El covid arma la lucha feminista

Convocada una huelga y concentraciones estáticas para exigir una igualdad real de las mujeres

MARTA RIU BALLESTEROS
4 min
Passejada feminista a Santa Paloma ayer.

BarcelonaUna manifestación estática por una causa de fuerza mayor cómo es la pandemia movilizará este 8-M el movimiento feminista en un año en que, precisamente, el covid ha golpeado duramente a las mujeres. Una paradoja. Como el hecho de que, precisamente, los trabajos más feminizados -los de los cuidados, limpieza, servicios o sanitarios- se han revelado esenciales para superar la crisis y, en cambio, son los menos valorados socialmente y los más precarizados. Sobran los motivos para manifestarse y hacer huelga, insisten las organizaciones de mujeres y los sindicatos que han convocado una jornada de huelga, puesto que la brecha de género, lejos de cerrarse, ha aumentado en este último año. Esenciales pero precarias.

A diferencia de Madrid, donde la Delegación del gobierno español ha prohibido las movilizaciones por el alta incidencia del covid-19, en Catalunya se han permitido manteniendo las medidas de seguridad e higiene. En el caso de Madrid, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) avaló ayer la prohibición de las protestas por motivos de “salud pública” y desestimó así los recursos que habían presentado algunas de las entidades convocantes al considerar que se trataba de una limitación del derecho de reunión y de un intento de criminalizar el movimiento feminista, que, este año, llega más dividido que nunca por la llamada ley trans.

En Catalunya, donde sí que están permitidas las protestas, las grandes manifestaciones pasan a ser concentraciones estáticas. Este año, a causa de la pandemia se vetan las pancartas compartidas y habrá que llevar la mascarilla y mantener una distancia de dos metros. En Barcelona la convocatoria es a partir de las 18.30 horas y se extenderá por todo el paseo de Gràcia -desde la Gran Vía hasta Diagonal-, dividido para la ocasión en ocho tramos con capacidad máxima de 450 personas. Seis de estas franjas se han reservado solo para mujeres, mientras que las dos restantes son espacios mixtos. La plataforma Vaga Feminista espera reunir unas 3.500, pero en todo Catalunya se han convocado actos descentralizados para facilitar la asistencia sin romper el confinamiento comarcal y evitar grandes aglomeraciones. Además, hace un llamamiento a secundar acciones ruidosas y con luz desde los balcones y ventanas de casa a las 21 horas.

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En este día también los sindicatos CGT y la Intersindical Alternativa de Catalunya se han quedado solas en convocar la jornada de huelga para todos los trabajadores, junto con otras organizaciones sectoriales como el Sindicato de Periodistas de Catalunya y el Sindillar, de trabajadoras del hogar y los cuidados. Por el contrario, las grandes centrales de clase (CCOO y UGT) se han desmarcado esta vez y han optado por actos reivindicativos. Entre los motivos de la reivindicación está la falta de planes y acciones reales para acabar con la brecha salarial y de pensiones, facilidades para la conciliación, equiparación para las trabajadoras del hogar o medidas concretas contra la violencia machista, que durante la pandemia ha crecido.

El recuerdo de la huelga del 2018

El freno al que obliga el covid pilla al movimiento feminista en un momento dulce, todavía con el impulso de las grandes movilizaciones y de las huelgas que desde el 2018 -el punto de inflexión de la jornada- han sumado fuerzas y alianzas. Aquel primer año seis millones de trabajadoras en todo el Estado se sumaron a los llamamientos que hicieron todos los sindicatos a la huelga -solo de mujeres- para evidenciar un mundo sin el trabajo femenino, en el mercado laboral remunerado y en el de los cuidados.

A partir de entonces, las convocatorias apelaron a todos los trabajadores, pero el éxito no se ha repetido y desde entonces el seguimiento no ha sido tan masivo. El año pasado, el Día Internacional de las Mujeres cayó en domingo y, a pesar de que ya sonaban las alertas de lo que se empezaba a adivinar que sería el coronavirus -una semana después se declaraba el estado de alarma y el confinamiento total en España-, las manifestaciones volvieron a ser bastante numerosas.

Para la jornada de huelga de 24 horas, la Generalitat ha fijado los servicios mínimos que garanticen el correcto funcionamiento de la sanidad. En el transporte público del área metropolitana de Barcelona, se garantiza el funcionamiento del servicio en un 85%, una cifra superior al otras paradas para evitar las aglomeraciones.

La violencia machista, el Me Too, la sentencia de la Manada, la ley del solo el sí es sí, las denuncias de abusos de profesores (los casos destapados por el ARA en el mundo teatral) cargan de razones a las feministas, pero también alimentan la lucha por la igualdad la constatación, con estadísticas en mano, de que la estructura laboral ha perjudicado especialmente a las mujeres -y todavía más a las inmigrantes y racializadas- durante la pandemia.

Los datos dejan poco margen para las alegrías y mucho espacio por conquistar: todavía son poquísimas las que ocupan la cúspide del poder, ellas son las que se encargan de las cuidados de padres, hijos y dependientes y son las que renuncian a una carrera profesional, en parte, porque su salario es inferior que el de la pareja si es hombre y, por lo tanto, se considera secundario. Además, la precarización laboral las empuja hacia la pobreza, las condena a aceptar más jornadas a tiempo parcial y a recibir pensiones más bajas en los últimos años de vida.

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