Villano Qiriazi: "En Europa tenemos un problema para definir qué es el éxito educativo"
Jefe de Educación del Consejo de Europa
BarcelonaEl ARA entrevista a Villano Qiriazi, jefe de Educación del Consejo de Europa, aprovechando su estancia en Barcelona para hablar de educación y tecnología en el EdTech Congress.
¿Cree que debe haber pantallas en las aulas?
— Necesitamos un enfoque equilibrado del uso de la tecnología en el aula. Los alumnos necesitan poder utilizar estas herramientas en un futuro y la escuela es el mejor sitio para que creen competencias sobre su uso ético y responsable. Así, si prohibimos los dispositivos digitales en el aula, fuera de la escuela serán víctimas de todo tipo de situaciones problemáticas. El otro aspecto que debemos tener en cuenta es que hoy no sólo se aprende en la escuela, sino que existe un importante aprendizaje informal a través de las familias, la televisión e internet. Somos conscientes de que a los padres les preocupa las horas que pasan los niños ante la pantalla, pero creemos que hay que apostar por potenciar un uso responsable más que por la prohibición.
¿Cómo encaja el uso de la inteligencia artificial aquí?
— Deberíamos abrazar la innovación y ser capaces de utilizarla para mejorar el aprendizaje y para dar las clases más interactivas. Pero esta interactividad no debe ir en detrimento de la interacción social. Debemos trabajar para desarrollar nuevas competencias, pero el aprendizaje debe continuar dependiendo de los maestros y los alumnos, no podemos dejarlo todo en manos de la IA.
¿Cuál cree que es el principal problema educativo en Europa?
— Ah, ésta es siempre la gran pregunta. Entre los círculos educativos siempre aparece la cuestión de la calidad. Todo el mundo tiene interés en recibir una educación de buena calidad, pero no siempre se sabe definir bien lo que entendemos como calidad educativa. Si no defines bien este aspecto, resulta muy difícil construir un buen sistema educativo para las futuras generaciones. El otro problema que tenemos es cómo los países europeos definimos qué es el éxito educativo. Éste no puede ser un concepto estático y fijo. Debemos dar libertad a los alumnos para que definan su propio éxito, pero también debemos crear una diversidad de oportunidades que se adapte a la diversidad de alumnado. Los sistemas educativos son todavía una maquinaria muy pesada que tiene dificultades para adaptarse a nuevos métodos.
¿Tiene sentido aplicar las mismas políticas educativas en toda Europa?
— Lo cierto es que no. A título individual cada país tiene interés en armonizar su sistema educativo por tener niveles de calidad equivalentes al resto de territorios. Por tanto, el objetivo no es hacer una política para todos los países, sino crear unos estándares de calidad comunes para alcanzar a su manera y en función de su contexto y su tradición.
En Europa cada vez existe una mayor movilidad de universitarios. ¿En un futuro próximo debemos imaginar que se pueda hacer cada curso en una universidad europea diferente?
— Sería posible, sí. Podemos tener un estudiante que haga un grado en un sitio y luego complete algunas credenciales en diferentes universidades de Europa. Por eso, uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es la garantía de calidad de cursos online y el reconocimiento de las titulaciones que se obtienen por esta vía. Debemos tener en cuenta que con el desarrollo de las tecnologías existe una proliferación muy alta de actividades fraudulentas en el sector de la educación superior. Estamos trabajando para crear un observatorio europeo, o incluso internacional, que ayude a los Estados miembros a prevenir estas situaciones.
Hace unos meses Catalunya recibió a una delegación de eurodiputados para evaluar la inmersión lingüística en la escuela. ¿Es habitual que Europa interfiera en este tipo de cuestiones de países individuales?
— Normalmente esto es una competencia que corresponde a cada estado miembro. Sé que el tema de la lengua en Cataluña es muy sensible porque está ligado a la identidad y el patrimonio cultural. En el Consejo de Europa tenemos una convención específica que se llama Carta para la Protección de las Lenguas Regionales y Locales donde se especifica cómo tratar este tema, pero yo no soy especialista.
Los resultados de las pruebas PISA hicieron tambalear a toda Europa. ¿A qué le atribuye, más allá de la pandemia?
— No hemos analizado los resultados en PISA de todas partes porque en ocasiones es muy difícil comparar países debido a la diversidad de sistemas y alumnos. No puedes comparar a los estudiantes españoles con los de Singapur, pero los profesores singapureses hacen 100 horas de formación al año... La clave para tener buenos resultados está en el profesor, pero por eso es necesaria una autoridad pública que garantice un muy buen programa de formación para sus maestros. La formación docente debería ser mucho más importante en todos los países.
Europa sufre una falta de docentes generalizada.
— La profesión de maestro se está volviendo muy difícil con un gran número de alumnos por docente, y pasando de educar en tener que centrarse en garantizar la disciplina en el aula. Otro factor que puede interferir en el atractivo de la profesión es que la relación entre escuela y familia es muy tensa, los padres son cada vez más exigentes. Esto ocurre en países donde el sistema educativo es poco flexible y no deja lugar para la participación de las familias. En cambio, en muchos países nórdicos profesores y padres deciden de forma conjunta. Ahora bien, también tenemos un importante problema de reconocimiento del papel del profesor en la sociedad.
¿Qué debemos hacer para recuperar el prestigio de la profesión?
— Debemos crear más alianzas. De la escuela con las familias, pero también con distintos agentes sociales. La transmisión de conocimiento ya no es propiedad plena del profesor, ahora existen otros muchos factores externos. Los sistemas educativos deberían ser más flexibles para que la educación formal y la no formal trabajen con los mismos objetivos. Si existen objetivos comunes, el problema podría resolverse.