta empezó incluso antes de que acabara el estado de alarma y ha ido a más. "Entiendo que ha sido muy duro y que la gente joven necesita salir y relacionarse, pero esto no lo tiene que sufrir todo el mundo. Nosotros necesitamos dormir. Con las calles estrechas del barrio el sonido sube mucho", dice Asun Justo, vocal de la Asociación de Vecinos del Casc Antic. La entidad empezó a recibir quejas de vecinos por el ruido por las noches y decidió convocar una asamblea para tratar el tema: "Vino tanta gente que tuvimos que coger las sillas y cambiar de sitio porque no cabíamos", explica Asun. En aquella reunión, algunos vecinos decidieron que a partir de media noche empezarían a tirar agua por los balcones, que empezarían una recogida de firmas para llevarlas a la Síndica de Agravios y que se manifestarían por las calles de la ciudad. La Asociación de Vecinos de la Barceloneta se sumó a la convocatoria prevista para hoy y esta tarde centenares de vecinos de los dos barrios han salido a la calle para reclamar una respuesta al Ayuntamiento. Las protestas han empezado en los diferentes barrios y han coincidido en la Vía Laietana con la calle Princesa, donde han cortado el tránsito con carteles pidiendo "basta ruido" y reivindicando "el derecho al descanso".

Según explican los vecinos consultados por este diario, por las noches sí que se ven agentes patrullando y, en algunas ocasiones, les llaman la atención, pero el problema no se acaba de resolver. La prueba la tienen cada noche de jueves a domingo en cualquiera de estos barrios. Ante la afluencia de público, algunos bares intentan hacer más caja y cierran más tarde de la hora permitida. Pero cuando bajan la persiana llegan los vendedores ambulantes con sus cervezas. Todo ello permite alargar la fiesta hasta la madrugada, con todo lo que esto comporta. "Vivo en un cuarto piso y tengo doble cristal pero ni así puedo dormir", lamenta Ignasi Jauset, vecino del Born. Según dice, en los 20 años que hace que vive en el barrio, nunca había visto nada igual. "Dudo que haya quien defienda este tipo de turismo", critica, y pide al Ayuntamiento que no sea "tan permisivo". La sensación es que cuando, por fin, los agentes consiguen sacar a los jóvenes del Born, muchos optan por ir a la playa. Ahí la fiesta todavía se alarga algo más y cuando la gente decide irse a casa "siguen gritando por el barrio, bebiendo y meando", según Martí.

La calle Calders, llena de orina después de una noche de fiesta

Los dos barrios también comparten el problema de la orina. "Muchos mean en el primer callejón que encuentran y resulta que en el primer callejón es donde vivo yo", explica Juanjo Fernández, que vive en una planta baja de la calle dels Pescadors, cerca de la playa. Lamenta que el Ayuntamiento no dejara en el barrio algunos de los lavabos que instaló por la verbena y tiene asumido que esto le obliga a poner remedio a ello: "Me despierto hacia las cuatro de la madrugada, cuando ha acabado la fiesta, y tiro dos cubos de agua con lejía para que no huela mal al día siguiente". Según explica, los servicios de limpieza pasan cada día pero a veces no lo hacen hasta el mediodía y el mal olor es insoportable. Aún así, este vecino cree que el ruido es similar al de cada verano pero que este año parece más intenso porque con el fin de las restricciones ha llegado de repente: "Este año el verano ha venido de golpe y se nota más, pero no creo que sea nada más y nada menos que otros años", dice. Lo que sí que considera que ha crecido es la suciedad.

Los hoteleros también han protestado por la situación que se está viviendo. En un comunicado emitido hoy, el Gremio de Hoteles pide al Ayuntamiento "actitud firme y medidas contundentes" para frenar un incivismo que vinculan a "actividades ilegales". El director general de la entidad, Manel Casals, vincula, de hecho, este incivismo "a los pisos turísticos".

Consultado por este diario, el Ayuntamiento de Barcelona insiste que está sobre esta problemática y que se acaba de activar el Pla Estiu, que entre otros objetivos quiere garantizar el civismo en el espacio público. Representantes del distrito se han reunido con los vecinos, pero no les han acabado de convencer. "Todo lo que nos dijeron era muy genérico... Salimos decepcionadas", dice Asun Justo. De hecho, la entidad está buscando un abogado para denunciar al Ayuntamiento por no poder garantizar el derecho al silencio.

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