Albiol expulsa a los cientos de personas que vivían en el B9: "Estoy en la calle, no sé dónde iré"
El alcalde de Badalona descarta gastar "ni un solo euro" municipal para acoger a las 400 personas que vivían en el instituto abandonado
BadalonaDecenas de personas que no tienen ningún sitio donde ir toman el sol en el barrio de Sant Roc de Badalona. Lo hacen entre bolsas improvisadas a toda prisa, maletas antiguas y bicicletas oxidadas. Es todo lo que tienen. Son algunos de los residentes del antiguo instituto abandonado B9, donde hasta hace poco había más de 400 ocupantes, la mayoría migrantes en situación irregular que ya habían estado en otros asentamientos de la ciudad. Este miércoles les han desalojado de nuevo, como ya había ocurrido con las naves ocupadas donde vivían antes de llegar al B9.
Es el caso de Samba Niang, que escucha música con un gran altavoz en el centro de la plaza. La canción es suya, habla de Lamine Yamal y la compuso cuando vivía en Madrid. Cuenta que cambió la capital española por Barcelona porque le dijeron que aquí "había menos racismo". Dice que no tiene hacia dónde dónde ir, pero tiene claro que tiene que irse de Badalona porque aquí no lo quieren, y quizá se va a probar suerte en la Florida, en el barrio de Morad, a "triunfar como artista".
Mientras tanto, sacando pecho después de haber conseguido lo que llevaba meses prometiendo, el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, se pasea por el patio del antiguo instituto B9. Está completamente vacío, sólo existen algunos rastros de una salida acelerada. Como quien se marcha deprisa de casa y no tiene tiempo de cogerlo todo. Carritos de la compra, ropa tendida, pelotas, maletas, tazas, leche, una estelada. "No toque nada, por su salud", comenta el alcalde, que va describiendo cómo el edificio está hecho un "desastre".
Para que ocurriera esta escena todo ha empezado mucho antes. A las 6 de la mañana ya había mucha gente despierta en el instituto abandonado que se preguntaba con esperanza si se anularía el desalojo porque ayer llovió mucho. Sin embargo, la llegada de la policía una hora más tarde ha caído como una losa entre los residentes del B9, que se apresuraban a recoger sus pertenencias antes de que empezara el dispositivo.
Mientras la policía empezaba a iluminar con luces azules las ventanas del antiguo instituto, ha habido muchos ocupantes que han optado por marcharse. "No quiero problemas con la policía", decía Alex. Una de las primeras cosas que ha comentado es que quiere aprender catalán. Viene de Gambia y llevaba tres meses viviendo en el instituto. Ha dicho que es una "locura" echarlos en pleno invierno.
Detenciones y expedientes de expulsión
Antes de la llegada de la comitiva judicial, los Mossos d'Esquadra han intentado hablar con los ocupantes. Les han dicho que todos aquellos que se marcharan antes de la ejecución no serían identificados. Y esto para algunos es fundamental. Se juegan continuar o no en España: si están en situación irregular pueden ser detenidos por la Policía Nacional –que también se ha desplegado este miércoles por la mañana– y ser devueltos a su país de origen.
Y eso ha acabado ocurriendo: los agentes de extranjería de la policía española han arrestado a 15 personas. Los Mossos han identificado a 181. Eran las personas que se han quedado dentro del edificio una vez la policía ha iniciado el desalojo. Ahora se abrirá un expediente de expulsión para las personas detenidas, un procedimiento administrativo largo, que no implica su inmediata devolución en el país de origen.
Pasaban unos minutos de las ocho de la mañana cuando los agentes antidisturbios de los Mossos han accedido por la puerta trasera al instituto. Mientras la policía entraba, salía Ibrahima. "Somos pacíficos, no queremos problemas", comentaba. Ya lleva 19 años en Catalunya y lleva dos viviendo en el antiguo instituto. Miraba el móvil y en el fondo de pantalla aparecía su mujer, que es en Senegal ya la que ve sólo una vez cada dos años. La última noche en el B9 ha sido complicada precisamente por saber que sería la última. "He intentado dormir y no he podido", comentaba. Y el comentario más repetido era: "Estoy en la calle, no sé a dónde iré". Algunos admiten que acabarán en la calle. Otros planifican ocupar otra nave, pero lamentan que cada vez hay menos ocupadas en la ciudad.
