La memoria

"Tener una memoria fotográfica también es un problema"

Maria Dolors Rius no tenía hábito de estudio cuando llegó a la universidad porque no había abierto un libro en su vida

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Maria Dolors Rius prefiere mantener un cierto anonimato.
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Sant Cugat del VallésA Maria Dolors Rius nunca le ha pasado que no sepa dónde ha dejado las llaves o dónde ha aparcado el coche. Tampoco necesita apuntarse nada en la agenda. Lo recuerda todo de memoria. Y eso que asegura que ha perdido ahora capacidades por la medicación que toma por diversas patologías. "Antes podía enumerar por orden ya la perfección todos los productos de las estanterías del Lidl, desde la entrada del supermercado, hasta el final, donde se encuentran los yogures", afirma. También dice recordar el número de DNI de todas sus parejas. Ha tenido cuatro. Y de las características y matrícula del coche con el que su padre murió de accidente cuando ella sólo tenía 16 años: “Un Simca 1200, azul metalizado con techo negro, faros redondos y matrícula B-3184CG”. Maria Dolors, de 60 años, tiene memoria fotográfica. Esto, sin duda, le ha beneficiado en su vida personal y profesional, pero asegura que también le ha supuesto muchos quebraderos de cabeza. Por eso prefiere mantener un cierto anonimato.

Por su profesión de enfermera, tener una capacidad así ha sido toda una ventaja. “Me acordaba de las constantes de cada paciente de memoria o de cómo había dejado el suero exactamente”, pone como ejemplos. También le ayudó mucho durante su vida de estudiante. En EGB, BUP y COU, con una vez que escuchara la lección en clase cuando la explicaba la profesora, ya tenía suficiente para sacarle excelente a todas las asignaturas. “Me decían empollona, pero en realidad yo nunca estudiaba”, asegura.

La formación profesional (FP) también fue un paseo para ella. Cursó técnico de laboratorio, unos estudios que en teoría duraban cuatro años, pero que ella realizó en dos y sin ir a clase. “Una compañera me pasaba los apuntes porque, después de la muerte de mi padre, tenía que trabajar de las ocho de la mañana a las siete de la tarde. Mi tutora de FP pensaba que yo hacía un esfuerzo sobrehumano por conseguir las notas que sacaba, pero en realidad no había para tanto: me leía una vez los apuntes y ya me lo sabía”.

Todo cambió al llegar a la universidad. "En clase nos contaban algunas cosas, pero después teníamos que buscar información complementaria por nuestra cuenta, y yo nunca había abierto un libro", lamenta. Es decir, lo que había sido una ventaja hasta entonces se convirtió en un problema por no tener el hábito de estudio. De hecho, ya en la educación obligatoria, tener una memoria fotográfica le había traído consigo inconvenientes. Por ejemplo, se aburría totalmente en clase, hasta el punto de que a veces se dormía. Y más de una vez tuvo que repetir un examen porque, como todo lo hacía tan bien, las profesoras pensaban que copiaba.

Maria Dolors descubrió que tenía una memoria fotográfica después de ser madre de una hija y de un hijo. Las altas capacidades de su hijo eran "escandalosas", afirma. “Con año y medio ya se sabía todas las señales de tráfico y los modelos de los coches. Y también aprendió a leer y contar solo”, detalla. Así que le llevó a evaluar. También entonces le hicieron un examen a ella, que puso en evidencia su desmedida memoria. Entonces tenía 40 años.

Maria Dolors ha creado varias asociaciones para defender los derechos de los menores con altas capacidades y ha luchado hasta conseguir que estos niños y niñas reciban una atención especial durante la educación obligatoria. Según dice, tener una memoria fotográfica no siempre es la panacea.

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