"Rafel, han faltado Xavi y Pili": un relato en primera persona de la trágica pérdida de dos hermanos por la DANA
Un vecino de Aldaia residente en Londres explica al ARA cómo asumió la tragedia y las horas previas y posteriores a la catástrofe
LondresAl día siguiente que la DANA provocara la muerte de más de 220 personas en la peor catástrofe meteorológica del País Valenciano y del Estado de toda su historia, Rafel Sanchis Palop, vecino de un barrio del noreste de Londres pero nacido en Aldaia (Horta Sud) hace 61 años, llamó al corresponsal del ARA en la capital británica para hacerle saber que su familia había sufrido la tragedia de forma brutal y repentina, y que se iba hacia Valencia urgentemente. Su hermano, Franciso Javier, Xavi, de 66 años, y su hermana, María Pilar, Pili, de 63, habían muerto ahogados en la casa donde habían nacido y crecido, en el número 9 de la calle San Vicente, esquina con la de San Francisco. Fueron dos de las seis víctimas mortales que se produjeron en el pueblo.
Dos semanas después, de nuevo en Londres, Rafael rememora los hechos vividos aquellos días: en especial las horas previas, cuando él avisó a sus parientes que tuvieran cuidado, y las posteriores, cuando ya sólo era posible enterrar a los muertos, limpiar el inmueble y recoger los pocos recuerdos que no habían tragado el agua y el barro.
«No le dan importancia»
«A media mañana del 29 de octubre ya empecé a darme cuenta de que todo aquello podía ser serio, después de ver un vídeo de Utiel que me habían enviado y otros que fui viendo por redes. Empiezo un poco a preocuparme, pero no hasta el hecho de llamar a mis hermanos en ese momento. Pero al mediodía vi que llovía mucho en Chiva, y como conozco el territorio, porque he vivido allí treinta y dos años, sé que cuando llueve mucho toda esa agua va hacia Aldaia.
»Las ramblas aquellas están divididas en dos espacios. La que va hacia Torrent, la rambla de Poio, y la rambla de Aldaia o la Saleta. Sigo viendo que diluvía en Chiva y decido entonces llamar a mis hermanos Francisco Javier y María Pilar. Eran las 17.18 hora de Londres. Les digo: "Ha llovido mucho, mucho, muy en Chiva, ¡ten cuidado!" Pero no le dan importancia. Yo, en cambio, me puse nervioso, también porque antes había visto cómo llovió a Utiel y cómo evolucionaba la gota fría desde la Ribera hacia la Plana.
»Cuando hablo con mis hermanos me dicen que van a cenar. ¡Pero –como digo– no estaban preocupados! Si se ponen a cenar tan pronto, piense, tienen tiempo para subir arriba. ¿Se relajaron, tal vez? No sé. ¿Acaso les sorprendió la gran tromba tratando de salvar algo? ¿Por qué no subieron arriba? La tromba grande llegó sobre las nueve de la tarde; no se la imaginaban. La gente decía que la primera lengua de agua no fue muy fuerte, pero sí la segunda. Lo que no me cuento es que si yo veo el riesgo de todo esto desde Londres, ¿por qué las autoridades no tomaron conciencia de la magnitud de la catástrofe que se avecinaba y no avisaron a nadie?
»No acabo de entender cómo es que tanto como llovió, las administraciones no pusieron enseguida en alerta a todo el mundo: alcaldes, presidentes, Protección Civil, gobierno central… ¡Era mucha agua!!! Yo vi qué ocurrió en Grecia, qué ocurrió en Libia, que se reventó una presa y pasó por encima de toda una ciudad, con más de 11.000 muertos, y me decía que cualquier día podía tocarnos a nosotros. Y si lo pienso yo, ¿por qué no pueden pensarlo los señores alcaldes y los señores presidentes? ¿Y por qué no pueden alertar a la gente? ¿Y el presidente de la Generalitat, que tiene sus competencias?
»Con el otro hermano, Marc, no hablo, pero le escribí. Le digo: "¿Trabajas ahora, Marc?" "Ya he terminado. Iba de mañana", me contesta. "En casa, que llueve, parece tener la gota fría", le respondo. "Sí, eso parece". "Cuidados!" Y le envié el vídeo de Chiva. "Si llueve en Chiva, ya puede prepararse en Aldaia", acabé la conversación.
»La verdad es que yo me quedé muy sorprendido, porque todos estaban muy tranquilos. "Aquí no llovía, aquí no llovía; no nos habían dicho nada", me repitieron los vecinos, días después. Y mi hermano Marc también me dijo esa misma tarde: "Yo he telefoneado a la policía del pueblo a las seis [de la tarde] y les he preguntado si hay algún problema con el barranco, porque quiero ir a recoger la mía mujer, en Valencia, que trabaja en unos grandes almacenes, para llevarla a casa. ¡Y me han dicho que no hay ningún problema!"
