Educación

Móviles en el instituto: ¿prohibición total o regulación acompañada?

Educació no prevé prohibir los teléfonos en los centros y deja que cada uno decida cómo los gestiona

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Varios alumnos de un instituto dejan los móviles en una caja antes de entrar en clase

Barcelona"El año pasado la situación era realmente preocupante, veías a los chavales en el patio bloqueados porque cogían el móvil y no sabían parar", recuerda Roger Pérez, coordinador pedagógico del instituto Intermunicipal del Penedès, en Sant Sadurní d'Anoia. El centro, que tiene alrededor de 1.100 alumnos entre secundaria y formación profesional, hace justo un par de semanas que ha prohibido por completo que los alumnos utilicen el móvil, porque los propios adolescentes habían reconocido que, de media, se pasaban con sus celulares más de ocho horas al día. "Estamos sorprendidos porque el recibimiento ha sido muy bueno y en muy pocos días hemos visto un cambio importante de dinámicas", explica Pérez. Y asegura que la respuesta de los adolescentes "en ningún caso ha sido rebotarse o enfrentarse a los profesores".

Es uno de los centros que este curso han optado por abolir el uso del móvil entre los alumnos de secundaria, una decisión que cada vez están tomando más institutos en Catalunya, pero que de momento no ha ordenado el departamento de Educació, que ha optado por no vetarlos y dejar que cada centro decida cómo lo gestiona. En el caso del Intermunicipal del Penedès, la prohibición ha sido el último paso de un proceso que lleva años. "Ya teníamos una normativa referente al móvil y lo que hemos hecho es ajustarla y endurecerla", detalla el coordinador pedagógico.

Hasta ahora, el instituto había prohibido el uso de los móviles en los primeros cursos de ESO, pero en tercero y cuarto dejaban que los utilizaran en los ratos libres entre clases y en el patio. Ahora, la prohibición total ha facilitado la gestión de los dispositivos y la negociación con los alumnos. "En el momento que lo tienes escrito y tipificado, ellos ya saben cuáles son las reglas del juego y cumplirlas es mucho más sencillo", dice el docente, que aclara que los alumnos pueden llevar el móvil, pero ellos son los responsables de autocontrolarse y no usarlo. "Creemos que es más educativo que sean conscientes de que pueden tener el móvil encima y no utilizarlo".

La prohibición total del móvil es una opción que está funcionando en muchos institutos, pero el experto en neuroeducación y profesor de la Universitat de Barcelona David Bueno alerta de que puede ser contraproducente. "Prohibir algo a un adolescente muchas veces genera un efecto contrario porque el instinto les lleva a hacer lo que les dicen que no hagan", explica. Y añade: "No puede ser la solución porque los móviles están presentes en la vida diaria de los adultos y los niños y adolescentes imitan lo que ven. Prohibirles lo normal puede provocar un choque cognitivo, pero eso no quiere decir que no se tenga que regular el uso que hacen de ellos".

Bueno apuesta por hacer una restricción progresiva, que asegura que es necesaria porque los efectos de la adicción a los móviles en la adolescencia son muy preocupantes. "La construcción de la parte social del cerebro es importantísima en esta etapa y se ha visto que un par de horas chateando a través del móvil no genera en absoluto la misma satisfacción que estar media horita charlando con sus compañeros", insiste. Precisamente, el patio es uno de los espacios donde más han notado la diferencia en el instituto del Penedès. "Ahora ves que se mueven de un lado para otro, que no se están sentados, y que hacen grupitos para hablar", explica Pérez.

Para que la regulación sea eficaz, el experto en neuroeducación destaca que hay que "venderla bien y que sea consensuada con las familias", pero también debe hacerse habiendo escuchado a los alumnos, para saber por qué quieren utilizar el móvil cuando tienen compañeros y amigos a su lado. "Escucharlos no quiere decir que ellos decidan, pero puede hacernos ver que cogen el móvil porque la situación que les hemos generado los adultos en los pasillos del instituto o en el patio no es un entorno lo suficientemente agradable para su intimidad" , argumenta. En este sentido, Bueno remarca que, una vez retirados los móviles, es esencial aceptar que haya "rincones" en los que los adolescentes puedan hablar "de sus cosas", porque la intimidad es muy importante en esta etapa y ahora la viven comunicándose por el móvil.

Acompañarlos para saber cómo utilizarlo

Más allá de los centros que han optado por la prohibición de los móviles, también hay escuelas e institutos que han optado por regular su uso sin llegar a prohibirlo. Es el caso de la escuela FEDAC de Sant Andreu. Tiene 700 alumnos, de los que 300 hacen secundaria. "Los dispositivos están ahí y no es la escuela quien les da. Si nosotros los prohibimos, habrá muchos jóvenes que no recibirán un acompañamiento para utilizar el móvil correctamente, tanto por ellos como por los de su alrededor", defiende el director del centro, Jaume Fabró.

La escuela ha optado por hacer que todos los alumnos dejen el móvil en la taquilla y que puedan sacarlo para realizar actividades puntuales. "Hay asignaturas con trabajos que son hacer un podcast o un vídeo y los dejamos elegir si quieren hacerlo con el ordenador o con el móvil. También hay un ejercicio en el que trabajamos el patrimonio cultural del municipio mediante fotos en Instagram", dice Fabró. Aparte de estos ejercicios, la escuela también organiza sesiones de educación digital. "Debemos hacer que vean que se pueden utilizar las redes desde el respeto y la consideración hacia los demás y eso comienza con los pequeños", insiste el director. Explica que con los niños de cinco años trabajan aspectos básicos como "quién es el propietario de una foto y cuándo la puede compartir" y en la ESO trabajan temas más concretos basados en la "conciencia digital del ciudadano" y los aspectos legales del mundo digital.

La escuela de Sant Andreu lleva seis años regulando los móviles y el instituto de Sant Sadurní lleva dos semanas prohibiéndolos, pero el experto en neuroeducación explica que, por suerte, los adolescentes se adaptan a los cambios con mucha más facilidad que los adultos: "Si el móvil se regula y se hace de forma consensuada, pactada y razonada, en dos o tres semanas pueden haberse acostumbrado".

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