Pobreza farmacéutica

"O como o pago los medicamentos, no llego a todo"

Cruz Roja ayuda a un 62% más de personas en un año para hacer frente a los gastos de medicamentos

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Noelia Manzaneda, en una imagen de campaña de Cruz Roja Catalunya.

BarcelonaCruz Roja ha atendido, en un año, a un 62% más de personas con problemas de salud que no pueden pagar fármacos u otros servicios sanitarios no incluidos dentro de la cartera pública: 6.700 en 2023 frente a las 4.150 del ejercicio anterior. Según datos del último barómetro sanitario del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 3,6% de la población española ha dejado de tomarse algún fármaco por problemas económicos. "O comer o el medicamento", plantea Ahmed Arrob. Ese es el dilema en el que él se encuentra después de sufrir hace unos años un infarto de miocardio que le obligó a dejar el trabajo de payés, que lo había ocupado desde que hace 30 años llegó a Catalunya. Ahora tiene 47 y explica que la pensión mínima que cobra le ha obligado, por primera vez, a tener que recurrir a las ayudas.

El suyo es uno de los casos con los que se encuentra la Cruz Roja de Cataluña. De las 400.000 personas atendidas en sus servicios, a unas 77.000 les ayudaron a pagar medicamentos, así como al dentista, audífonos o gafas. Arrob necesita un fármaco que debe tomar dos veces al día. Aunque la Seguridad Social lo financia, cada mes debe desembolsar 50 euros para retirar la caja de la farmacia. Demasiado para su pensión de 480 euros. Además, la receta de crónico incluye ocho medicamentos. Sin embargo, no siempre toma todos los medicamentos prescritos, sencillamente, dice, porque no llega a todo. “Llevo meses sin tomar una pastilla para ayudarme a dormir y descansar”, dice, y se queja de que nadie quiere darle trabajo porque le ven “viejo y enfermo”.

A Arrob le derivaron a Cruz Roja desde los servicios sociales municipales para hacer frente a esta pobreza farmacéutica o sanitaria que queda invisibilizada frente a otros, como la alimentaria o la residencial. Sin embargo, es la misma pobreza, la privación material que afecta a la vida de uno de cada cinco catalanes. "Como la pobreza crónica aumenta, también crecen las personas que no llegan al copago" de medicamentos, explica el presidente de la Cruz Roja de Catalunya, Josep Quitet. “Hay medicaciones muy caras. Hay que comer, calentar la casa y sólo falta el copago”, resume.

A Noelia Manzaneda, de 40 años, la vida le cambió de repente cuando, días antes del confinamiento por la covid, sufrió un ictus en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) del Ayuntamiento de Badia del Vallès, donde llevaba 15 años trabajando. Aún se recupera física y mentalmente de ese golpe, ya que le ha dejado graves secuelas: dolores en la espalda, arritmias, un coágulo que no se ha reabsorbido y pérdida irreversible de visión en un ojo. Además, se ha añadido un tumor en el pecho. "Mi vida ha dado un vuelco brutal: de ser funcionaria a tener que ir a Cruz Roja. Es algo que nunca había imaginado, pero que nos puede pasar a todos", exclama, e insiste en que sin l ayuda y el acompañamiento de la entidad no podría salir adelante.

Dolor agravado

Aunque en un principio los médicos tuvieron claro que por sus lesiones debía tener la discapacidad total, Manzaneda se resistió porque, tan joven, confiaba en volver a trabajar más adelante. Sin embargo, la realidad se ha impuesto y ahora ya tiene cuello abajo que no lo hará, por la imposibilidad física y porque su plaza la sacaron a concurso cuando ella estaba en el hospital y no se podía valer. "Nadie quiere discapacitados", se lamenta. Sin embargo, hasta el próximo año no puede revisar el 75% de la discapacidad, y debe pasar con una pensión de 863 euros. Por suerte, ha tenido la ayuda de los padres para realizar la rehabilitación que le ha permitido volver a andar bien y para adaptar el baño.

Con este alto grado de discapacidad, Manzaneda tiene los medicamentos financiados por la Seguridad Social, pero el presupuesto familiar se lo llevan mayoritariamente los 653 euros de la hipoteca, un importe sagrado, porque la idea de quedarse en la calle con su hija pequeña le asusta. Así, los 100 euros de fármacos que necesita y no están en el catálogo público los va a buscar a Cruz Roja, que cada mes le da una "bolsa de supermercado" llena de medicamentos. "Si no fuera por Cruz Roja yo no estaría viva", dice, y añade que piensa devolver todo lo que ha recibido haciéndose "dando" de la entidad una vez que su situación económica mejore.

Pero, más allá de medicamentos, Cruz Roja advierte que la pobreza va ligada a más problemas de salud. O, en otras palabras, la vulnerabilidad agrava el estado de salud de la población empobrecida, tanto de enfermedades y dolores físicos como mentales y emocionales.

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