»Y a las ocho de la tarde estaban haciendo un pleno municipal en el Ayuntamiento. Y la Biblioteca de Aldaia, que está junto al barranco, estaba abierta. Y la gente, ahí. Si no se marchan enseguida, allí hay una catástrofe. Mucha gente se salvó in extremis. La mayoría de la gente de Aldaia, todos con los que hablé, no recibió ninguna alerta. La única, la general, la de las 20:11 h. Pero [la alerta] tampoco decía: "Debe subir al primer piso". Yo no me lo acabo de contar ni me acabo de creer como no pueden saber, en el siglo XXI, cuánta agua cae y si llegará a dos palmos oa dos metros. Y cómo es posible que no se comuniquen entre los alcaldes de la cuenca.
Un mensaje terrible
»Mi hermano Marcos fue a las cuatro y media de la mañana [a la casa familiar] porque como [los dos hermanos] no contestaban el teléfono estaba preocupado. Subió al primer piso, y no los encontró; bajó, donde antes ya había mirado, pero no los había visto, y finalmente los vio. A esa hora el agua ya había bajado: Xavi, en la cocina; Pili, en el recibidor.
»Fue a las 05.49 [GMT, una hora más en Aldaia] del día 30 cuando recibo el mensaje de Marc: "Rafel, han faltado Xavi y Pili. Cuando he ido, me los he encontrado muertos. muerte más mala. No sé por qué no han subido arriba al empezar a entrar agua en casa". Llamé a mi mujer, al jefe de personal del trabajo, que es de Benicàssim, y me dice que no me preocupe: "¡Tienes que estar con tu familia!" Compré un vuelo de ida. Llegué a las ocho de la tarde. En Manises, la DANA no les afectó en absoluto. Me vino a buscar un amigo que vive en l'Horta Nord, porque mis familiares se habían quedado sin coche. Del aeropuerto a mi casa son diez minutos. Todo estaba lleno de barro. Coches hacinados, barro, ya nada más entrar en el pueblo. Al día siguiente empezamos a limpiar la casa de mis padres, donde vivían mis hermanos.
»Después de encontrarlos, Marc fue a la policía. Y a las siete de la mañana [del día 30] retiraron los cadáveres. Les hicieron la autopsia. Hemos recibido el informe más de dos semanas después. certificaron la hora de la muerte de Xavi, "miedo anoxia encefélica por sumersión", a las 2 de la madrugada del día 30; y la de Pili, a las 0.00 h, también del día 30, en este caso"miedo anoxia anóxica miedo sumersión": lo único que recibimos el día en que levantaron los cadáveres fueron las dos gafas que tenían puestas ellos dos.
»El primer día recogimos mucho barro. Todas las habitaciones tenían mucho. El barro se va compactando, pero en los rincones queda mucho. Los muebles se habían movido, la cómoda de mi madre estaba debajo de la cama. Hemos contado con mucha ayuda de la gente, de los amigos de mis sobrinas, que tienen 17 y 21 años, toda la que no hubo de las autoridades en los primeros tres días. El hermano de mi cuñada bajó de Reus con una máquina de agua a presión. Acabábamos tan cansados cada día que nos dormíamos enseguida, de agotamiento. Pero una vez te despiertas, después es muy difícil…, es muy difícil conciliar el sueño. Te venden imágenes y recuerdos, y flashes de todo tipo. Muy pocas fotos han podido salvarse.
»Hay negocios que no saben si volverán a abrir. Mucha gente dice: "Yo ya estoy a punto de jubilarme, ¿ahora tengo que empezar otra vuelta?" Mucha gente sufrirá, no sólo emocionalmente, de familiares que no van a volver, sino por los negocios. Se han perdido miles de coches, plantas bajas, que la gente mayor se había arreglado para dormir abajo. La gente, cada vez que llueva estará nerviosa. Con el cambio climático y la mala gestión no podrán fiarse de nadie; no podrán confiar en que les informen correctamente. Es necesaria una preparación para todo esto. Y, políticamente, como ha sido tan fuerte, espero que la gente tome conciencia. Es muy importante estar preparados. Sean los políticos que sean, recibirán mucha presión de la gente. No lo dejaremos pasar.
»Ahora estoy contactando con más familias de mi pueblo para presentar una querella. Hay gente que no quiere firmar, pero hay gente que sí. Yo no acabo de entenderlo... Creo que hay una carencia de activismo de algunos, allí, que nos llega de la generación de los padres y de los abuelos. Aquello tan típico de "no te metas en política". Yo creo que esto nos ha afectado mucho a nosotros. "Tú, dedícate a trabajar y no te enmerdas en política". Esto nos lo decían a muchos nuestros padres. Pero yo creo que debemos perseguirlos y debemos depurar responsabilidades, porque se han equivocado de lleno. Quiero ponerles contra la pared, no para sacar nada, sino porque no puedo entender que no haya autoridades que no sean responsables, que no sean competentes, que no sufran por sus ciudadanos.»