Educación

¿Cómo se decide si un alumno recibe soporte educativo o ayudas económicas?

Un tercio de los niños y adolescentes de la escuela catalana necesitan medidas de acompañamiento

Alumnos de una escuela infantil sentados en el patio.
20/09/2025
4 min

BarcelonaUno de cada tres alumnos necesita apoyo educativo. Éste fue el principal titular de este inicio de curso. Una afirmación impactante que muestra uno de los mayores retos de la escuela catalana, pero que también hay que desgranar para poder abordar. ¿Qué significa exactamente que un alumno necesita soporte educativo?

Según los últimos datos publicados por el departamento de Educación, en el sistema educativo catalán hay, como mínimo, 335.000 alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo (NESE) entre I3 y 4º de ESO. Ahora bien, dentro de esta etiqueta debe diferenciarse entre dos grupos con proporciones y necesidades muy diferentes.

Por un lado, están los NESE A, que son niños y adolescentes que necesitan apoyo porque sufren una discapacidad física, intelectual o sensorial, o por trastornos del espectro autista (TEA) o de conducta. Estos alumnos dependen del polémico decreto de escuela inclusiva que, a pesar de haberse aprobado hace ocho años, todavía está lejos de conseguir su objetivo –que todos los alumnos puedan acudir a la escuela ordinaria sea cual sea su situación– sobre todo por la falta de recursos que hace tiempo que denuncian los profesionales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos alumnos (43.366) representan sólo el 13% del total de alumnos que Educación ha detectado que necesitan apoyo educativo.

¿Quiénes son el 87% restante? Los NESE B. "Mayoritariamente son alumnos en riesgo de pobreza", advierte Maria Segurola, experta en segregación escolar y análisis de datos de políticas públicas de la Fundación Bofill. Los motivos para ser catalogado como NESE B (292.380 alumnos lo son) son diversos y también están estipulados por ley: sufrir pobreza o estar en riesgo de sufrirla, carecer de recursos socioculturales en la familia, ser recién llegado a Cataluña, haberse incorporado tarde al sistema educativo por falta de competencia lingüística o tener un riesgo de abandono escolar.

"Todos estos datos deben tomarse con cautela, ya que un mismo alumno puede ser NESE A y NESE B a la vez. Además, dentro de una misma categoría vuelve a haber diferencias", insiste Segurola. En este sentido, según los análisis de Bofill, en las escuelas catalanas hay hasta un 36% de alumnos con necesidades educativas de apoyo y un 29% en riesgo de pobreza.

¿Cómo se detectan?

El circuito para detectar si un alumno necesita apoyo educativo tiene una doble vía: la administrativa, que depende, sobre todo, del decreto de admisión aprobado en 2021, y la personal, basada sobre todo en la observación de los docentes y las familias y el análisis de los EAP, los equipos de asesoramiento y orientación psicopedagógica que apoyan a escuelas.

La primera vía sirve sobre todo para detectar a las familias que tienen situaciones desfavorecidas. Cuando un alumno se preinscribe en la escuela, si su familia considera que es NESE B, puede hacerlo constar en la solicitud. Si no lo hace, la administración –concretamente las unidades de detección formadas por Inspección Educativa, Ayuntamiento, Educación y Servicios Sociales– analiza también si es una familia con problemas socioeconómicos o socioculturales. Además, si el alumno llega por matrícula viva (con el curso comenzado como hacen cada mes 9.000 nuevos estudiantes) o no se ha detectado su situación antes y los docentes ven indicios, el EAP valorará su caso y hará un informe detallando sus casuísticas.

¿Todo el mundo tiene ayudas?

Sin embargo, que un alumno sea considerado NESE, no implica directamente que reciba un apoyo o una ayuda económica. De hecho, dado que en la categoría NESE B existen tanto alumnos en riesgo de pobreza como alumnos con dificultades socioculturales, muchas veces se llega a la conclusión de que todos los alumnos recién llegados reciben apoyo económico, pero el proceso no es automático.

Después de ser categorizado como NESE, los equipos de asesoramiento psicopedagógico hacen un informe que indica qué acciones de apoyo necesitan los alumnos. Por ejemplo, para recibir la mochila escolar –la dotación económica que se envía a los centros educativos para que un alumno tenga cubiertos todos los gastos del curso como las excursiones, las colonias, la bata o el uniforme–, será necesario que el trabajador social del EAP indique que el alumno necesita este recurso basándose en datos como por ejemplo si su familia se beneficia de la renta garantizada o de ayudas 24 meses o si llevan menos de dos años de "países en vías de desarrollo", entre otros.

En cambio, si se detecta que existe un problema de lengua o de integración, el educador o el logopeda del EAP puede pedir que el estudiante acceda a un aula de acogida o reciba el apoyo de una veladora si padece alguna discapacidad física o trastornos intelectuales. Además, también puede darse la situación que un mismo alumno necesite más de un soporte.

¿Es un buen sistema?

Tan Segurola como la directora de la AFACC (la asociación que agrupa a la mayoría de AFAs de Catalunya), Lidón Gasull, valoran muy positivamente el aumento de detección de vulnerabilidad que tiene el sistema catalán. De hecho, algunas comunidades le están cogiendo de referencia, como el País Vasco. "Es una política con mayúsculas que se ha hecho con mucha valentía y que es muy contracultural, pero que todavía tiene carencias", admite la experta en segregación escolar.

Gasull coincide en que "el sistema está teniendo voluntad de poder detectar alumnos vulnerables y ayudarles, pero el circuito es opaco". De hecho, la directora de la AFFAC admite que dentro de los centros esta opacidad acaba estigmatizando a algunas familias: "En lugar de crear medidas estructurales que garanticen la escolarización gratuita para todos, se acaba etiquetando a los alumnos como a alumnos mochila y se propicia confrontaciones entre familias por falta de información". Gasull insiste en que la escuela catalana tiene un problema de pobreza infantil que hay que abordar.

Finalmente, Segurola pone sobre la mesa dos puntos negativos más. Por un lado, el importe de la mochila escolar está por debajo del coste real de los gastos educativos –los centros públicos reciben actualmente 384 euros por alumno, cuando la previsión inicial fue de 641 y el cálculo de estos gastos se basa en baremos del 2019–. Por otra parte, la experta en segregación escolar advierte que hay alumnos que, por el curso en el que están, todavía no reciben mochila escolar a pesar de necesitarla. "Los recursos se han ido ampliando desde el curso 2022/23, cuando se aplicó este sistema por primera vez, pero la medida todavía no llega a los alumnos de 2º, 3º, 4º, 5º y 6º de primaria", lamenta la experta.

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