La impunidad todavía es la norma en los crímenes de honor en Pakistán
El país, junto con India, son, con un millar de asesinatos al año, los estados con más casos de esta plaga
BarcelonaEn Pakistán, el asesinato de las dos hermanas de Terrassa levantó cierto alboroto en la prensa los primeros días, pero la televisión pasó de puntillas y enseguida las polémicas políticas han vuelto a ocupar todo el protagonismo. Y es que, desgraciadamente, casos como los de Arooj y Anisa Abbas no son extraños en el país, más bien al contrario. Los llamados crímenes de honor son una práctica muy extendida todavía en todo Pakistán, y, de hecho, son justamente los casos en los que las víctimas son residentes o nacionales de países occidentales los que tienen más opciones de ocupar titulares en la prensa. El año pasado fue una mujer del Reino Unido a quien dispararon cuando viajó a Pakistán por haber rechazado dos ofertas de matrimonio u otra de Estados Unidos a quien mató su marido. Hace dos años, una joven italiana asesinada por su padre, el hermano y el tío en una visita al país porque rechazó un matrimonio acordado.
La historia se repite una y otra vez. Los asesinos son padres, en algunos casos incluso la madre, hermanos, primos, tíos, el marido o incluso los hijos. "Y los motivos que dan para sus delitos incluyen que las mujeres han mantenido relaciones sexuales (reales o supuestas), tenían pareja, se han casado sin el consentimiento familiar, no han podido demostrar la virginidad la noche de bodas, han sido víctimas de una violación, han abandonado a un marido maltratador, han utilizado un teléfono móvil o han colgado una foto en Facebook", escribe Sadiq Bhanbhro, investigador sobre violencia de género en la Universidad Sheffield Hallam (Reino Unido), en The Conversation.
Asunto familiar
Son los llamados crímenes de honor que hasta 2004 no estaban ni siquiera penalizados en la ley paquistaní porque se consideraban un asunto familiar o de la comunidad, puesto que a veces son una decisión del consejo de ancianos del pueblo o jirga. Pero la impunidad era la norma hasta 2016, porque la familia de la víctima perdonaba a los asesinos –normalmente de la misma familia– o llegaba a un acuerdo para una compensación económica.
Una ley aprobada hace seis años quiso poner fin y obliga las autoridades a personarse como acusación y evitar este tipo de pactos. Como en el caso de las hermanas de Terrassa, el hecho de que el Estado sea parte en el juicio quiere decir que la familia "no podrá llegar a un compromiso" para absolver a los asesinos, explica por teléfono Bashir Chaudry, periodista del medio Urdu News que ha cubierto la noticia.
Pero incluso en estos casos la impunidad todavía es posible. Es lo que ha pasado este mismo año con el autor confeso del supuesto crimen de honor más sonado y polémico de Pakistán, el que dio pie a la aprobación de la ley del año 2016. En julio de aquel año, el asesinato de la estrella de las redes sociales Qandeel Baloch, a quien se llegó a definir como "la Kim Kardashian paquistaní", conmocionó al país y abrió por primera vez un intenso debate público sobre los crímenes de honor. Fue su hermano mismo quien la estranguló hasta matarla y aseguró en el tribunal que no se arrepentía porque su hermana "había llevado deshonor a la familia con sus publicaciones" en las redes sociales. Fue condenado a cadena perpetua, pero el febrero de este 2022 ha sido liberado por un tecnicismo legal que permitió a su madre perdonarlo. "Los equipos legales del Estado a veces no ponen su máximo esfuerzo en el juicio y los acusados se benefician de ello", resume Chaudry para explicar este vacío legal.
La Comisión de Derechos Humanos del Pakistán recontó 478 crímenes de honor en 2021 (430 en 2020), pero las cifras pueden ser mucho más altas porque no todos los casos son denunciados y a veces quedan enmascarados como accidentes o suicidios. La región nororiental de Punjab, donde fueron asesinadas Arooj y Anisa Abbas, es la que más casos acumula (237 oficiales en 2020), pero se producen en todo el Estado. Las ONG calculan que en realidad son un millar de mujeres muertas cada año en el país, lo que hace de Pakistán el país donde se cometen más crímenes de honor junto con India: cada uno registra un millar de los 5.000 que tienen lugar globalmente, según la Honour Based Violence Awareness Network.
“Crecen de forma alarmante”
Las cifras oficiales van a la baja –la propia Comisión hablaba de 1.170 crímenes anuales entre 2004 y 2016–, pero la activista paquistaní por los derechos humanos Sobia Shah asegura que en realidad los crímenes de honor "están creciendo de forma alarmante" en los últimos años en el país. "Por varios motivos", dice, entre los cuales que ahora se denuncian más, pero también "por el creciente empobrecimiento" de Pakistán, que lleva cada vez más a las mujeres a tener que tomar las riendas financieras de la familia y esto "choca con la mentalidad profundamente patriarcal" de su familia y comunidad, explica Shah a este diario. "Los crímenes de honor tienen una historia muy larga y están profundamente arraigados en la sociedad paquistaní", añade.
Según Shah, sin embargo, cada vez más sectores de la sociedad paquistaní, sobre todo aquellos con más nivel de educación, se oponen a estos crímenes. En esto, las redes sociales están ayudando, pero también es importante el papel de los medios de comunicación. "Estamos intentando redefinir la idea de que estos sean de hecho crímenes de honor. Los medios más civilizados en Pakistán han empezado a referirse como «los llamados crímenes de honor» o asesinatos en nombre del honor para poner la responsabilidad en los culpables y su mentalidad", explica a este diario Xari Jalil, periodista de Voice.pk, que ella misma define como "la única plataforma digital del país que cubre los derechos humanos de forma comprometida".
"Creo que hará falta todavía mucho tiempo para que la mentalidad cambie –dice Jalil–. Solo hay una pequeña parte de la sociedad que en realidad avala este crimen, pero el problema es que todavía muchas personas asocian a las mujeres con su honor".