Transportes

Barcelona-Martorell en 2 horas y media, 'normalidad al servicio'

Las averías y retrasos se normalizan en los horarios de Rodalies hasta doblar el tiempo de los trayectos

Tren de cercanías Renfe de Sant Andreu.

MartorellSon las 20.01 y marco la salida del trabajo. Tengo tiempo para tomar un tren que –¡oh, sorpresa!– la aplicación de Adif retrasa cinco minutos de su horario habitual. Cuando llego a la plaza de Catalunya, ni rastro del tren en las pantallas. "La R4 en Sant Vicenç va bien", responde el de la taquilla como si fuera un autómata, aunque acabará admitiendo que esta línea es "una pesadilla, la peor de todas". Con estos augurios subo al tren, que entra 15 minutos tarde. Aún he tenido suerte, pienso, porque una viajera me cuenta que el día antes, y el anterior, y la semana pasada, ese mismo tren pasó con media hora de retraso.

En Sant Feliu de Llobregat nos detenemos más de la cuenta. Pero todavía hay normalidad al servicio, porque hay unas obras en la catenaria de la nueva estación de la vía que pasa por allí que están cambiando por el Corredor Mediterráneo. De momento la gente sigue atenta en el móvil, porque ya estamos acostumbrados a la espera. Y tampoco hemos oído que haya ningún robo de cable, atropello, boquete o inundación. En Molins de Rei, el paro se alarga un poco más, y también en el Papiol. Ya nos hemos descontado. Incluso cuando el tren se queda plantado entre Papiol y Castellbisbal tardamos en reaccionar, aunque se empieza a oír alguna vez y alguna queja –"no tienen vergüenza"– y mi primer taco.

El maquinista, o quien sea que hace las comunicaciones internas, también es de los que han asumido la normalidad del mal servicio, porque no avisa de que estaremos unos minutos parados por una avería en la estación de Castellbisbal. ¿Minutos? Ya llevamos 25, y hace una hora que hemos salido de la plaza de Catalunya.

Como los designios de Cercanías ya son como los de Nuestro Señor, esperamos. No tenemos alternativa. Llamadas para avisar de que el tren se ha estropeado por vete a saber qué. Quince minutos después, el maquinista habla de incidencias, no sé dónde para justificar que retrocedamos hasta el Papiol y que ya allí, si acaso, ya nos lo encontraremos. Aquí sí que hay insultos y tacos que salen de las vísceras. Son las 22 horas en la estación no hay nadie informando, y corre el rumor de que el maquinista ha salido del convoy camuflado como un usuario indignado. Tengo un pensamiento para él, y pienso que tampoco será agradable ir al trabajo y no poder hacerlo bien.

Volvemos al andén. Con esta normalidad en el servicio, el tren que esperamos dice que va a Martorell, pero es mentira. Aunque los paneles informativos todavía lo anuncian, desde abril del 2022 no hay convoyes con salida o llegada a Martorell, sino que paran en Castellbisbal y de ahí dijeron que pondrían un autobús para hacer los 8 o 10 kilómetros hasta Martorell. Cogí uno una noche volviendo del trabajo y tardé 20 minutos. Pero ya está olvidado tanto por mi parte como de Cercanías, porque ya no se ofrece el servicio, supongo que por caro y por poca demanda.

Así que, de nuevo en un tren, el segundo del viaje, subimos todavía con la incógnita del destino. De nuevo el maquinista, otra, dice que el tren que conduce para a Castellbisbal. Se siente tan flojo que muchos todavía confían en que llegue a Martorell, y los más optimistas que ya tire al menos hasta Vilafranca, aunque hasta allí tampoco llegan los trenes por unas obras del Corredor Mediterráneo. Normalidad en el servicio.

Efectivamente, nos deja en Castellbisbal. Son las 22 horas.

Sin información

Salimos en bloque del tren. ¿Hacia dónde? Ni rastro de personal de Renfe. La estación está cerrada y ya está oscuro. Nos dirigimos hacia el parking porque se esparce otro rumor: que continuaremos el viaje en autobús. A pocos metros, vemos y oímos pasar dos AVE a toda velocidad. Pues no hay buses, y un cuarto de hora después alguien dice que viene un tren desde Barcelona que nos va a recoger. ¿Hasta dónde? Aquí aparece una mujer con el chaleco amarillo de información que nos dice que un compañero suyo que ya está fuera de servicio le ha llamado para decirle que ha visto un tren parado en el Papiol, y nos dirige a la vía 4 porque calcula que por ahí es el único lugar por el que puede circular un tren, teniendo en cuenta la avería de hoy, que tampoco sabe explicar, y las obras que desde abril del 2022 restringen la circulación. Cuando nos ve ir en masa caminando por el paso de debajo de la vía, la mujer dice parecer una película de Halloween. Un hombre le responde que no hace gracia, porque ayer por la lluvia llegó a medianoche ya a casa. "Y hoy –la increpa–, ¿qué excusa tiene?"

El tren pasa a las 22.25 h, y unos ocho minutos después se detiene en Martorell. Fin del trayecto para mí, y lamento los que se quedan y los que han tenido que tomar un tren más tarde que yo. ¿Cuántos mensajes de "no me espere para cenar" se habrán enviado? Entro por la puerta de casa a las 22.45 h, después de realizar un trayecto que con normalidad al servicio se hace con 45 o 50 minutos, y que hace 20 años se hacía con 30. Tantas horas perdidas sin que consten en ningún registro ni listado de agravios, no solo como incidencia remarcable. Normalidad en el servicio.

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