“Cerré puertas y ventanas y quedé rodeado de fuego"

Jaume Soler, de 81 años, sobrevivió al incendio de Conca de Barberà y Anoia refugiándose en casa

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En Jaume Soler en casa suya, a Hace falta Carezco de Bellprat, este lunes a mediodía, con el paisaje arrasado por el fuego.

Bellprat / Sant Martí de TousNo es el primer incendio que ha vivido de cerca, pero es el primero que estuvo a punto de entrar en su casa. El sábado por la tarde Jaume Soler comprobó con sus propios ojos cómo el fuego que había empezado en Santa Coloma de Queralt, y que se extendió por Anoia, llegaba a la masía donde nació en 1940 y que todavía es su casa. “Hacia las cuatro oí sirenas. Salí afuera y olía a humo”. La casa de Jaume, Cal Manco de Bellprat, queda a medio camino del castillo de Queralt y la ermita de Sant Jaume, dos puntos que sobresalen y permiten ver la sierra que los rodea. Subió hasta el castillo y observó que había llamas en Santa Coloma, que entonces quedaban lejos.

Pero después de volver a su masía, Jaume admite que “no estaba tranquilo”. Por eso volvió a subir al castillo. Entonces el incendio ya avanzaba en dirección a su casa. “Mal”, pensó. Según le han explicado, en una de las idas y venidas al castillo, los Mossos y las ADF fueron a desalojarlo, pero no lo encontraron. Cuando bajaba por el camino, el fuego sobresalía por la parte más alta de la sierra y se encaminaba hacia la masía. Con las llamas aceleradas y cada vez más cerca, en Jaume no dudó en refugiarse en casa: “No había tiempo. Me puse dentro con el perro y la yegua y cerré puertas y ventanas. Esperaba que el fuego pasara porque no podía hacer nada. Lo veía desde las ventanas y quedé rodeado”.

Se le hace difícil decir cuánto rato se estuvo encerrado mientras confiaba que las llamas no entraran en la vivienda, pero explica que “no duró demasiado”, quizás unos 20 minutos, porque el incendio “pasó muy rápido”. Salió de la masía “cuando se calmó el humo”. El fuego había arrasado su huerto y el bosque del entorno: aquello que hasta la semana pasada era verde ahora es negro. Las llamas también afectaron el exterior de una pared de ladrillos de un almacén de Jaume. Pero el incendio transcurrió fuera de la casa: “No pasó nada dentro”. El hombre afirma que no tenía miedo de quemarse y ni estaba asustado, a pesar de que una vez hubo sobrevivido al fuego se fue a dormir tarde, de madrugada, porque alrededor de la masía había pequeñas brasas y quería asegurarse que no llegarían al domicilio.

Algunos de los árboles quemados por las llamas con más vegetación afectada al fondo.

Incomunicado y en soledad

Pero lo que más molestó a Jaume, de 81 años y que vive solo, fue que el día siguiente, cuando el incendio originado en la Conca de Barberà continuaba por Anoia, los Mossos no permitieran que su familia pudiera acercarse porque controlaban los accesos. “Estaba incomunicado”, recuerda, después de que el fuego lo hubiera dejado sin electricidad ni teléfono. Además, no acostumbra a tener cobertura en casa. Su sobrino, Santi Soler, reconoce que se sentía “impotente” porque no le dejaban pasar. El sábado no pudo dormir por la angustia y el domingo decidió buscar caminos para llegar a la masía mientras esquivaba los controles. Jaume piensa que es “ridículo” que lo tuvieran “retenido” durante horas, impidiéndole de comunicarse con su familia. “Aunque hubiera salvado la casa, siempre hacen más dos que uno”, añade.

Santi está convencido de que si el incendio hubiera cogido a Jaume fuera de Bellprat, la masía se habría quemado porque no habría quedado bien cerrada. También lamenta que los Bomberos no tuvieran tiempo de acercarse a mojar la zona. Bellprat, formado por una sesentena de vecinos, es el municipio más afectado por este fuego de la Conca de Barberà y Anoia. Concentra más de la mitad de la extensión que se ha quemado: un millar de hectáreas, lo cual supone cerca de un tercio de toda la superficie del pueblo. Las llamas han teñido de negro el paisaje y también los alrededores del castillo de Queralt, a pesar de que la piedra de esta construcción –declarada bien cultural de interés nacional– conserva su color.

