Electricistas, transportistas e inmobiliarias también se benefician del negocio de la marihuana

Los Mossos alertan que el sector es la vía de entrada al mundo criminal de personas sin antecedentes

Una plantación interior de marihuana que los Mossos han intervenido este octubre en Martorell.
17/02/2022
4 min

BarcelonaLa producción de marihuana en Catalunya que después se vende a Europa continúa al alza, y está causando un nuevo fenómeno: se está convirtiendo en una puerta de entrada a la delincuencia. Un 53% de los 1.998 detenidos el año pasado debido a la marihuana –un 14,5% más que en 2020– no tenían antecedentes. "Que 1.066 personas entren al mundo criminal puede responder a la precariedad laboral y a la movilidad geográfica de gente que llega a nuestro país", explica el jefe de la División de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra, el intendente Joan Carles Granja. Es el segundo año consecutivo que más de la mitad de los detenidos por la marihuana no habían delinquido, y el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, alerta del "focus de atracción" que supone este negocio ilegal, que mueve mucho dinero y permite un "enriquecimiento fácil".

"Es una preocupación", admite Elena, que piensa que el fenómeno de personas que ven una vía de entrada a la actividad delictiva no es nuevo, porque considera que con el boom inmobiliario de hace años pasó lo mismo por la oportunidad económica que también generaba. En este caso, sin embargo, el conseller admite que influye la "desestructuración social". Granja precisa que uno de cada cuatro de los detenidos por la marihuana tienen nacionalidad española y que el resto son extranjeros. En este último caso, son personas que vienen a Catalunya para dedicarse a este negocio. La portavoz de los Mossos, la inspectora Montse Escudé, apunta que la crisis económica del covid y la cronificación de la pobreza son otros factores que facilitan esta entrada al mundo criminal. Pero la policía añade un riesgo más: la infiltración de la marihuana en la economía legal.

Los Mossos detectan una "connivencia" de algunos sectores con este negocio. "Tenemos una economía formal que claramente vive alrededor de la marihuana. La lista de los que vienen del mundo laboral no ilegal y que están involucrados en esta actividad es enorme", asegura Granja. Por ejemplo, electricistas que se han especializado en hacer instalaciones "profesionales" para los cultivos. Otros que facilitan el negocio son inmobiliarias que ofrecen naves o casas donde montar las plantaciones a cambio de un alquiler por encima del precio de mercado. "Puede ser una connivencia medio simulada, cuando alquilas una casa de la costa por 3.000 euros al mes que a precio de mercado cuesta 1.500", expone Granja, que dice que cuando hacen una intervención policial algunos se llevan un "gran susto" pero que el hecho de que haya interés por una casa que no alquilaba nadie o a un precio "no viable" ya tendría que hacer sospechar.

El intendente pone otro ejemplo de esta "connivencia": transportistas que hacen un traslado urgente de un supuesto mueble que cuesta cinco veces más de lo que es habitual. La marihuana permite pagar por encima del precio de mercado por la rentabilidad que da una plantación: con una inversión de 6.000 euros, se calcula que con una única cosecha se obtiene un beneficio de entre 25.000 y 32.000 euros. “A medida que se vende más al norte de Europa, también aumenta el precio”, explica Granja.

Nueve ataques violentos por error

Otro de los factores que “preocupan” es el crecimiento de la violencia por el cultivo y el tráfico de marihuana. Granja habla de una cifra negra de la violencia que provoca esta actividad, porque la policía desconoce muchos de los casos que realmente se producen. El año pasado detectaron 127 incidentes, como por ejemplo 107 narcoasaltos –atacar una plantación–, tres secuestros y ocho detenciones ilegales. Según el intendente, nuevo de los narcoasaltos fueron por error, porque los autores se equivocaron: “Es un gran susto para los que reciben el ataque y no entienden qué pasa”. Esto pasó en cinco domicilios y cuatro naves industriales. En el 38% de los narcoasaltos se utilizaron armas, la mayoría de las cuales de fuego o simuladas. “La gente que entra en la delincuencia por la marihuana acepta este mundo hostil y todo aquello que comporta”, recuerda Granja.

Esta violencia para defender las plantaciones “como un activo de valor” también comporta crímenes. En 2021 volvieron a ser tres homicidios –el mismo número de víctimas que se ha repetido los últimos cuatro años– en Olesa de Montserrat, Rubí y Navarcles. Se investiga un cuarto caso de una persona desaparecida. Además, este blindaje de las plantaciones se ha visto con elementos de protección peligrosos: un sistema electrificado y unas trampas con armas de fuego artesanales que hirieron a un comando policial.

12 plantaciones semanales

El año pasado los Mossos requisaron 8,90 toneladas de marihuana –la droga más confiscada en Catalunya–, así como 662 plantaciones, una media de 12 a la semana. A pesar de que se ha llegado al récord de plantaciones intervenidas, se han decomisado menos toneladas de marihuana que en años anteriores porque se han detectado menos transportes de marihuana, puesto que una de las sofisticaciones del negocio ha consistido en congelar la droga para que no desprenda olor, hecho que evita recibir avisos de centros logísticos de donde salen camiones hacia Europa e identifican paquetes sospechosos. Casi la mitad de las plantas requisadas en 2021 están en la demarcación de Tarragona porque se han concentrado plantaciones outdoor –exteriores– formadas por miles de plantas.

El auge de este negocio también ha hecho que gane peso la figura de broker, que es un intermediario que pone en contacto redes criminales. Para frenar la marihuana, el plan de los Mossos es doblar los agentes dedicados a investigar cómo se blanquea el dinero obtenido con la droga y trabajar más en cooperación –tanto estatal como europea–. Además, el cuerpo pondrá en funcionamiento el almacén central de sustancias estupefacientes, que estará en Nou Barris, en Barcelona, donde se custodiará toda la droga, que se tendrá que trasladar allí sin “demora” cuando se haya confiscado. “Si no hacemos acciones, en cinco años el panorama se habrá duplicado”, concluye Granja.

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