Geopolítica del crimen organizado

Joan Queralt: "Hoy el mafioso antes que pistolero es emprendedor"

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Joan Quealt, periodista.

Joan Queralt hace 33 años que investiga el crimen organizado; como periodista siempre se ha interesado por los poderes paralelos, a la sombra. En los años 70 vivió en América Latina y molestó bastante al régimen argentino del general Videla para tener que volver a Barcelona amenazado. Añorado, se fijó en Italia, y allí encontró el doble estado, las cloacas de los servicios secretos y el crimen. Investigando la logia P-2 topó con la mafia y desde entonces la combate explicándola, un acto “de militancia”, dice. El último libro que ha publicado es Mafias & economía & política. Ilegalidad económica y crimen organizado en la era de la globalización.

Nos imaginamos a los mafiosos como individuos sanguinarios y con gusto para los tiroteos en medio de la calle.

— Estas imágenes son estereotipos; la realidad criminal del siglo XXI no tiene nada que ver. Hoy el mafioso antes que pistolero es emprendedor. Es crimen que se hace con industria y actividad económica. Explotan económicamente la violencia, pero su violencia es instrumental, estratégica, discontinua. No es un fin en si mismo; su uso como capital produce y asegura riqueza. Las mafias disparan solo cuando están obligadas a ello, si sus negocios se ven obstaculizados o si les es útil. Prefieren los métodos más provechosos de la corrupción y la connivencia con otros poderes, sus caballos de Troya más eficaces. Los mafiosos saben que comprando se puede condicionar con un instrumento menos visible y peligroso que la intimidación.

¿Qué estrategias de las empresas privadas han adoptado las organizaciones criminales?

— Internacionalización; diversificación de actividades, sectores e inversiones; subcontratación; acuerdos de colaboración con otros grupos y organizaciones nacionales o extranjeras; innovación; desarrollo tecnológico. Tiempo atrás, las autoridades italianas interceptaron una llamada telefónica en la que un mafioso le decía a otro: "No me interesan los que hacen bam-bam en las calles, sino los que hacen pim-pim al teclado". Es la nueva Mafia 3.0., la que utiliza darknet y paga y cobra en bitcoins.

¿Hasta qué punto está ligada la actividad económica legal con la del crimen organizado?

— Una y otra componen un entramado capaz de dar vida a una economía mixta surgida de la fusión de capitales legales e ilegales que ha acabado transformándose en un componente estructural del capitalismo mundial. Un ejemplo: la Comisión Europea obligó a los estados, desde septiembre de 2014, a incorporar a la estimación de su renta nacional sucia los flujos de actividades como la prostitución, el contrabando y la producción y el tráfico de drogas.

¿Cómo ha cambiado el crimen organizado por la pandemia?

— Primero la criminalidad internacional atravesó un periodo de retracción, debido a las restricciones y la reducción de la movilidad en todo el mundo, que impidió el transporte de mercancías como precursores químicos para la elaboración de la droga y productos falsificados procedentes de Asia. También cayeron los ingresos de las extorsiones, por la crisis económica. Pero, como es habitual, reaccionó y se adaptó con más rapidez que la economía legal. Diversificó las actividades abriéndose a nuevos negocios ilícitos como el contrabando y el comercio de máscaras, guantes, pruebas rápidas, productos médicos y farmacéuticos; o expandiendo, tanto como fuera posible, los ya existentes, como la usura o la infiltración en la economía legal; modificando logísticas y métodos de venta, en particular en el mercado de la droga, o utilizando comunicaciones encriptadas para mantener sus negocios. Después de un año de emergencia sanitaria, en Italia ya se estimaba que la infiltración de los capitales mafiosos en la economía legal subía a 5.200 millones de euros, y hoy podemos afirmar que la ciberdelincuencia ha experimentado un crecimiento exponencial a escala global.

La mafia rusa, la 'Ndrangheta, la Yakuza, los cárteles mexicanos... En Catalunya no tenemos ninguna organización autóctona de este estilo.

— Los grupos y las familias autóctonas que tradicionalmente controlan el mercado de la droga en barrios como la Mina de Sant Adrià del Besòs y la Zona franca, las actividades de los cuales se extienden a otros delitos asociados, no son comparables a las mafias internacionales. Son fenómenos locales, en algún caso con un relativo alcance fuera de su territorio, pero sin la misma dimensión, poder económico ni relaciones. Pero sí que hay grupos con presencia e implantación en Catalunya y muy activos vinculados a grandes organizaciones de carácter global, como las mafias chinas y nigerianas, además de la Camorra napolitana. No son estrictamente autóctonas, pero su arraigo es un riesgo.

Tenemos la marihuana.

— Los procesos de desarrollo de la criminalidad son previsibles y reproducen casi siempre las mismas lógicas, sea cuál sea el territorio donde actúan. Hoy estamos en una fase de aumento gradual de la violencia y de aparición de tramas policiales vinculadas al cultivo y tráfico de marihuana, que se pueden agravar a corto y medio plazo. El paso siguiente es la infiltración a la administración pública, la política y, por supuesto, la economía. Formas de corrupción y de ilegalidad que miran de colonizar nuevos espacios sociales y económicos.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos al respecto?

— El juez siciliano Roberto Scarpinato, que ha dedicado su vida a la lucha contra la criminalidad, dijo: “El mundo del crimen transnacional y el mundo de las personas normales son las dos caras de una misma moneda, dos caras que se alimentan mutuamente. Los criminales existen y prosperan porque millones de ciudadanos piden bienes y servicios ilegales. Ellos son el espejo que refleja los vicios secretos de la gente común en todo el mundo”. Y Al Capone decía lo mismo: “Todo lo que hago es responder a las necesidades del público”. Tenemos que ser conscientes. Y tener claro que la actividad criminal no es inocua, sino que desemboca y se integra en la economía legal. Fomenta la economía sumergida y la reducción de recursos fiscales y públicos, de forma que altera el equilibrio del mercado a favor de los intereses de algunos, cosa que contamina los circuitos financieros y de crédito y favorece la corrupción y la ilegalidad... Lo que alimentamos acaba incidiendo negativamente en nuestras vidas.

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