Partes calcinadas por el incendio y otras que se han salvado.

Jaume agradece el apoyo que ha recibido de los voluntarios de las Agrupaciones de Defensa Forestal y de los vecinos, que enseguida le echaron una mano y le han dejado unos grupos electrógenos para tener luz mientras arreglan la línea eléctrica quemada por el incendio. Pero es consciente de que el verde que veía cuando salía de casa tardará mucho en volver, y tendrán que pasar décadas para empezar a recuperar los árboles más grandes. Otra de las pérdidas que ha causado el fuego es la encina de Can Gol de Sant Martí de Tous, una de las más grandes de Anoia y de las más viejas de la Catalunya interior, ahora destrozada por las llamas. La copa medía más de 20 metros de ancho.

El fuego ha destrozado la encina de Can Gol de Sant Martí de Tous, una de las más viejas de la Cataluña interior

Desalojados

Sant Martí de Tous, también conocido solo con el nombre de Tous, es el último municipio donde los Bomberos batallaron contra este incendio antes de que el chubasco intenso de lluvia de este lunes por la mañana parara el fuego. El pueblo se confinó el domingo al atardecer cuando se creó una gran nube sobre el incendio: un fenómeno llamado pirocúmulo. “Hubo una lluvia de ceniza bestial con mucho humo. Todo quedó amarillo”, recuerda el teniente de alcalde de Sant Martí de Tous, Pau Mir. Además, algunos vecinos del mismo municipio tuvieron que ser desalojados porque las llamas se acercaban a su casa. Carmen Herraiz y Josep Font, que viven en la masía de la Pedrera, marcharon cuando el incendio estaba a solo un par de kilómetros. “Salimos preocupados por todo lo que dejábamos y por la casa, que se podía quemar”, asegura Carmen.

“El fuego se veía terrorífico”, añade Josep, que explica que les daba “mucho respeto” haber tenido que dejar los animales que tienen en casa, como por ejemplo perros, caballos, cabras, gallinas y patos. El viento de marinada había reavivado el fuego el domingo por la tarde y los Bomberos ya estaban desplegados para intentar evitar que las llamas pudieran llegar a las viviendas. Entre el domingo y el lunes Carmen y Josep durmieron en un hotel pendientes de la evolución del incendio, mientras que una quincena de personas –entre vecinos desalojados y periodistas– hicieron noche en el Ateneo de Tous, que se había adecuado para acoger a los afectados por el fuego. Jaume Aribau, de la ermita de Sentfores de Sant Martí de Tous, fue uno de los que durmió en el Ateneo después de tener que salir del lugar donde vive porque los Mossos lo habían “obligado”.

El Ateneo de Tous se ha adecuado para acoger algunos vecinos del municipio desalojados por el fuego.

Antes de que el incendio se diera por estabilizado, los vecinos de Tous desalojados –muchos de masías aisladas con bosque alrededor– hacían tiempo este lunes por la mañana en el Ateneo porque todavía no habían recibido el permiso para poder volver a casa. Admitían que “la odisea” que habían tenido que vivir debido a las llamas, por suerte, al final había quedado en nada, pero Josep aprovechaba para lanzar una advertencia: “Si la gente fuera más consciente, este fuego no existiría”. Lo dice por el hecho de que el incendio empezó junto a una carretera en Santa Coloma de Queralt, lo cual hace sospechar que fuera causado por actividad humana, como por ejemplo el lanzamiento de una colilla o la chispa de un vehículo.

A pesar de todo, los Agents Rurals no han concretado qué hipótesis tienen sobre la investigación del origen del fuego. Hasta ahora el cuerpo ha informado que ha recogido información de testigos y ha buscado indicios en la zona de la carretera.

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