Los problemas de la inmigración: "Te sientes como una isla en un océano de trámites"
Las entidades sociales reclaman un cambio en el sistema de acogida de los recién llegados, para hacerlo más ágil y menos burocrático
Barcelona"Te sientes una isla cuando migras, en medio de un océano de trámites". La frase la ha pronunciado Tatiana Cárdenas, recién nacionalizada española colombiana, para definir los déficits del sistema de acogida y los servicios de atención para la nueva inmigración. Con datos y entrevistas, un informe presentado este jueves por la Mesa del Tercer Sector coincide de lleno con sus palabras, calificando el sistema de caduco, demasiado rígido y burocrático para unas necesidades y perfiles tan diversos de las personas que llegan en esta ola migratoria que ha hecho que Catalunya haya alcanzado los ocho millones de habitantes.
El sentimiento de Cárdenas es común en la inmigración que no tiene otra alternativa que entrar en el país irregularmente porque la vía legal es inexistente: se topan con trabas que van desde la imposibilidad de empadronarse hasta la de trabajar con derechos o estudiar más allá de la educación obligatoria porque, con la ley de de irregularidad. Cárdenas admite que ella fue "una privilegiada", porque entró de acompañante gracias al contrato laboral de su marido, pero que ni así pudo ahorrarse la carrera de obstáculos para dejar de ser una isla e integrarse en el territorio.
Se quejaba Cárdenas, actualmente socia activa de la Fedelatina y autónoma laboralmente, de que el sistema de acogida obliga a los migrantes a "solucionarlo todo a la vez". El curso de lengua catalana, el empadronamiento, ganarse la vida durante los años de irregularidad para sobrevivir, encontrar una vivienda... "Tienes que ir llenando casillas, pero tú no puedes esperar a tener un buen nivel de lengua para ponerte a trabajar", cuestiona. A su lado, el venezolano Jaime Samuel Vergara también plantea las dificultades para los demandantes de asilo internacional, y la joven marroquí Hiba Jaoui pone voz a la vida de una menor que ha llegado sola y ha sido tutelada. Ahora estudia una FP y dice sentirse acompañada, pero recuerda también el "racismo" sufrido en el centro de acogida.
Las tres experiencias personales diversas ilustran en primera persona Abrir puertas, construir futuro: la acogida de personas de origen migrante en Cataluña como garantía de derechos, el nuevo dossier de la Mesa del Tercer Sector, que firma la socióloga Sònia Parella, coordinadora CER-Migraciones de la UAB, y que se ha presentado en un coloquio moderado por la subdirectora del ARA Elena Freixa. El estudio analiza la evolución de la población migrada y concluye que es necesario reformar el sistema de acogida para adaptarlo a las necesidades de la nueva migración.
Sistema tensionado
Pareja subrayó la gran vulnerabilidad de estas personas, que van desde niños sin referentes a personas mayores que ya están jubiladas o los que se marchan de sus países para huir de situaciones de violencia buscando protección. Aunque en la última década han llegado 800.000 personas, los servicios de acogida no se han redimensionado y el sistema está tensionado, con listas de espera para inscribirse en las clases de lengua catalana o una eternización de los trámites porque es imposible tomar una cita disponible para la renovación o demanda de la residencia. Para diseñar un sistema más dinámico, la socióloga es partidaria de integrar los recursos de la comunidad (entidades, actividades municipales) para facilitar que los recién llegados creen vínculos.
Los límites de la ley de Extranjería o la negativa de muchos ayuntamientos a empadronar a personas sin contrato de alquiler o que ocupan vivienda son los grandes obstáculos, apunta en su análisis Parella, que aboga por superar el enfoque exclusivamente laboral para regularizar la migración y avanzar para promover su participación social y política.
En su intervención, el presidente de la Mesa, Xavier Trabado Farré, ha insistido en que "Catalunya ya ha integrado" inmigración, en referencia a la española que llegó el siglo pasado. De hecho, tres de cada cuatro catalanes tiene raíces inmigrantes.