Derechos Sociales

"Cuando llegué a Barcelona sentí que tenía un muro delante de mí"

La Fundación de la Esperanza celebra 10 años promoviendo la igualdad de oportunidades con 8.000 personas atendidas

Ouafaa Elatario en las instalaciones de la Fundación de la Esperanza
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BarcelonaOuafaa Elatari llegó a Cataluña en el 2010, en plena recesión económica, para buscar un sitio donde consolidar su vida y ampliar su carrera profesional. Joven, con la carrera de derecho bajo el brazo y con años de experiencia ejerciendo como abogada en Fez, llegó a Barcelona. Pero los cambios nunca son fáciles. Menos aún cuando no conoces el sistema laboral, educativo, sanitario y ninguno de los trámites administrativos básicos. Poco tiempo después de establecerse en Ciutat Vella, Elatari conoció a la Fundación de la Esperanza, a través de la cual ha seguido formándose y ahora, casi diez años después del primer contacto, son sus hijos los que siguen el vínculo con la entidad de La Caixa.

"Para mí trabajar es ser libre, pero cuando llegué a Barcelona sentí que tenía un muro delante de mí que me limitaba, y no sabía cómo atravesarlo". Ouafaa Elatari llegó con su marido y sus dos hijos a Catalunya, pero aunque intentó insertarse en el mercado laboral, no conseguía un trabajo estable. Con el boca a boca de las mujeres del barrio oyó hablar de la Fundación de la Esperanza, un centro donde se promueve la igualdad de oportunidades y la inclusión en uno de los distritos de Barcelona con mayor complejidad social: Ciutat Vella. Sin dudarlo, en el 2014 pasó a formar parte.

Allí hizo el curso de hostelería y a los pocos meses ya encontró trabajo: "Me dio aire", dice Elatari. Pero no dejó la formación aquí. "A pesar de los niños y el trabajo, siempre que he tenido tiempo me he escapado a la Fundación de la Esperanza y me he inscrito en distintos cursos que me ayudan a crecer". También realizó un curso de informática y dos años de catalán, que aunque le cuesta hablarlo lo entiende perfectamente. Tras recibir el asesoramiento y estos recursos, ya pudo conseguir un nuevo trabajo, del que quería y, esta vez, sin la tutoría de los educadores sociales de la entidad.

Marc Simón, subdirector general de la Fundación ”la Caixa”, y Núria Danés, directora de la Fundación de la Esperanza, junto al equipo de la entidad.

Ouafaa es una de las 8.000 personas con riesgo de exclusión social que han recibido la atención social directa de la Fundación de La Caixa que este año celebra su décimo aniversario. Tras un primer abordaje, los profesionales del centro construyen un itinerario personalizado que pone "el foco en el reconocimiento de las competencias y en la construcción de la autoconfianza para mejorar las condiciones de vida, ya que a menudo se sienten muy poco valoradas" , explica Núria Danés, directora de la Fundación de la Esperanza.

La inserción no es el único ámbito que se refuerza desde la entidad situada en la plaza de Sant Just, en el corazón del distrito de Ciutat Vella. También se potencia la creación de nuevos proyectos, se presta atención a la infancia y se gestiona la Casa del Receso, una vivienda para mujeres de entre 18 y 35 años que quieren favorecer su autonomía y facilitar la emancipación. La Fundación de la Esperanza pretende dar una respuesta conjunta a la situación de todas las personas en situación de exclusión social porque "no tener red es un factor de vulnerabilidad". Por ese motivo, la institución de La Caixa también funciona como nexo con otras entidades como el Banco de Alimentos.

De hecho, en el caso de Elatari, también optó por vincular a sus hijos a la entidad. De esta forma, tienen un nuevo espacio de relación con niños de su edad y del barrio. Allí se les proporciona un espacio para hacer deberes y se organizan casales para que los más pequeños se formen en el ocio, pero también existe la posibilidad de recibir ayudas económicas para garantizar la educación de los niños, el colectivo que más sufre la pobreza estructural. Concretamente, el centro ha prestado una ayuda económica a equipamiento escolar a 3.670 niños en los diez años que lleva funcionando el proyecto. También se les hace un seguimiento académico y, en el caso de Elatari, también dispuso de un logopeda para su hijo de 6 años, que tenía dificultades para hablar. Para ella, es "el mayor regalo" que le han podido hacer.

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