Catalunya gana vida social a pesar de que el covid no ha desaparecido
Los expertos avalan la desescalada pero instan a “actuar con juicio” y a encontrarse al aire libre
BarcelonaLlega el verano y con éste, el buen tiempo. Se acaba el toque de queda y se puede volver a cenar en una terraza con los amigos sin tener que consultar de vez en cuando la hora. Los indicadores siguen bajando poco a poco y hay una cierta euforia en la calle: la gente necesita salir por salud mental y emocional y los negocios aspiran a remontar el año después de meses encadenando pérdidas. Ahora bien, la pandemia no se ha acabado y la ganancia de vida social no puede pasar de cero a cien de la noche a la mañana. Cinco expertos consultados por el ARA piden mucha prudencia y sentido común a la población ahora que por fin se divisa la verdadera “nueva normalidad”. El virus, recuerdan, no ha desaparecido, como tampoco las hospitalizaciones o las muertes que causa, y advierten que un paso en falso puede alargar la agonía justo en la recta final.
“La campaña de vacunación avanza –tenemos un 27,1% de la población con la primera dosis puesta– y el buen tiempo favorece las actividades al aire libre”, celebra la investigadora del Grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos (Biocom) Clara Prats. Ahora bien, a pesar de tener más factores a favor para evitar el descontrol epidemiológico, la biofísica asegura que con esto no basta si no se mantiene la actitud responsable del último año. “La pandemia no se ha acabado, todavía nos quedan unas cuántas semanas, tengámoslo claro”, insiste.
També la directora del servicio de medicina preventiva del Hospital Universitario de Bellvitge, Cristina Masuet, remarca que el número de infecciones en el país es mantiene muy elevado a pesar de la cierta tendencia a la estabilización. A estas alturas se están diagnosticando unas 1.280 infecciones diarias y, si bien esto supone un 15% menos de casos que hace una semana, "todavía hacen falta medidas de contención".
¿Cuándo podremos relajarnos o ver un cambio en las recomendación sanitarias? Según Masuet, cuando las coberturas vacunales superen el 70% y en nuestras burbujas de convivencia no haya personas mayores o inmunodeprimidas sin inmunizar. “Si en un encuentro todo el mundo está vacunado, y en la burbuja de cada uno también, podremos relajarnos”, indica la epidemióloga, que recuerda que las vacunas actuales pueden reducir la transmisibilidad pero no la eliminan, puesto que no son esterilizantes.
De momento, las vacunas no bajan la curva de contagios, pero sí las hospitalizaciones. Sobre todo evitan muchas muertes, alrededor de un 60% respecto a antes de que empezara la campaña de vacunación. Biocom, además, prevé que a finales de mayo la cifra aumente hasta el 80%.
Los expertos recuerdan que con el levantamiento de las restricciones se está intentando suavizar el impacto en la salud emocional y en la economía con estrategias de prevención menos radicales. “Pero sería un grave error pensar que la pandemia se ha acabado. Estamos mejorando, sí, porque estamos vacunando, a pesar de que no a la velocidad que querríamos. Hay que actuar con juicio”, expone la catedrática de enfermería psicosocial y salud mental de la Escuela de Enfermería de la UB, Teresa Lluch. Lo mismo opina Clara Prats, que cree que Catalunya no está preparada para relajarse: "Para tener una vida normal hará falta que la proporción de vacunados aumente mucho más. De momento tenemos que mantener un comportamiento parecido al de los últimos meses”, afirma la biofísica.
Autocontrol emocional
Lluch apela al autocontrol emocional. “Es normal tener ganas de hacer cenas con amigos y darnos abrazos. Y es posible irlo haciendo, pero siempre con una dosis de autocontrol y autorresponsabilidad”, resume. Esto quiere decir ir con mucho cuidado para no generar entornos de supercontagios, como una cena de veinte personas de varias burbujas de convivencia. "Esto no es correcto aunque lo hagas en un espacio exterior, porque el virus circula, y mucho, todavía", señala. Hay que aplicar el sentido común y el bagaje de todo lo que hemos aprendido el último año, que es hacer vida social a pequeña escala, evitando los espacios cerrados, con mucho aforo o sin ventilación, y con todas las medidas de prevención: distancia, mascarilla e higiene de manos.
“El principio de precaución nos tiene que regir en todo momento. Si hemos sido muy cuidadosos durante un año, podemos aguantar unas semanas más”, remarca la epidemióloga Cristina Masuet. En todo caso, la experta admite que emocionalmente la población necesita recuperar su libertad y si la gente quiere hacer encuentros, recomienda hacerlo en espacios al aire libre, mezclándose el mínimo posible con otras burbujas y, en caso de que haya más de dos o tres, espaciar al máximo los próximos encuentros –una semana o diez días– para evitar la propagación.
“Las ganas de la gente de salir y relajarse son evidentes, y que todo el mundo haga caso de las recomendaciones, ahora que se han acabado las restricciones, será complicado”, plantea el profesor de los estudios de psicología de la UOC, José Ramón Ubieto. Considera que habrá gente que banalizará el contexto epidemiológico e intentará retomar su vida de “vieja normalidad”, mientras que a otros les costará salir de su refugio porque la pandemia ha significado un acontecimiento traumático, como por ejemplo la pérdida de un ser querido. “El relajamiento también está vinculado a la magnitud de la tragedia, a las vivencias particulares del último año. Y habrá alguna gente que saldrá de golpe y otra que continuará recluida en su burbuja”, afirma.
Para el psicólogo clínico del Parc Sanitari Pere Virgili Xavier Clèries, que dice que espera equivocarse esta vez, la naturaleza humana dificulta el comportamiento racional. “Las personas tendemos al placer y a la satisfacción inmediata, cosa que favorece las conductas de riesgo. Si tenemos en cuenta que las restricciones se han alargado un año, y han recortado toda nuestra esfera social y personal, ahora mucha gente se espabilará para recuperar el tiempo perdido. Y esto puede convertirse en un polvorín”, explica. Para Clèries, los mensajes de precaución se tienen que orientar sobre todo hacia la población más joven: no están vacunados y su factor emocional está mucho más a flor de piel que el del resto de la población. "Como es normal y como tiene que ser", matiza.
Otra cosa muy diferente, apunta Teresa Lluch, es obviar los adelantos logrados los últimos cinco meses. “Es normal que todos estemos ilusionados. Todos deseamos ser libres y cada vez lo tenemos más cerca”, afirma. Sobre el hecho que pueda haber personas que cometan errores, que se excedan o sean "insolidarias", la psicóloga recuerda que esto también sería "una respuesta humana", mucho más después del episodio tan "trágico" que se ha vivido, durante el que se han cortado las libertades, el tiempo de ocio y el contacto social. Para Lluch, sin embargo, sería interesante que la población asumiera que el futuro más inmediato no será la recuperación de la normalidad que quedó atrás en 2019, sino la oportunidad de iniciar una “nueva normalidad”.