Alerta por los incendios

La vaca que se lo come todo (y que es un excelente método antiincendios)

Dos vaqueros del valle del Corb inician un proyecto de crianza de rebaños que, a pesar de una producción de carne poco relevante para el consumo y de no proporcionar leche, pacen los sotobosques para evitar fuegos

La vaca de la Albera se alimenta de coscollars, espinos, madreselva, hiedra, aulagas y matorrales, el auténtico combustible de los bosques de la llanura de Lleida.
Albert González Farran
29/06/2022
4 min

CiutadillaEn Catalunya hay tres razas de vaca autóctona. La vaca Bruna, originaria de los Pirineo, muy productiva y consumida; la vaca Pallaresa, considerada una reliquia, con tan solo una ochentena de ejemplares, pero con la confianza de ser comercializada en el futuro, y finalmente la vaca de la Albera (entre el Empordà y el Rosselló), que también está en peligro de extinción, con poco más de 3.000 ejemplares en todo el país. Este último es un animal muy poco competitivo en el sector vacuno europeo. Presenta una carne poco relevante para el consumo, su producción de leche siempre es muy limitada, tarda mucho tiempo en procrear y no se deja encerrar en establos. Pero tiene una buena peculiaridad: se lo come todo. Pace lo que se encuentra y, principalmente, los sotobosques. Y este es el rasgo que la hace una vaca muy valiosa hoy en día.

Dos ganaderos del valle del Corb, entre las comarcas del Urgell y la Conca de Barberà, han iniciado una pequeña explotación de dieciséis vacas alberesas, acompañadas de un toro de la misma raza para ir manteniendo su pureza. Los promotores del proyecto, David Sandoval y Miquel Bofarull, se hacen llamar los Vaqueros del Corb y ya han iniciado la adaptación de su pequeño rebaño en una primera finca de 25 hectáreas entre los municipios urgellenses de Guimerà y Ciutadilla. Desde hace unos meses las vacas están demostrando ser capaces de eliminar gran parte del sotobosque de esta zona de secano. Coscojas, espinos, madreselva, hiedra, aulagas y matorrales garriguenses son el alimento más común de estas vacas y a la vez son el combustible seco con más carga que tienen los bosques de la Plana de Lleida. Un auténtico peligro para la propagación del fuego. Si durante este verano el pasto de estas vacas se demuestra eficaz para la prevención de los incendios, los dos vaqueros propondrán ampliar su proyecto a otras fincas de la comarca.

“Tenemos que potenciar que haya más rebaños que limpien unos bosques que se encuentran en una situación límite”, reivindica el ganadero David Sandoval. Él es de los que piensan que el despoblamiento rural y la carencia de relevo generacional en el campesinado están sometiendo las tierras de Ponent a un estado de dejadez peligroso ante los incendios. “Este proceso de abandono empezó en los años setenta –recuerda Sandoval–, y ahora ya no se puede ni ir a coger setas porque nuestros bosques han quedado impracticables”. Hay tanta biomasa que cualquier pequeño incidente puede quemarlo todo en muy poco tiempo, como ya ha pasado en las últimas semanas con incendios en bosques de la Noguera, el Solsonès y el Alt Urgell.

¿Una ayuda o una paga?

Aparte de la posible comercialización de la vaca de la Albera como carne ecológica, que será exigua, los dos vaqueros están trabajando para acogerse próximamente a ayudas públicas que justifiquen el papel de sus animales en la prevención de los incendios. De hecho, a muchos no les gusta hablar de ayudas, “sino de un pago por un servicio que los ganaderos están haciendo en nuestra sociedad”, argumenta Marc Arcarons, técnico en silvopastura y responsable de la red Ramats de Foc, que difunde y promueve los animales que pacen en los bosques de Girona.

De hecho, Arcarons fue quien facilitó las vacas de la Albera a los dos ganaderos del valle del Corb, y ahora está estudiando la posibilidad de extender la marca Ramats de Foc también por las comarcas de Lleida. Arcarons lamenta que las explotaciones ganaderas de razas como la de la Albera sean de rentabilidad muy limitada y advierte que las subvenciones públicas pueden abrir una puerta a su supervivencia. Actualmente, el departamento de Acción Climática concede ayudas de hasta un máximo de 140 euros por hectárea pacida en los bosques donde existe un riesgo potencial de incendio.

La Generalitat actualiza cada año la cartografía de las zonas con más peligro de incendios. Lo hace a partir de los informes de los propios bomberos forestales (los GRAF). Precisamente, tres miembros de los GRAF de Lleida visitaron recientemente la finca de los Vaqueros del Corb e hicieron una valoración muy positiva. Uno de ellos, Josep Farran, dice que “la tarea de estas vacas es muy efectiva a la hora de disminuir la carga de combustible del bosque”. El mismo Farran, que reconoce que los GRAF no están especializados en gestión de pastos, entiende que “el recurso de los rebaños es limitado y, por lo tanto, se tiene que hacer un buen trabajo de priorizar qué bosques son más propicios para esta práctica”.

Pero las ayudas públicas no llegan si los ganaderos no aportan también datos fiables que demuestren que las vacas hacen bien su trabajo. “Para optar a las líneas públicas, los rebaños tienen que haber consumido como mínimo el 90% del estrato herbáceo y el 30% de los arbustos”, dice Arcarons. Natasha Filippi, miembro de la Associació de la Vall del Corb, explica que están “midiendo el impacto de esta ganadería extensiva y su utilidad en la gestión forestal”. La asociación, encargada de dar apoyo técnico y divulgativo a iniciativas como la de los vaqueros, trabaja para que acabe siendo también sostenible económicamente. La entidad creó el proyecto Territori de Vincles, un ambicioso programa para dar herramientas a los habitantes del valle del Corb de cara al acceso a la vivienda, el relevo agrario, el acceso a la tierra, la transición energética y la gestión de bosques. El objetivo común, tanto de ganaderos, labradores, recién llegados y artistas como también de emprendedores, pasa por “dinamizar el territorio con nuevas oportunidades económicas”.

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