A golpes de azada y pala: el historial de agresiones del asesino de la riera de Cambrils
El hombre que presuntamente mató a su concuñado en febrero había agredido a tres vecinos dos años antes
BarcelonaGheorghe Joita fue detenido el 15 de febrero en Zaragoza como presunto asesino de su vecino y concuñado Ion Valentin. Los hechos ocurrieron tres días antes en un camino rural entre Cambrils y Vinyols y els Arcs, en el Baix Camp. Joita atropelló al hombre y, cuando estaba tendido en el suelo, empezó a golpearle patadas en la cabeza. Cuando los servicios de emergencia llegaron, Valentin estaba vivo y apuntó a Joita como responsable del ataque. Pero el agresor había huido. Su concuñado murió al cabo de unos minutos. Todo esto ocurrió mientras Joita esperaba otro juicio por agresiones anteriores con los vecinos, que le habían denunciado insistentemente ante la policía y los juzgados. ¿Se habría podido evitar la muerte de Valentin si estos avisos se hubieran tomado más en serio y la justicia hubiera ido más deprisa? Esto se preguntan ahora los vecinos.
El crimen de Cambrils derivaba de una disputa por unos terrenos. No eran los únicos problemas por ese motivo que tenía este rumano de 54 años con sus vecinos. Joita está pendiente de otro juicio en Reus por dos delitos de lesiones y un delito leve de lesiones. El 3 de abril de 2022 una de las familias que vive junto a él, cerca de la riera de Alforja, estaba celebrando un cumpleaños. Un hombre de 61 años –han pedido mantener el anonimato por miedo a represalias– estaba paseando por la finca cuando Joita le agredió, sin ni siquiera dirigirle ninguna palabra. Le pegó un puñetazo y varias patadas hasta que pudo escapar. Tres miembros de la familia fueron a recriminarle los hechos y el agresor golpeó con una azada a una mujer de 60 años. Le hizo un ojal en la parte posterior de la cabeza. La tercera agresión, en ese caso con una pala, fue a un hombre de 58 años. El golpe le impactó en la cara, le provocó una fractura nasal e hizo que perdiera la conciencia durante un rato. Entre el resto de familiares pudieron evitar que la cosa fuera a más y requisaron la azada y la pala hasta que llegaron los Mossos d'Esquadra. "Estuvo a punto de matarle", rememora uno de ellos.
Convivencia insostenible
La acusación particular pide 12 años de cárcel, mientras que la Fiscalía solicita 3 por cada delito de lesiones. Si el caso termina con condena, el ministerio fiscal abre la puerta a que, después de que haya cumplido dos terceras partes de la pena, pueda sustituirse de forma parcial de la cárcel por una expulsión de España y la prohibición de entrar en territorio español durante 9 años. Este caso será juzgado en los próximos meses, antes que el juicio por el homicidio de su concuñado, por el que ahora se encuentra en prisión provisional. Antes de aterrizar en Catalunya, Joita ya fue condenado a 10 años de cárcel por delitos de sangre en Grecia ya 2 años por delitos similares en Rumanía. Aquí, aunque tiene varios antecedentes policiales, sólo consta uno judicial: un robo en el 2009.
"Nos hemos sentido desprotegidos, desamparados y con mucho miedo. Hubo pasividad durante mucho tiempo", relata uno de los familiares. Y es que llevaban meses denunciando las amenazas y la intimidación de Joita, pero nunca pasaba nada. El agresor quería hacerse con una parcela mayor de los terrenos, incluso apropiándose de una parte de la riera, lo que generaba tensión constante con el vecindario. Con una excavadora que no tenía la documentación en regla –teóricamente llevaba más de 25 años en un depósito de desguaces–, Joita intimidaba a los vecinos, incluso removiendo tierra en la zona común, junto a la riera, que privaba a los propietarios de las casas adyacentes de salir y entrar. Se paseaba dentro de su coche desafiante, con el móvil en la mano grabando si alguien le decía algo. Lo denunciaron dónde pudieron. La policía local y los Mossos acudían a mediar, pero no existían consecuencias. Y él seguía con la excavadora haciendo nuevos socavones y atemorizando a los vecinos.
Consultado por este diario, el Ayuntamiento de Cambrils no concreta qué medidas se llevaron a cabo para prevenir estas situaciones. Fuentes municipales afirman que eran conscientes de ello y que sabían que era un vecino problemático, pero no saben exactamente lo que se hizo para evitarlo. Los Mossos d'Esquadra tampoco señalan qué acciones llevaron a cabo y se escudan en que eran problemas de convivencia. Es decir, que eran más competencia de la policía local que suya.
El día de la triple agresión, que provocó que las víctimas estuvieran entre 10 y 30 días de baja, uno de los jóvenes de la familia decidió abandonar su casa. Era su proyecto de vida, pero no valía la pena perseguir su sueño. Era demasiado peligroso. El chico se había instalado con su pareja, en un terreno colindante al de Joita, pero eso superaba todos los límites. Tenían miedo y venían de un año lleno de amenazas y enfrentamientos. "Mi hijo tenía claro que no debía responder a las provocaciones", relata el padre del joven, que vio cómo todo el dinero invertido en adecuar el terreno ha acabado "tirado" a la basura. "No quiere saber nada más, ni habla", añade el progenitor.