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La falta de agua potable: amenaza para la metrópoli de Barcelona en 2050

El AMB propone una nueva planta potabilizadora y regenerar el agua del Besòs para asegurar la demanda doméstica

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Punto de recepción de clorit sódico por el tratamiento de las aguas del río Llobregat

BarcelonaEl agua es un bien escaso, cada vez más escaso si se miran las previsiones de menos disponibilidad que ya dan por hecho los científicos a causa de la crisis climática. Abastecer a la población de agua potable es una prioridad que requiere planificación a años vista y se debe plantear también el peor escenario, por ejemplo, el de una sequía que se alargue en el tiempo y que ponga a prueba las infraestructuras hídricas. En este contexto, la metrópoli de Barcelona –que depende hoy del agua que le llega de cuencas externas, sobre todo la del río Ter– tendría un déficit de agua potable en 2050, según las previsiones con las que trabaja el Área Metropolitana de Barcelona (AMB).

Hoy, y en una situación normal, el abastecimiento de agua potable para los 3,2 millones de habitantes metropolitanos está garantizado: hay capacidad para potabilizar 244 hectómetros cúbicos anuales y la demanda es de 223 (con datos de 2019). Pero, en las próximas décadas, la situación dará un giro, porque se debe tener en cuenta que habrá menos recursos disponible tanto por la crisis climática como por los acuerdos firmados por el Govern de reducir el trasvase del Ter hacia Barcelona y asegurar unos caudales ecológicos mínimos en los ríos. Si a esto se suma más demanda de la población, que está previsto que crezca en el área metropolitana y aumente la presión urbanística, el AMB calcula que harían falta entre 11 hectómetros cúbicos anuales extras (y 54 en un año de sequía) para satisfacer las necesidades básicas domésticas.

Para resolver este escenario deficitario, el AMB prevé que habrá que construir nuevas infraestructuras que hagan la metrópoli más autosuficiente y más eficiente en el uso del agua, y propone dar más protagonismo al río Besòs, menos "aprovechado" que el Llobregat ahora mismo. Por un lado, el plan metropolitano plantea construir en el Besòs una planta potabilizadora y una estación de regeneración de agua (que trataría la que sale de la depuradora y la devolvería al río en lugar de abocarla al mar). En los dos casos, la ubicación no está clara, pero estaría "por encima de Montcada", según ha explicado la técnica del AMB Maria Indurain.

La apuesta por el agua regenerada para garantizar agua potable no es nueva y ya se ha ensayado en pruebas en el Llobregat. El plan piloto se puso en marcha en 2019, coincidiendo con una sequía como la que vuelve a planear ahora sobre Catalunya, y sirvió para condicionar y estrenar una cañería construida en el Llobregat en 2008 que podía bombear el agua reutilizada hasta Molins de Rei para volverla a abocar al tramo final del río y hacer crecer el caudal.

La tercera propuesta, más ambiciosa e inconcreta, sería construir una tubería que uniera el sistema Besòs con la riera de Rubí (del sistema Llobregat) para recargar con parte del agua regenerada este río más presionado. Las tres obras propuestas costarían 132 millones de euros y son la propuesta del AMB en la Agència Catalana de l'Aigua (ACA), que sería la encargada de incorporarlas en el plan estratégico de gestión del agua que se elabora ahora mismo.

La planta regeneradora de aguas residuales se pondrá en marcha en 2018

El vicepresidente de ecología del AMB, Eloi Badia, ha defendido el Pla Estratègic de Cicle Integral de l'Aigua (PECIA) presentado hoy como una solución alternativa y "más económica" que la ampliación de la desalinizadora de Tordera que prevé el Govern, y que ha reconocido que ya tiene calendario de ejecución. "Creemos que el AMB puede hacer frente al reto con el Llobregat y el Besòs", ha subrayado Badia, que ha insistido en que, como gran núcleo de población, el área de Barcelona no puede "vivir de espaldas" a la crisis climática y se tiene que preparar para hacer frente.

Corregir desajustes

Obras aparte, el AMB también se propone medidas para corregir el déficit de agua potable que dibujan las previsiones. Por un lado, estaría el recurso en el acuífero del Llobregat en épocas de sequía y, por otro, toda una serie de medidas para aumentar el ahorro y mejorar la gestión. Entre estos "desajustes" que hay que corregir, ha explicado Indurain, está el hecho de que muchos municipios todavía recurran al agua potable para el riego municipal en vez de a otras fuentes como el agua regenerada. "Hoy los municipios utilizan en un 87% de los casos agua potable, a pesar de que quizás no hace falta; creemos que con un 49% habría suficiente".

Globalmente, hoy el AMB dispone de 800 hm3 de agua (para todos los usos, no solo potable) y la demanda está en unos 400. Con el efecto de la crisis climática se prevé que el agua en las cuencas de los ríos se reduzca un 12% en el horizonte de 2050 y que los acuíferos en esta zona pierdan un 9% de capacidad respecto a los niveles actuales.

Además, los acuerdos de la Mesa del Ter logrados por la Generalitat prevén que a partir de 2028 el agua trasvasada no podrá superar los 54 hm3 de media anual (la cifra en años recientes había llegado a ser el doble). El recurso decreciente del Ter ya se empezará a notar antes, porque en el periodo 2023-2027 la media de agua trasvasada tendrá que ser de 54 hm3 como máximo, de forma que, si un año se supera esta cantidad anual, habrá que compensar los siguientes para que la media del periodo sea la pactada, ha explicado Badia.

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