Haji tampoco tiene adónde ir, pero está más preocupado por su perro Tupac. Está tratando de localizar a los técnicos de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada) de Barcelona para que se hagan cargo mientras él encuentra un lugar donde vivir, ya que consta que el domicilio del perro está en la capital catalana. Si todo va bien, Tupac esta noche dormirá bajo un techo, pero él tiene claro que tendrá que dormir en la calle porque no tiene alternativa. Como ya ha advertido al ARA en otras ocasiones, muchos de los desalojados se quedarán en Badalona e insiste en que no se evaporarán por mucho que los echen de cada nave que ocupen.
Albiol descarta realojarlos
Albiol ha desalojado casi todos los asentamientos de la ciudad y muchas de estas personas han terminado en el B9 sin otra alternativa. "Es el resultado de su política", asegura Younous Drame, uno de los primeros que se instaló en ese edificio abandonado. Cuando le preguntan por el discurso de Albiol, en el que les acusa de ser unos delincuentes, responde que él ha trabajado de todo, sobre todo de jardinero y cosechando fruta, y ahora estudia agricultura ecológica y sólo quiere un lugar donde vivir dignamente. Este agosto los Mossos d'Esquadra detuvieron a un hombre por haber matado a otro dentro del instituto a causa de una pelea. Hace unas semanas Haji explicaba que el detenido y la víctima llevaban muy poco en el B9 y que prácticamente no los conocían, pero que no sabían a dónde ir y los acogieron. "A veces por lo que hacen unos el colectivo acaba perdiendo", lamenta Ibrahima.
Tampoco los nueve casos de tuberculosis detectados en los últimos dos años en el edificio han suavizado el discurso de Albiol en favor de la expulsión. De hecho, este miércoles profesionales de salud pública han participado en el operativo policial porque todavía existe una persona en tratamiento por tuberculosis. El subdirector de Vigilancia y Emergencias, Jacobo Mendioroz, ha aclarado que el brote está controlado y que no existe riesgo de diseminación de los contagios, pero que es una enfermedad que requiere un tratamiento largo y deben hacer seguimiento a los pacientes para que lo acaben.
La realidad es que la respuesta social es escasa. Y el alcalde Albiol no se esconde, sino que más bien ha hecho bandera. En declaraciones posteriores desde una calle adyacente al edificio aseguró que el desalojo era "necesario" y estaba "absolutamente justificado" porque las personas que vivían allí generaban "problemas graves de convivencia y seguridad". Sobre dónde irán ahora estas personas, Albiol ha reiterado que no les realojará, que no les quiere en la ciudad: "El Ayuntamiento no gastará ni un solo euro para acogerlos". Según el alcalde, unas 150 personas que vivían en el B9 ya se han ido de la ciudad desde que se autorizó el desalojo y sólo una cincuentena han sido atendidas por los servicios sociales del consistorio. Añadió que una quincena pudieron ser reubicados en pisos temporales. "Ahora le toca a Pedro Sánchez buscar vivienda a estas personas", ha dicho Albiol.
Mientras el alcalde hacía estas declaraciones, algunas personas se han acercado a la comparecencia –blindada por la policía– para hacer cánticos en su contra. Era el último reducto de una manifestación que intentó impedir el desalojo a primera hora de la mañana. No ha sido posible. El único momento de tensión se produjo cuando los Mossos desocuparon la puerta principal del instituto, donde se encontraban algunos residentes y también algunos manifestantes, como la concejala de Guanyem Dolors Sabater. La policía les ha empujado a que algunos vecinos retransmitían como si fuera un partido de fútbol.
Justo en ese momento, a dos calles de allí, Djily Niang estaba haciendo un café y comiendo un croissant en un bar. Contaba que venía de trabajar en las obras del Camp Nou y que tenía todo su equipaje dentro de la nave. Hace ocho años que llegó de Senegal y hace dos que vive en el instituto. "Yo tengo trabajo y voy a buscar un piso, pero la gran mayoría se quedarán en la calle", lamenta. Por el momento la calle es la única que tienen muchos de los ocupantes del B9.