Sinhogarismo

20 años del asesinato de Rosario Endrinal, el crimen que hizo visible a las mujeres sin hogar

Dos jóvenes y un menor quemaron a la víctima en un cajero de Sant Gervasi, pero no se les va juzgado por aporofobia porque el agravante aún no estaba incluido en el Código Penal

Cartel que indica el sitio del asesinato de Rosario Endrinal, en uno de los homenajes que le hace Arran Cassoles.
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BarcelonaLa madrugada del 16 de diciembre del 2005, tres jóvenes de Sarrià-Sant Gervasi van quemar viva a una mujer que dormía en un cajero automático de la calle Guillem Tell. Previamente, los agresores –que tenían 18 y 16 años– habían sitiado e insultado a Rosario Endrinal, que harta de ellos se encerró en ese pequeño espacio creyendo que era seguro. Pero el menor de edad la engañó para que le abriera la puerta y, por sorpresa, los otros dos chicos le arrojaron encima líquido disolvente que habían encontrado en unas obras cercanas y le prendieron fuego.

El asesinato de Endrinal golpeó a una sociedad que entonces tomó conciencia de la presencia de mujeres malviviendo en la calle y también de la violencia que sufren las personas sin hogar, recuerda Roger Fe, que entonces era un joven educador social de la Fundación Asís, una entidad que atiende a las personas sin hogar en el barrio de Sarrià. En este centro no sabían quién era Rosario Endrinal, pero él se abocó a conocer los detalles de su biografía, y explica con cariño que esta mujer recogía hierros por la ciudad para darles a un faquir que actuaba en la Rambla. "Casi no conocíamos mujeres sin hogar, ni sabíamos que tienen estrategias diferentes, y que se esconden más para sobrevivir en la calle", señala Fe. También fue un choque que los agresores fueran unos adolescentes de buenas familias y no procedieran de entornos de extrema derecha ni violentos y, como Endrinal, fueran del barrio.

Un encuentro casual

Rosario Endrinal tenía 51 años, una hija y había sido secretaria de dirección en una empresa, pero un cúmulo de circunstancias personales hizo que terminara en la calle y dejara de tener contacto con la familia. Fe relata como "Rosario, a quien le llamaban Chari, esa noche no quiso ir a Gràcia con otros compañeros que estaban en la calle y se quedó en el cajero de su barrio, donde seguramente se sentía protegida". Por mala suerte, los tres agresores la encontraron después de una noche de fiesta y la mataron.

En ese momento, aunque en 1995 la socióloga valenciana Adela Cortina ya había acuñado el término aporofobia para designar el odio hacia los pobres, en el juicio contra los agresores adultos no pudo aplicarse este tipo de discriminación, porque no fue hasta el 2022 que fue reconocida dentro del Código Penal, contextualiza la abogada Eva Hobiech.

¿Hoy el crimen se habría juzgado de otra manera? Seguramente sí, vaticina la responsable del servicio jurídico de Arrels Fundació, aunque señala que todavía hay reticencias en los juzgados para valorar a este agravante: "Hay pocas sentencias y pocas denuncias", responde Hobiech, porque las personas sin hogar han "normalizado" la violencia hacia ellas debido a la gran vulnerabilidad y también "desconfían de las instituciones" a la hora de alzar la voz.

A menudo son los educadores callejeros quienes adivinan que alguien ha sufrido una agresión por una herida o por la que. física: también les vetan la entrada en bares o algunos espacios públicos, o los insultan por ser pobres, por estar en la calle o por ir sucios.

El crimen supuso un punto de inflexión, rememora Fe, que ahora, reconvertido en consultor y formador con su propia empresa, Social Compass, afirma que siempre ilustra sus charlas con el caso de Endrinal porque sirvió como "revulsivo" para que desde el sector social "se diera mayor importancia a la violencia" contra este colectivo. Ahora también es válido para concienciar a los jóvenes y adolescentes de que los agresores eran chicos "como ellos".

En la prensa, el crimen de hace veinte años se trató básicamente como un suceso, alimentado por el morbo que tanto los agresores como la víctima procedían de entornos familiares que rompían con los binomios estereotipados de violencia y sinhogarismo con marginalidad social. "Los medios de comunicación son un espejo de la sociedad", apunta la abogada, que valora que se haya avanzado en los enfoques en torno al sinhogarismo.

Repasando las crónicas, y con los ojos de ahora, sorprende el vocabulario "despectivo" ya desterrado para referirse a las personas sin hogar (vagabunda, vagabundo, mendigo), indica la abogada. También destaca la ausencia de voces expertas –hoy presentes– en el sinhogarismo, la pobreza y los derechos sociales, porque básicamente se trata de una narrativa policial, sin apenas contexto social.

Homenaje del barrio

Este aniversario, al igual que cada año, Arran Cassoles recordará, el miércoles por la tarde, la memoria de Endrinal justo frente al cajero donde fue asesinada. Es un acto sencillo y emotivo, al que acudirán otras entidades, como la Fundación Assís, que sirve para "homenajear a una vecina" de un barrio en el que "la aporofobia también existe", afirma Joan Cebrian, militante de Arran de 24 años. "Hemos heredado la memoria de Rosario", subraya. En recuerdo a Rosario Endrinal, la Fundación Assís, tras pedir permiso a su familia, bautizó con su nombre la hogar residencia para mujeres sin hogar con varias problemáticas añadidas.

En 2008, los detenidos mayores de edad fueron condenados a 17 años por asesinato con alevosía y por los daños materiales en la oficina bancaria. El menor, juzgado por la ley del menor, fue condenado a ocho años de internamiento.

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