Migraciones

Uno de los menores deportados de Ceuta: "Nos metieron en la furgoneta por la fuerza"

Uno de los chicos repatriados por España a Marruecos explica al ARA que lo han hecho en contra de su voluntad

Ricard G. Samaranch
3 min
Vista exterior del centro de acogida de menores de Piniers en Ceuta en mayo del 2020.

TunisAnte el escándalo político y el conflicto legal que se ha desencadenado por la deportación de 55 menores de los centenares que entraron en Ceuta en el mes de mayo, cuando Marruecos dejó de controlar sus fronteras, el gobierno español no se ha cansado de asegurar que la repatriación se hizo de acuerdo con la voluntad de los niños y de sus familias. Pues bien, K.B., uno de los chicos deportados, lo ha negado al ARA de forma rotunda: "Me deportaron de Ceuta contra mi voluntad. Quiero volver".

K.B. es un chico de 17 años que reside en Castillejos, la ciudad marroquí contigua al enclave español cerca del Estrecho. Mientras que la mayoría de los migrantes que atravesaron la frontera eran adultos y fueron expulsados durante los días siguientes, K.B. fue conducido a un centro de acogida de Santa Emilia. "Ahí nos trataron muy bien, con respeto. Nos daban comida, ropa si la necesitábamos, etc.", recuerda. Unos tres días antes de su deportación, recibió la visita de un abogado que no sabe si trabajaba para el Estado o para una ONG. En todo caso, le indicó que tenía opciones de poder quedarse en España, y él estaba convencido de que lo conseguiría. "Tengo primos en Madrid, e hicieron gestiones con las autoridades para acogerme en su casa", asegura.

Cuando el pasado sábado se dio cuenta de que lo repatriaban, fue como un cubo de agua fría. La policía simplemente le ordenó que subiera con 14 chicos más a una furgoneta policial. No hubo ninguno otro procedimiento. "En ningún momento nos preguntaron si queríamos volver, nos metieron en la furgoneta por la fuerza. Pero no nos agredieron", recuerda el chico con la voz amarga a través de una llamada. En total se hicieron cuatro traslados entre viernes 13 y lunes 16. Los tres primeros días se expulsaron a 15 chicos por día, y el lunes, solo a diez.

"En la furgoneta, no había ni uno que quisiera volver. Y entre los más de 150 chavales del centro de Santa Emilia, creo que tampoco", afirma con seguridad. K.B. no es capaz de identificar qué criterios utilizaron las autoridades españolas para elegir estos 55 menores respecto a los 800 que todavía había en Ceuta. "Yo tenía un número, quizás fue una lotería. Entre los 15 de la furgoneta había chicos de mi edad y otros más pequeños, quizás de hasta doce años, es posible que alguno fuera huérfano", apunta. Una ONG española que ha estudiado el caso asegura que en las listas oficiales no había niños tan pequeños y creen que tampoco había huérfanos.

Como el resto de los menores deportados, K.B. fue enviado al centro de acogida de Martil, situado a unos 45 km al sur de Ceuta. Allí pasó tan solo unas cuatro horas, las que necesitó su familia para pasar a buscarle en el centro. "No firmé ningún papel, ni sé nada de cómo fueron los procedimientos legales. Pero mi familia sí que tuvo que firmar un papel", explica. Como fue uno de los primeros en irse, no sabe cuál fue la suerte del resto.

Ashraf Maimuni, responsable de la sección de Tetuán de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), una de las principales del país, formó parte el pasado miércoles de una delegación que visitó el centro de Martil. Allá se entrevistó con su director, Mohammad Bujman, que ha declinado hablar para el ARA. "El director nos dijo que al menos algunos chavales habían sido deportados contra su voluntad", comenta Maimuni. "Según nos explicó, todos ya habían sido devueltos a sus familias y ya no quedaba ninguno en el centro".

De momento, a K.B. le toca volver a su rutina de estudiante en una escuela profesional de tapicería. Le faltan dos años para graduarse, pero su amarga experiencia de deportación no le ha borrado el sueño. "Quiero ir a España y volveré a intentarlo. Aquí en Marruecos no hay futuro, ni trabajo, ni buenos estudios, ni nada... Yo soy el pequeño de cinco hermanos y todos están en el paro", comenta este joven, que durante su paso por Ceuta ha aprendido a chapurrear cuatro palabras de español. "Yo soy un buen chico, ¿sabes? No me he metido nunca en problemas. Necesito ayuda para volver a España".

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