REPORTAJE

Sin metro ni escuelas ni ambulatorios: así son los nuevos barrios de Madrid

Los vecinos de núcleos como el de El Cañaveral se movilizan para conseguir servicios básicos

4 min
Edificios en el nuevo barrio del Cañaveral en Madrid

MadridEn un descampado dos conejos corren alegres entre los arbustos mientras de arriba un águila los observa amenazador. No estamos en la montaña, sino en los confines del término municipal de Madrid, al lado de Coslada y Arganda del Rey. Un paisaje semidesértico, de un marrón gris desmayado, con tierras calcáreas donde a penas crece nada y donde el viento no encuentra obstáculos naturales. Si se levanta la vista, el panorama cambia radicalmente: edificios nuevos junto a otros a medias, adosados, grandes avenidas que conectan con la M-45 y, aquí y allá, grandes espacios vacíos, como cráteres. Al fondo, la silueta de las cuatro torres, los rascacielos futuristas del business area madrileño, recuerda que estamos cerca de una gran urbe. Pero entre los edificios y la trama urbana hay kilómetros de nada. Estamos en el barrio de El Cañaveral, creado en 2017 y uno de los ejemplos más impactantes del modelo urbanístico madrileño. Aquí viven cerca de 20.000 personas, pero no hay ni metro ni ningún tipo de equipamiento municipal o de otro tipo.

Las nuevas viviendas con protección pública en Madrid
Situación de los ámbitos con edificabilidad remanente para la construcción de viviendas con protección pública, enero de 2022

En fase de edificación

En fase de gestión

El Cañaveral

En fase de edificación

En fase de gestión

El Cañaveral

En fase de edificación

En fase de gestión

El Cañaveral

"Aquí no hay nada: no hay escuelas, ni ambulatorios, ni casi transporte público. Ahora por fin hemos conseguido que nos pongan un autobús. Para ir a comprar una barra de pan tengo que andar 25 minutos", explica Marga Salvador, miembro de la asociación de vecinos. Salvador nos hace un recorrido en coche por la zona. Son kilómetros y kilómetros de calles sin ninguna tienda o establecimiento. Solo en la avenida principal (cuatro carriles por sentido para muy pocos coches) hay un poco de vida, un par de bares y dos chinos. "Para ir al trabajo en transporte público tengo una hora y cincuenta y ocho minutos. En cambio, en coche son 12 minutos. En casa tenemos dos coches y dos motos. Ahora tengo que ir al taller y les he dicho que si no tengo coche de sustitución, no lo dejo", explica.

La dirigente vecinal de El Cañaveral, Marga Salvador.

El Cañaveral es parte de un desarrollo, barrios que se planificaron a partir de 1997 ya con el PP en el gobierno. "La idea del PP es agotar el suelo en Madrid y hacerlo todo urbanizable, pero, claro, no se construye de manera ordenada sino que aparecen núcleos aquí y allá desconectados de la trama urbana. Es un modelo de los años 90, pensado para ir a todas partes en coche, y convierte Madrid en una ciudad ingobernable", afirma Raquel Rodríguez, urbanista y asesora del grupo municipal de Más Madrid. "Madrid se puede continuar expandiendo ad infinitum mientras que Barcelona está acotadísima, el propio medio físico pone los límites", continúa Rodríguez, que defiende que para la capital catalana esta geografía ha sido una suerte porque ha facilitado el ordenamiento.

Otro urbanista, Álvaro Ardura, coincide en que en el caso de Madrid el modelo urbanístico está al servicio de intereses económicos más que al de una idea planificada de ciudad. "La clave es que cuando conviertes el suelo en urbanizable ya se hace un cálculo de edificabilidad que determina un valor económico", explica. De la noche a la mañana, pues, los propietarios de suelo pasan a ser promotores. El caso de Marga Salvador es muy ilustrativo. Compró sobre plano en septiembre del año 1999 con la promesa de que tendría el piso entre 2003 y 2005, pero tuvo que esperar hasta agosto del 2018 para ir a vivir ahí. Entremedias, un calvario judicial que acabó con el responsable de la cooperativa en la prisión. "Estás 20 años pagando y después cuando vas te tienes que esperar 20 años más para que te hagan la escuela, el metro, etc. Tienes luz y agua, pero no tienes ciudad", dice Raquel Rodríguez.

Cartel de una promoción en El Cañaveral, Madrid.

Pero ¿por qué Madrid crece de este modo tan desordenado? Si echamos un vistazo a los planes urbanísticos de Madrid, los números son astronómicos. Ahora mismo en fase de edificación hay en Madrid 21.223 viviendas, y en fase de gestión o urbanización unas 127.098 más. En total, casi 150.000 viviendas que, con una media de 3 personas por cada una, dan una cifra total de 450.000 nuevos habitantes, como Terrassa y Sabadell juntos. Solo en el distrito de Vicálvaro, donde se han proyectado los grandes desarrollos del Este (Los Cerros, Valdecarros, Los Ahijones, Los Berrocales, El Cañaveral y Ensanche de Vallecas), están previstas 55.000 viviendas. "No hay gente para llenar todo esto; es una cuestión de generar expectativas de derechos urbanísticos, y ya se harán cuando al promotor le vaya bien", explica Ardura.

El precio de las viviendas

Entonces la gran pregunta es: ¿esta disponibilidad casi infinita de suelo hace bajar el precio de la vivienda? Para Raquel Rodríguez y Álvaro Ardura la respuesta es que no. Marga Salvador también lo cree, y señala adosados y pisos por los que se piden 400.000 o 500.000 euros. De media tanto en Madrid como Barcelona el precio del metro cuadrado se sitúa alrededor de los 4.000 euros.

En medio de un solar, un anuncio publicita un gran edificio con piscina rodeado de bosques, pero ahí no hay ningún árbol. Apenas en una colina los vecinos han colocado unos plantones. El gobierno municipal ha prometido un "bosque metropolitano", pero el proyecto es embrionario y presenta muchas dudas. Marga nos enseña un solar y dice que les han prometido que el año que viene ahí harán el colegio, pero todavía no han colocado ni una piedra. Y explica que cuando fueron al Ayuntamiento a quejarse los grupos municipales de PP y Vox los acusaron de estar haciendo una "carta a los Reyes". "Las calles siempre están cortadas por las obras y por la noche a penas hay luz. Encima, aquí vienen a hacer carreras ilegales de coches. Y yo pago 900 euros de IBI, ¿sabes?", se queja. De vuelta a Madrid le hacemos caso y vamos por la autopista de peaje. El precio casi le da risa a un catalán: 40 céntimos. Aún así, por ahí no pasa casi nadie. El nuevo Madrid está hecho para el coche, pero todavía no para pagar peajes.

stats